Mandela: “el estadista de la reconciliación”

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23 de marzo de 2022
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Mandela: “el estadista de la reconciliación”

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Óscar Lanza Rosales
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En la mayoría de los países africanos, los negros siempre han sufrido la discriminación de los blancos, pero en el caso particular de Sudáfrica -según la Enciclopedia Biográfica- en 1948 llegó al poder el Partido Nacional (PN), que institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid, una situación que había comenzado desde inicios del siglo XX, en que se prohibía a los negros: ocupar puestos de trabajo calificados, matrimonios mixtos, exclusión del censo electoral, separación en las fábricas, transporte público y hasta en las playas.
El triunfo del PN de los Afrikáners (blancos descendientes de los holandeses colonizadores del país) vino a confirmar y a ampliar esa represión. Un 28% de blancos dominando al 72% de la población negra. El gobierno de Daniel Malan (1948-1954) puso en vigencia un sistema completo de segregación y discriminación social, económica, cultural, política y territorial en perjuicio de la mayoría negra; era el llamado apartheid o “desarrollo separado de cada raza en la zona geográfica que le era asignada”.

Frente a esta opresión por décadas, los africanos negros incluyendo a los sudafricanos, crearon el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de lucha, bajo la inspiración de Gandhi, que propugnaba la no violencia.
En ese movimiento emergió una figura carismática que provenía de una tribu, hijo del jefe, a quien se le puso Rolihlahla, que significa revoltoso, pero a los siete años, en la escuela metodista, fue bautizado con el nombre de Nelson; y ya famoso, sus compatriotas lo llamarían Madiba, por el nombre de su clan. Nelson Rolihlahla Mandela.
En 1941 abandonó su aldea y partió a Johannesburgo para estudiar derecho, ahí conoció a Walter Sisulu, su mentor, quien influyó en sus ideas políticas y al finalizar sus estudios, viendo sus dotes de líder, lo incorporó al ANC.

Sisulu y las otras personas que lo trataron, coinciden en señalar su extraordinaria personalidad: poder de seducción, confianza en sí mismo, gran capacidad de trabajo, valentía e integridad.
Desde que ingresó al ANC fue un militante activo, y en su seno, en 1944, estuvo entre los líderes fundadores de la Liga de la Juventud del Congreso (LJC) que llegaría a constituir el grupo dominante de la ANC.
Presidiendo la LJC (1951-1952), organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas, al tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen, convirtiéndose en el líder de hecho del movimiento.

La represión produjo 8 mil detenciones, incluyendo a Mandela, siendo confinados en Johannesburgo. En 1955, cumplida su condena, reapareció en público, promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que plasmaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social.

El endurecimiento del régimen racista llegó a su culminación en 1956, con el plan del gobierno de crear siete territorios marginales, supuestamente independientes en los que se pretendía confinar a la mayoría negra.
El CNA respondió con manifestaciones y boicoteos que condujeron a la detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta traición, juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961. Durante este período 69 manifestantes fueron asesinados.
En 1962, por viajar por diversos países africanos recaudando fondos, por la causa sudafricana, a su regreso, fue detenido y condenado a cinco años de cárcel, y estando en prisión, fue condenado a cadena perpetua. En cautiverio fue nombrado presidente del CNA.

Prisionero durante 27 años (1963-1990), el gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones para ponerlo en libertad, pero Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país: “una figura legendaria que representaba el sufrimiento y la falta de libertad de los negros sudafricanos”.
Finalmente, Frederik de Klerk, presidente de la República por el PN, cedió y abrió el camino para desmontar la segregación racial. En febrero de 1990 legalizó el CNA y liberó a Mandela, que se convirtió en su principal interlocutor para negociar el desmantelamiento del apartheid y la transición a una democracia multirracial; pese a la complejidad del proceso, ambos supieron culminar exitosamente las negociaciones. Mandela y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.

Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica (1994-1999); desde ese cargo, puso en marcha una política de reconciliación nacional -manteniendo a De Klerk como vicepresidente- de la cual escribiré en el próximo artículo, para vincularlo a la reconciliación que ha prometido la presidenta Castro en Honduras.

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