Hay que formar a los jóvenes

MA
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19 de abril de 2022
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01:20 am
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Hay que formar a los jóvenes

Rafael Delgado

Indudablemente que gran parte del éxito de los países desarrollados radica en haber construido sistemas educativos y de formación profesional atractivos como también accesibles para sus jóvenes. En otras palabras, han dedicado el tiempo y los recursos para el ciudadano del futuro. Descuidar este segmento de la población es sumamente fatal y evidencia de ello son nuestros países, en especial los de la región centroamericana. Hoy, las fatales omisiones y los caros yerros del ayer, se presentan como agudos problemas sociales sumamente costosos de solucionar o tan solo de paliar; mucho más caros que los recursos que se debieron de utilizar el pasado para dar formación y educación al alcance de todos.

Para dar un giro importante en este asunto es necesario hacer algo totalmente diferente. Seguramente que podemos aprender de otros países y latitudes. En Europa para el caso han logrado construir un sistema de educación prometedor para el joven, bien financiado, diversificado y actualizado a los requerimientos de la economía. Uno de los elementos más importantes y que debiera despertar el interés entre nosotros, es que a medida que el joven va avanzando se van abriendo diferentes tipos de trayectos educacionales. Así, en su paso por los grados, los jóvenes, según sus capacidades y talentos, van escogiendo una de las diversas modalidades disponibles. Algunos escogerán por sus habilidades la modalidad de educación media que los preparará para la entrada a las universidades. Otros, tomarán la modalidad que los preparará para las escuelas técnicas superiores.
Pero en un país como en Alemania, cerca de la mitad de los jóvenes escogen el trayecto educacional que prepara para una profesión en particular y que permite transitar directamente como también de manera exitosa de allí al mercado laboral. Se trata de un trayecto educacional que a partir del noveno grado, forma a los adolescentes en tres años en un esquema donde comparten el tiempo de aprendizaje entre el colegio y la fábrica. Los alemanes le llaman sistema dual y forma a los estudiantes tres a cuatro días en la fábrica y el resto del tiempo en el colegio. Aquí se concretiza un interesante trabajo conjunto entre la empresa privada y el gobierno. La fábrica está a cargo de los costos de la formación práctica aportando además con un estipendio mensual; garantiza que el joven en los tres años como aprendiz alcance las competencias necesarias, según el reglamento de formación aprobado, para así terminada la educación secundaria ser ya un profesional capacitado en uno de las muchas profesiones técnicas. En el colegio, financiado con recursos públicos, los aprendices reciben su formación en idiomas, informática, deportes, así como la parte teórica de su profesión.

Lo importante de este modelo dual es que hay una alianza entre los sectores económicos y el Estado. Es tan exitosa, a pesar de sus falencias y alto costo, que según los estudios que se han hecho indican que tanto el joven que escoge esta modalidad como los que escogen la vía que los lleva a la Universidad tienen prácticamente las mismas posibilidades de éxito laborales como económicas. Tampoco recae sobre el que pasa por el sistema dual el estigma de ser débil académicamente o intelectualmente ya que ha aprobado su formación precisamente porque también ha pasado por el rigor del estudio, los exámenes y el aprendizaje constante. Para este joven graduado de una de esas profesiones bajo el sistema dual de educación media se abre entonces el camino para una integración exitosa al mercado laboral con su título de secundaria y además con posibilidades de seguir formándose en los institutos especializados de su campo para seguir ascendiendo.

Seguramente que si lográramos hacer algo de esto andaríamos por mejor camino. Sería importante entonces ir apuntando mejor los esfuerzos y no solamente aumentar los presupuestos de educación para seguir haciendo lo mismo. Lo que necesitamos es reconstruir nuestro sistema de educación, para ponerlo a la medida de las habilidades y competencias de los jóvenes; un sistema realmente diversificado que ofrezca diversidad de opciones, prometedor para el joven y orientado a las necesidades de un mercado laboral cambiante.

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