TENTANDO ALMAS

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30 de diciembre de 2021
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12:17 am
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TENTANDO ALMAS

SE creía que la paz generada después de conocer los resultados electorales serviría para apaciguar esos ímpetus irascibles de odiosidad. Sin embargo, pese a que en la temporada navideña gente de bien se ha imbuido del espíritu cristiano, anda suelto el demonio tentando almas irredentas a seguir pecando por las redes sociales. A propósito de ello, un amigo lector remite la siguiente colaboración. Tomamos partes de ese artículo –“¿Por qué Twitter es la Red del Odio?”– reproducido en el portal de una universidad española: “Hace dos años el consejero delegado de Twitter, anunció que iba a tomar medidas para controlar la difusión del discurso de odio, el acoso, las noticias falsas y las teorías de conspiración”. “La red ya ha promovido algunas medidas como ocultar las respuestas de los tuits, y recién ha endurecido sus reglas contra las conductas de odio”. Como afirman algunas investigaciones. “Los insultos, las vejaciones y demás comportamientos de este tipo impactan en la calidad de las interacciones y pueden generar que los usuarios migren a otros entornos de comunicación donde se encuentren más seguros”.

“¿Por qué en Twitter se dan este tipo de conversaciones tóxicas?”. A continuación –las citas corresponden al criterio de varios catedráticos universitarios– algunas razones que explican la toxicidad de esta red: “La limitación de extensión en sus publicaciones: aunque es uno de los elementos diferenciadores de esta plataforma desde su creación, hace que los mensajes difundidos por medio de ella tiendan a la simplificación y al maniqueísmo que excluye los matices, lo cual a su vez lleva a la polarización y a un enfrentamiento muy radicalizado”. “La ubicuidad lleva a la inmediatez y a menudo a la irracionalidad: Twitter fue la primera red social “mainstream” concebida ya originariamente para ser empleada en dispositivos móviles, y la ubicuidad conlleva inmediatez, cosa que a menudo propicia las intervenciones irreflexivas, viscerales y carentes de toda empatía”. “La inmediatez y la generación de respuestas instantáneas llevan aparejado el desarrollo del componente más emocional o irracional, y el hecho de que estos mensajes de odio puedan ser secundados por otros usuarios puede incrementar este tipo de comportamientos no deseados”. El efecto llamada: “si en una plataforma abundan los trols y los odiadores o “haters”, los amantes del conflicto y del acoso se sienten en su salsa mientras que quienes detestan el discurso del odio y el malrollismo acaban abandonando la red por puro hartazgo, lo cual provoca que el porcentaje de usuarios tóxicos respecto al total de usuarios aumente sustancialmente”.

“El anonimato de Twitter: esta red ha sido tradicionalmente más permisiva que otras redes a la hora de censurar determinados contenidos y de verificar la identidad de los usuarios, lo que ha dado alas a las malas prácticas de aquellos usuarios que se escudan en la tolerancia mal entendida y en el anonimato para campar a sus anchas en esta plataforma”. “Las mujeres y las minorías, dianas de la toxicidad de Twitter”. “Esta toxicidad se ceba sobre todo con las mujeres y las minorías”. “El estudio Troll Patrol de Amnistía Internacional afirmó que se enviaba un tuit abusivo a una mujer aproximadamente cada 30 segundos, y de los 14.5 millones de tuits que mencionaban a las mujeres, 1.1 millones eran abusivos o problemáticos”. “En general, en redes sociales las mujeres son acosadas en un porcentaje significativamente mayor al de los hombres”. (El Sisimite citando a Santiago: “Que nadie, al ser tentado, diga: ‘Es Dios quien me tienta’. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie”).

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