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9 de diciembre de 2021
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Carolina Alduvín

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Por: Carolina Alduvin

Jean-Jaques Bricaire y Maurice Lasygues son dramaturgos franceses, autores de la pieza teatral: La señora presidenta, comedia de enredo centrada en los personajes Martín y Martine, hermanos gemelos con caracteres opuestos; ella, seria y responsable, él es frívolo e insustancial. Para obtener credibilidad, Martín debe disfrazarse de Martine, provocando situaciones equívocas y surrealistas; de modo que, referirse a Xiomara Castro con tal título, no deja de sonar a burla. Debe respetarse la investidura del cargo y, sobre todo, no hay que atropellar nuestra hermosa y rica lengua castellana, inventando términos inexistentes en el diccionario. Se denomina presidente a quien preside, independientemente de si se trata de un hombre, mujer, o cualquiera de los constructos sociales de moda que, más que llevar a equidad, etiquetan y discriminan.

En buena proporción, los votantes salieron de la indiferencia y el conformismo, con una sola idea en mente, sacar a quienes ostentan el poder y, lejos de velar por los intereses ciudadanos, los han atropellado para conveniencia particular. Aunque el hartazgo sea mal consejero, se le hizo caso y, votaron quienes nunca habían votado, por no tener la edad o por simple comodidad y falta de conciencia, quienes en otras elecciones votaron por partidos diferentes al de la refundición, incluso muchos del partido de gobierno, avergonzados por las actuaciones de las actuales autoridades y muchos candidatos de lamentable proceder en campaña, votaron hasta los que no sabían por quién hacerlo, porque ninguna de las opciones se veía bien y hubo que irse por el cambio sin importar las consecuencias, o por menos dañino al criterio de cada elector.

Más de uno, simplemente por conjurar el fantasma de los disturbios callejeros, si la diferencia no hubiese resultado significativa, o favoreciera al repudiado nacionalismo. Lo extraño fue que no hubiera intentona de robarse la elección en el nivel presidencial, luego de verse la tendencia, como si ha habido registro y evidencia de todo tipo de triquiñuelas en los conteos y transmisiones de los niveles municipales y de diputados. Me comenta alguien que entiende mucho más que yo del asunto que, son las instrucciones desde la casa hasta el patio, evitar la tentación de lo primero y, hacer lo que se pueda en lo segundo. Con semejante venia, pues los que ya tienen experiencia en tal asunto, se pasan; de hecho, las alteraciones son tan notorias, escandalosas y frecuentes que, hasta los mismos consejeros ya no pueden hacerse de la vista gorda y han amenazado con proceder en base a lo que constituye delito electoral tipificado y hasta una auditoría externa contratada, que según afirman quienes, sí han leído la Ley Electoral, es golpe técnico que se receta el mismo CNE. Las organizaciones ciudadanas están más bien por un reconteo voto x voto y urna x urna (¿dónde escuché eso antes?), igual que la consejera que representa los intereses liebres en el CNE.

Pese a la gravedad del asunto, la plana mayor de los aún no declarados oficialmente ganadores, no parecen preocupados, ya celebran, parten y reparten, negocian la transición, corrigen y desmienten lo que se supone dijo la electa con respecto a sus prioridades en los primeros 100 días de gobierno. Pretender arrancar justo con el acto que dio pie a que sacaran al marido de la presidencia -podrán ser noticias falsas, después de todo, solo lo leí en redes, no lo escuché de su voz- es por demás lamentable, habiendo tantas otras prioridades por delante. La gente votó por sacar a los actuales corruptos, apostando por un cambio, porque sea favorable a toda la población, no para que quienes queden en los cargos rindan pleitesía a sus patrocinadores putativos, o hagan populismo con lo que se recauda de los contribuyentes.

Nada gustaría más a los analistas que estar equivocados, cuando lo que vemos venir no es esperanzador, no es nuestro propósito invocar consecuencias nefastas, sino prevenirlas cuando aún es tiempo. Debemos dejar el beneficio de la duda, pero no es fácil cuando no hemos olvidado los antecedentes, cuando los protagonistas son predecibles y nos han mostrado una y otra vez de cual pie cojean, la misma electa lo dijo en televisión nacional, que votar por ella era votar por el marido, sabemos de su historia de sumisión desde la adolescencia, de su aguante -por las razones que sean- al maltrato intrafamiliar e indiscreciones en público. Entonces ¿cómo pensar que su actuación será independiente y autodeterminada? El dato histórico de por primera vez tener una mujer en la primera magistratura, no es más que eso, si no llega a marcar diferencia en combate a la corrupción, derogar leyes nefastas, generar empleo y riqueza, más otros legítimos anhelos de los electores. La señora decidirá si es presidenta o una burla a los votantes.

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