No importa el color del gato

ZV
/
17 de diciembre de 2021
/
12:03 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
No importa el color del gato

CONTRACORRIENTE

Por: Juan Ramón Martínez

Es compresible el entusiasmo. Y el triunfalismo. Pero hay que recuperar la razón para identificar los problemas, definir las acciones para mejor las condiciones actuales y buscar las fórmulas para distribuir mejor el producto nacional entre todos. La realidad, sino cerramos los ojos, no es buena. Estamos muy endeudados; llevamos un tren de vida sin relación con nuestros ingresos. El gobierno es ineficiente, laberíntico y corrupto. Consume la mayor parte de los ingresos y como mal empleador, no mejora la productividad, la eficiencia como medio para posesionarnos en los mercados regionales o mundiales. Seguimos operando con un modelo de desarrollo basado en la agricultura, cuando los más exitosos y los de nivel medio, apuntan a la industrialización, al desarrollo tecnológico y a la inteligencia artificial. Nosotros, carecemos de un sistema educativo para producir mano obra calificada. Somos buenos productores de camisetas; pero no es suficiente.

Entendemos el entusiasmo de los nuevos gobernantes. En el curso de la historia hemos visto ese júbilo y predominio de consignas, amenazas, incluso; y una que otra expresión de infantilidad en que, se intenta manejar nuevas palabras, para describir personas que ocuparán cargos. En el inicio de la República Federal, se creyó que solo bastaba sacar de los empleos a los españoles, sustituidos por los criollos. Se hizo; y, no pasó nada. Se destruyó el federalismo morazanista; y aunque proclamaron que la paz y el progreso empezarían a brotar como flores en primavera, no ocurrió nada. Seguimos como ahora, atravesando una situación difícil, colocados en la penúltima posición de atraso, solo superados por Haití.

En el siglo pasado, los liberales liderados por Villeda Morales, creyeron que además de sustituir la dictadura, podían recuperar los 25 años de atraso. Como tenían una visión de los problemas sociales y económicos, introdujeron en la Constitución y en la economía, nuevos modelos y estrategias para enfrentar viejos problemas. Aunque los resultados fueron buenos, el modelo de desarrollo era inadecuado, porque enfatizaba en el sacrificio de la agricultura en favor de una industrialización que, se convirtió en una falsa industrialización. La política se impuso a la economía. Y, los reformistas, estimularon al militarismo que tanto atrasó el desarrollo.

Igual que en 1957, necesitamos reformas. Las estructuras políticas no son adecuadas. Requerimos partidos políticos modernos, de amplia participación que anulen el patrimonialismo, el familismo y las sucesiones dinásticas. Es urgente, desmontar un modelo gubernamental desproporcionado, para sustituirlo por otro ajustado a nuestros recursos, descentralizado y de amplia participación. La idea de volver a crear un Consejo Superior de Planificación, que facilite la participación sectorial y estudie rutas alternas y evalué resultados, es lo mejor que hemos oído. Desde allí, se diseñarían políticas que estimularan el ahorro, aumentando la inversión, creando empleo para las jóvenes, procediendo a la reforma del sistema de pensiones para recomponer la estructura de la oferta de trabajo. Urge recomponer el rasgado tejido jurídico, para atraer a la inversión internacional, entendiendo que no podemos seguir confiando que el gobierno, sustituyendo a los empresarios, sea el motor del desarrollo económico. Una discusión ideológica en este momento, es un suicidio. Se impone un realismo valiente en que “no importa el color del gato; lo importante es que cace ratones”.

Las mismas ideas, actitudes y comportamientos, con los protocolos que hemos seguido hasta ahora, darán los mismos resultados negativos. El gato engordara; pero no porque coma ratones, sino porque nos dejará sin comer. Asustar a los inversionistas, es torpe. Y mucho más, hacerle creer a los pobres que el gobierno, de un día para otro, conseguirá recursos para distribuirlos gratuitamente. Basta que no se roben el dinero los gobernantes, para cubrir las necesidades del presente y sentar las bases del futuro, solo es parcialmente cierto. Más economía, menos política, será la cuestión clave. Los ratones nuestros son, subdesarrollados. Los podemos exterminar; pero eso no bastará. Nuestro atraso, necesitará un replanteamiento del modelo económico, el cambio del sistema universitario y medio; y fundamentalmente, la modificación de la actitud que manejamos. El individualismo infantil, las dificultades para los acuerdos y el sectarismo odioso, acumulado en estos 12 años, no es base para creer que el futuro será mejor. Es tiempo de abrir el puño y darnos la mano, los unos con los otros. Es el tiempo de la “República del amor”, como decía Martí.

[email protected]

Más de Columnistas
Lo Más Visto