LA GUERRA DE LOS HACKERS

ZV
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19 de marzo de 2022
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12:35 am
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LA GUERRA DE LOS HACKERS

EL gobierno ruso –según informes del servicio secreto norteamericano– usó sus habilidades informáticas para inmiscuirse en las elecciones norteamericanas. No es novedad que utilicen sus sofisticados sistemas para espiar –dentro de su propio territorio y en el ajeno– y apropiarse de información, particular y oficial, que les sea útil. Hasta hace poco descubrieron en Washington que los rusos además de espionaje también hicieron uso de la misma tecnología –dirigida a los votantes– para influenciar la opinión pública en los Estados Unidos. Solo que la ley de gravedad dispone que todo lo que sube baja. Hoy, la prensa internacional recoge detalles de otra guerra –la de los hackers– que incursionan en los sistemas informáticos ajenos para perturbarlos y manipularlos. Pero esta vez, cientos de voluntarios de todo el mundo, solidarios con Ucrania, le están echando la vaca a los rusos. Un artículo del NYT informa que “los hackers llegaron de todo el mundo”. “Desconectaron sitios web gubernamentales de Rusia y Ucrania, escribieron mensajes contra la guerra en las páginas de inicio de los medios de comunicación rusos y filtraron datos de las operaciones de hackers rivales”.

“Luego se agolparon en las salas de chat, en espera de nuevas instrucciones, animándose entre ellos”. “La guerra en Ucrania ha provocado una avalancha de ataques cibernéticos por parte de hackers voluntarios a un nivel que los investigadores de seguridad no habían visto en conflictos anteriores”. “Han creado una disrupción generalizada, una confusión y caos”. “Las batallas en línea han desdibujado las fronteras entre hackers respaldados por Estados y aficionados patriotas, lo que dificulta que los gobiernos comprendan quién los está atacando y cómo tomar represalias”. “Pero tanto Ucrania como Rusia parecen haber recurrido a expertos en tecnología”. “Han creado canales en la aplicación de chat Telegram para dirigirlos a que ataquen sitios web específicos”. “La participación de hackers voluntarios hace que sea más difícil determinar quién es responsable de un ataque en línea”. “Algunos de los hackers afirmaron que eran ucranianos que vivían adentro y fuera del país”. “Otros dijeron que eran ciudadanos de otros países que simplemente estaban interesados en el conflicto”. La táctica de tumbar y de vandalizar los sistemas del contrario, ha tenido un éxito relativo. Aunque es incierto qué tanto efecto hayan tenido en la campaña militar que se libra en los campos de batalla sobre el terreno. “Estamos creando un ejército tecnológico” –reveló el ministro de Transformación Digital de Ucrania– “y habrá tarea para todos”.

En horas el canal de Telegram –donde colgaron las instrucciones y el software a descargar– tenía más de 300 mil suscriptores. “Están organizados en grupos pequeños y su meta es atacar objetivos de alto impacto, como infraestructura y sistemas logísticos importantes para las fuerzas militares rusas”. Sin embargo, el riesgo de estas embestidas es que se vuelvan incontrolables y creen confusión con efectos contraproducentes. Por supuesto que también hay respuesta. “Los que apoyan al gobierno ruso y su invasión en Ucrania –alerta uno de los expertos– están preparando sus represalias contra una serie de objetivos”. Rusia también ha atacado sistemas informáticos del gobierno ucraniano –tanto antes como durante la invasión– incluso una operación que provocó la caída de algunos servicios celulares. Los ataques del ejército de voluntarios ucranianos han logrado extraer información secreta –carteras digitales donde almacenaban criptomonedas, correos electrónicos– que luego han filtrado al público. Otros se acreditan haber atacado los servicios de trenes que transportaban suministros rusos. El otro gran grupo organizado es Anonymous. Desde el principio del conflicto, sus integrantes han ido proponiendo y ejecutando ataques con distinto éxito. (El Sisimite no ofrece sus servicios ya que no hay señal en la pronunciada empinada. Cuando baja al pueblo lo que manda son telegramas sucintos para no pagar por exceso de palabras).

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