CUATRO FÁBULAS DE EDGARDO MOLINA

ZV
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23 de enero de 2022
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12:16 am
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CUATRO FÁBULAS DE EDGARDO MOLINA

El águila y el ratón
Un ratón que vivía en el valle de Comayagua había diseñado un agujero pequeño en su madriguera bajo tierra, para poder ver las nubes que tenían forma de queso, frutas, animales y personas. El ratoncito quería salir sin miedo de las águilas.

Un buen día no lo soportó más. Salió y esperó sin moverse a que algún águila quisiera llevárselo hasta el cielo. Pensó que valía más un vuelo breve, durante el cual podría tocar las nubes, que una vida atrapado en su madriguera.

Vio la sombra acechándole, las patas le temblaban, no obstante, se puso en dos pies y le gritó al águila.

− ¡Águila! ¡Ven por mí! ¡Yo no te tengo miedo!

El águila, con raudos aleteos, puso las garras encima del ratoncito y le dijo:

− ¿Qué te pasa? No le temes a tu destino, ¿quieres que te coma?

–Mi destino está en el cielo. Lo que tengas que hacer, hazlo en las nubes, pero llévame a conocerlas.

El águila, conmovida por la petición del ratoncito, lo subió a sus espaldas y emprendieron vuelo.

El ratón, lleno de felicidad, iba diciéndole al águila todas las formas en que ella había visto las nubes y cómo la luz y el viento les daban vida a las que finalmente desaparecían en otras formas.

Cuando el águila descendió, no pudo tragarse al ratón, aunque este cumplió su palabra y le pidió tomar su vida como pago por el vuelo.

El águila le dijo:
−Un día todos los animales fuimos hombres en vidas pasadas, no puedo comerte. Todavía tienes que aprender más de este mundo, en ese momento volverás a la forma humana para mostrar a los humanos todo lo que viste en las nubes.

Joaquín, el monstruo
Joaquín tiene ojos grandes, nariz redonda y una enorme sonrisa; es el único monstruo que no da miedo, por el contrario, por la noche se pone su sombrero de copa y se dedica a ahuyentar a otros monstruos feos que entran en los sueños de los niños.

Joaquín tiene calcetines multicolor que le llegan hasta las rodillas, unos zapatos verdes, pantalón rojo y camisa amarilla. Joaquín es muy chaparro, peludito y redondo, pero muy valiente, de hecho, es el único monstruo que tiene el valor para enfrentar al Coco…

Muy pocas veces ha sido visto por un niño, no obstante, por las noches, después de alejar los monstruos malos, le gusta jugar con cualquier juguete y le encantan las tajaditas, únicamente come tajaditas de banano verde.

Yo lo vi por primera vez cuando tenía ocho años. Joaquín sigue siendo mi amigo y busca a más niños que necesiten ayuda para sacar monstruos terroríficos de sus sueños y después puedan regalarle tajaditas.

Un vaquero espacial
En medio del espacio, viven los valcur (criaturas muy parecidas a los manatís, pero llenos de luz, como vacas espaciales). Esos animales se comen las estrellas y los satélites. A veces juegan con ellas y las mueven de lugar y en la Tierra no se pueden ver.

Un día, los valcur se comenzaron a comer la Luna, la Tierra se comenzó a quedar sin luz y la gente paró de reír.

Un señor llamado Prometeo decidió hacer una burbuja muy grande e hizo una raqueta gigante y le puso jabón. Luego, con un ventilador, lo sopló y vio que se hizo una enorme burbuja, rápidamente fue a ponerse su traje de buzo, corrió hasta el tejado y saltó en medio de la burbuja. Prometeo subió hasta la Luna, donde vio a los valcur comiéndosela a pedazos. De inmediato intentó espantarlas, pero las criaturas no obedecieron. Los valcur emiten un sonido muy extraño al comer y ni siquiera pudieron escuchar a Prometeo, por lo que Prometeo comenzó a silbar una vieja canción.

Así, las vacas come estrellas comenzaron a seguir a Prometeo, así como ratas al flautista de Hamelin, hacia otras galaxias lejanas, y así la luz del mundo se conservó tal y como está.

El espantapájaros y el reloj cucú
Muy cerca de las Ruinas de Copán, don Aníbal siembra maíz y hace muñecas de tusa para su hija Betsabé.

Un espantapájaros está situado en medio de la milpa, viendo hacia la casa, atentamente observa cada hora el reloj cucú. El espantapájaros está muy enamorado del único pájaro que no le teme.

Ixquic, al ver aquel amor imposible, decidió darles vida a las muñecas de tusa de Betsabé y tomando la forma del espantapájaros, le dijo a don Aníbal:

−Si quieres que el maíz te dé una cosecha más en el año, permití que tu hija Betsabé juegue con sus muñecas a los pies del espantapájaros cada día.

Desde entonces, las muñecas de tusa transportan los mensajes de amor entre el pájaro cucú y el espantapájaros a través de Betsabé.

Fuente: Lluvia de Peces

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