Aglomeraciones, cierres e inconsciencia

MA
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5 de enero de 2022
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12:08 am
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Aglomeraciones, cierres e inconsciencia

Guillermo Fiallos A.

Con suma sorpresa hemos presenciado como en los últimos días del año recién finalizado, se han conformado aglomeraciones letales de personas para festejar ya sea las fiestas de Navidad o de fin de año o, fundamentalmente, asistir con garganta entusiasta a aupar al equipo de sus amores: Olimpia o Real España.
Con un lleno sorprendente, sobre todo, en el estadio Nacional de Tegucigalpa, no cabía un alma en medio del estruendoso ruido coreando la palabra gol; mientras el coronavirus, seguramente, metió más de un autogol a los fanáticos que no despertaron de su inconsciencia, ante una enfermedad que ha tenido un repunte desmesurado en las semanas pasadas en el planeta entero.

Nadie, absolutamente nadie, se preocupó por un potencial contagio tanto en la ciudad capital como en el estadio Morazán. La indolencia de los empresarios, el gobierno y de los mismos aficionados, deja con la boca abierta a quienes todavía tienen discernimiento sobre la gravedad del coronavirus con su variante ómicron.
Sumado a lo anterior, están las reuniones de amigos y familiares en esta época pasada, en las cuales no se tomaron las debidas y mínimas medidas de bioseguridad. Igual o similar situación, aconteció en los cines donde, sobre todo, una juventud entusiasta y desesperada por el encierro, se aglomeró para presenciar los estrenos famosos de la temporada.

Además, lamentablemente, el gobierno ha procedido a cerrar varios triajes, aduciendo que ya es casi nula la asistencia de personas con síntomas de la fatal enfermedad. Ello, ha impregnado el ambiente de un falso optimismo en el sentido que los hondureños ya somos inmunes a la enfermedad y que, incluso, le hemos ganado la apuesta a Superman; a quien, sí lo vence la kryptonita. ¡Vaya, sí seremos ilusos! Mientras en Europa son miles de contagiados diariamente, aquí pensamos que vivimos en el paraíso de la protección interplanetaria.
No solo es grave haber cerrado varios triajes a lo largo del territorio, sino también, el hecho de volver a ponerlos en operación no es una cuestión de logística sencilla, pues implica toda una infraestructura material y humana que no se realiza con un soplo divino de simples mortales.

Por otro lado, no solo es culpa del gobierno, pues hay gran cantidad de personas renuentes a la vacuna y que creen, por derecho propio, formar parte del equipo de los Invencibles de Némesis. Y algunos otros, que no toman las medidas de protección mínimas ante un enemigo que no se ve ni se siente venir cuando ataca.
Y para finalizar la historia con banda de oro, tenemos como insigne protagonista al novel gobierno que asume, oficialmente, en poco tiempo la conducción de la nación.

Los nuevos administradores del país, parecen más preocupados por los festejos que implica una toma de posesión que, bajo las actuales circunstancias, debió llevarse a cabo de una forma más sencilla y discreta, pues ello puede conllevar -insensatamente- la propagación de este mortífero virus.

Sin embargo, la gente está más preocupada en vestirse de gloria que en cubrir de seguridad y salud al pueblo que la llevó al poder. Afirman, que restringirán la entrada de sus correligionarios al estadio Tiburcio Carías Andino (aunque serán miles quienes estarán adentro); pero instalarán pantallas gigantes en los alrededores y otros sitios, para que el pueblo se deleite en aglomeraciones considerables, con los actos protocolarios y democráticos que se llevarán a cabo.

No entendemos cómo -en pleno rebrote de la pandemia-, nadie ha dicho nada tanto de esa inconsciencia de permitir que miles de aficionados al fútbol llegasen a mirar los espectáculos deportivos; como a quienes asistirán a los actos de traspaso de poder que tendrán lugar en algunos días.

Las voces de ciertos eminentes profesionales de la salud que antes eran muy esperadas, respetadas y escuchadas están en silencio absoluto. ¿Será porque ahora, algunos de ellos formarán parte de la “klase” política gobernante; o porque están muy ocupados atendiendo los nuevos casos de esta enfermedad; o porque no quieren ser disonantes con los actuales caudillos que guiarán la patria por los siguientes cuatro años?
Todo se reduce a tres palabras que, unidas, forman la tormenta perfecta para extinguir las vidas de los compatriotas en esta era de COVID-19: ¡aglomeraciones, cierres e inconsciencia!

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