“ROME NE FU PAS FAITE TOUTE EN UN JOUR”

MA
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29 de diciembre de 2021
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12:25 am
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“ROME NE FU PAS FAITE TOUTE EN UN JOUR”

ALGUIEN debiese informar a esos sectores que esperan caiga maná del cielo como gracia milagrosa a sus dificultades, que la princesa no está para tafetanes. A la hora de acercarse al poder entrante con su pliego de peticiones tal vez convenga que lo hagan con los pies en la tierra, aparte de informarse sobre la mala situación que atraviesa el país. Incluso, bien harían los funcionarios de la transición que asumirían funciones administrativas –antes de plantear ofrecimientos arrebatados en esos foros donde participan– medir cuidadosamente las expectativas que generan en el auditorio. Si el país que reciben está en deplorable estado de salud, los alarmantes signos vitales no van a recuperarse exacerbando la enfermedad.
Solo observen los síntomas para que nadie vaya a equivocar diagnóstico al padecimiento.

¿Qué piensan que ocurrió con la crisis que ya se experimentaba cuando de repente pegó la infernal peste sanitaria? Si esa pandemia puso de rodillas a las potencias mundiales y a los países más ricos del mundo, ¿qué efecto más nocivo pudo haber tenido en estos pintorescos paisajes acabados? Aparte de los sensibles fallecimientos y de los masivos contagios, del colapso de los mercados y el desplome de las actividades empresariales y productivas, calculen el daño a la infraestructura económica del país. En realidad se trata de una traumática fractura de la columna vertebral nacional. Por más que se esmeren dando cifras de crecimiento, eso es como ir subiendo del fondo de un precipicio. Tomará tiempo solo para asomar la cabeza. Ello es que el país vuelva a los niveles existentes antes de azotar la pandemia. Que, dicho sea de paso, eran las paupérrimas condiciones reflejo del atraso solo que en un clima mucho más descompuesto atribuible al descontento popular. No hay manera a corto plazo de recuperar las gigantescas pérdidas sufridas. Así las cosas de mal. ¿Cuánta gente creen que perdió sus trabajos cuando empresas moribundas –grandes, medianas y pequeñas– para reducir sus costos tuvieron que cesantear empleados? ¿No repararon cómo se dispararon los flujos migratorios? Compatriotas desesperados nutriendo las caravanas con rumbo a la “tierra prometida”. Ese es el resultado obvio de la falta de trabajo. Tener trabajo en estas condiciones es una bendición, y perderlo una maldición. ¿Cuál si no otra, la de velar por los más necesitados, los que no tienen trabajo, debe ser la primera preocupación del próximo gobierno? Y no es escarbando más el hoyo que se pueda remediar esta ingrata realidad.

No es golpeando más al lastimado sector empresarial –el mayor generador de empleo– que pueda desactivar esa bomba a punto de detonar. Incrementar los costos de operación a los negocios, a las empresas, a las industrias, solo conseguirá profundizar más la calamidad. Este no es ningún paraíso que atraiga la inversión. Muchas de las grandes empresas que habían –capitales hondureños que vendieron a extranjeros– se mudaron a la vecindad y aquí dejaron solo sus sucursales. El país no ofrece condiciones competitivas –la carga impositiva y los costos de producción son demasiado altos– que a atraiga inversiones sólidas. Y no se hagan ilusiones que si las malas condiciones empeoran habrá inversión que quiera venir. Lo poco que cae de afuera son agencias o tiendas que vienen a vender servicios o artículos de consumo al mercado local. Así que las consecuencias pueden ser muy distintas a lo que se espera, si no se revierte ese círculo vicioso de la pobreza, con soluciones creativas, revisando el disfuncional sistema, pero para corregir defectos no empeorarlos. Comenzando por una reforma profunda al sistema educativo obsoleto. Y una última observación. El resultado de esos multimillonarios paquetes de auxilio en los Estados Unidos es que han disparado la inflación. Y la inflación es un impuesto invisible; la carga más maliciosa que existe. Eso tendrá un efecto directo en nuestro país. La inflación, no solo encarece todas las importaciones, sino que obliga al alza de los intereses bancarios. Y la medida tiene la desgracia que hace más caro el dinero para invertir, y para levantar la maltrecha actividad económica y la infraestructura productiva postrada. Así que piensen dos veces antes de querer –dizque por complacer exigencias– colocarle más leños a los pesados maderos de la cruz. (Reclamaron que ayer, en el editorial, no opinó el Sisimite. Estaba encuevado por la Navidad. Pero hoy –a los sofocados sectores que demandan beneficios inmediatos– les traslada el viejo proverbio: “Rome ne fu pas faite toute en un jour”. “Roma uno die non est condita”, en latín y “Roma no se construyó en un día”, en español).

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