Persecución política o justicia

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27 de diciembre de 2021
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12:02 am
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Persecución política o justicia

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Es inminente. La creación de “una comisión especial” para valorar y contrarrestar la corrupción pública. Y obviamente, bienvenida porque francamente en nuestra ciudadanía, el hartazgo ante tales desmanes, les abruma.

Sin embargo, afirmar que “desde las elecciones de 2017 los funcionarios actuales se equivocaron y pensaron que la sociedad les había dado un cheque en blanco para que hicieran y deshicieran con los recursos públicos”. Es una declaración, sesgada y políticamente inapropiada que, refleja prejuicio y sagacidad política, en contra de los gobiernos nacionalistas.

¿Acaso durante el gobierno del poder ciudadano, no ocurrieron actos de corrupción, que demuestran que también actuaron considerando que tenían un cheque en blanco? Precisamente, el actor público que da tales declaraciones, al que considero es un profesional honesto, vivió en carne propia, los exabruptos corruptivos que se cometieron en los tres años de ese gobierno, durante los cuales, tuvo oportunidad de participar y que, para bien del mismo, renunció a tiempo.

El diario La Prensa compila de manera cabal, los escándalos y las polémicas, durante los tres años del gobierno del poder ciudadano. Por otra parte, la Federación de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo de Honduras (Foprideh), publicó en noviembre 2007, un sugestivo documento en el que demuestran, la corrupción y el debilitamiento institucional que amenazó nuestra democracia en ese período de gobierno (Foprideh, 2007).

Estoy de acuerdo con que se busque hacer justicia, pero sin ventajismos y oscuras intenciones políticas que, se desprenden al dejar de lado administraciones gubernamentales, en las cuales la corrupción, fue campante y descarada. Se han denunciado actos de corrupción que ocurrieron en el gobierno del poder ciudadano y quieren taparlas con malicia política. Existen las pruebas que demuestran los actos de corrupción cometidos en gobiernos anteriores al 2017, que deben tomarse en consideración. De tal manera, que la aplicación de la justicia, sea pareja y no parcializada.

El problema con atacar la corrupción en Honduras, implica atacar o cambiar el contexto del sistema institucional en la que está inmersa, y en el que prevalece un “modus operandi” de corrupción oculta. Nuestra realidad política es “jodida”. Los buenos políticos, que tienen sanas intenciones de combatir la corrupción, son débiles en el sentido del poder político que ostentan, y no van a actuar más allá, de las limitaciones reales que tiene la estructura de poder político que nos domina.

¿Cómo eliminar la corrupción pública? Con respecto a la respuesta de esta pregunta hay mucho por reflexionar, analizar y consensuar. Comencemos con la integración de esa comisión. ¿Por qué tiene que ser Mayorga el que la encabece? ¿Acaso no tenemos en Honduras profesionales hondureños con la capacidad y la ética suficiente para encabezarla? Este ciudadano de origen colombiano fue, soberbio e irrespetuoso, con la institucionalidad nuestra. No supo llevar a un nivel efectivo la estrategia anticorruptiva, sino que más bien, creo serios conflictos y al final no hizo un buen trabajo. Su estrategia no logró desarrollar procesos estructurales, válidos para combatir la corrupción. Se dedicó más a casos individuales, y se olvidó de la estructura. Vio el árbol y no la arboleda. Y además personalizó su trabajo.

Pienso que, para realizar una estrategia anticorrupción efectiva, esta debe nacer de un consenso entre la sociedad política y la sociedad civil. Se debe definir y establecer una estrategia que oriente la lucha titánica por dar. Sería una equivocada acción política que esa lucha contra la corrupción, sea promovida, solo desde el gobierno y basada en criterios políticos sectarios y parcializados. El nuevo gobierno, se va a enfrentar con un medio político en el que abundan políticos con cola, aun en el mismo partido que conquistó el poder del gobierno recientemente. Como lo dice un amigo “no estaremos gobernados por santos”. Pero sí reconozco que la presidenta electa, puede realizar una gobernanza con la voluntad política, para combatir la corrupción apropiadamente.

Entonces, ¿cuáles estrategias para abordar la corrupción se requieren? Qué debemos hacer para cambiar la mentalidad de los políticos que piensan que el Estado es un botín para enriquecerse y hacer riqueza fácil. No es solo con una comisión de funcionarios públicos que vamos a solucionar este problema. Necesitamos una calidad de actores ciudadanos tanto políticos como de la sociedad civil que, cooperen, para definir esas estrategias y que haya ética política para implementarlas.

En Honduras, el Estado adolece de un estricto código de ética y de responsabilidades profesionales y estándares de conducta para los actores públicos. No hay capacitación, ni supervisión y atención a reclamos por asuntos éticos. Llegar al poder del gobierno sirve para el enriquecimiento ilícito de oligarquías, sean de un color político u otro. Hasta el día de hoy no hemos tenido un Estado ético que demuestre que vale la pena honrarlo.

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