Las culturas, las artes y los pueblos de Honduras

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29 de abril de 2022
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12:05 am
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Las culturas, las artes y los pueblos de Honduras

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

No. 1
Por; Óscar Armando Valladares

En consideración al proceso de deterioro que sufrió la promoción de la cultura, las artes y los patrimonios de los pueblos, la Presidenta Xiomara Castro creó la Secretaría de Estado encargada del fomento y salvaguarda de estos tres factores patrios, según Decreto Ejecutivo suscrito en Consejo ministerial el sábado 6 de abril del año en curso (no en 2021 como equivocadamente fue transcripto).

No obstante figurar en el último nivel -conforme al orden de precedencia-, lo cual a tenor de experiencias anteriores se infiere que ocupará ese mismo lugar en punto a dotación presupuestaria, otorgarle el rango de Secretaría implica conferirle el relieve institucional necesario, después del largo período de barbarie que impuso el régimen resultante del cruento madrugón de 2009.

Desde esta instancia, el gobierno de reciente estreno: propende -como asegura en líneas generales- formular políticas coherentes con la identidad nacional respetuosas de la diversidad, que impulsen nuestras raíces e implementen la protección y promoción de la cultura, el arte y el patrimonio étnico del país, con pleno acceso a los mismos. No está de más recordar que la voz “cultura” engloba estos elementos y otros no menos importantes a los que habrá que dárseles su valor intrínseco, si de verdad la administración pública ambiciona hacer efectivo el plan bicentenario contraído a “refundar Honduras y contribuir el Estado socialista y democrático”, del que habla el Decreto Ejecutivo PCM 05-2022, arriba indicado.

Tres de esos otros elementos de primordial cuidado y atención aluden al impulso de libro y la lectura, la enseñanza y práctica de la moral y el fomento del civismo, los símbolos nacionales y las figuras patrias. En el seno de un grupo de amigos y en presencia de Manuel Zelaya Rosales, el pasado 8 de enero presentamos lo que dimos en llamar “Propuesta vinculatoria con el fortalecimiento de la cultura, el civismo y la identidad nacional”. En el contexto de las ideas justificativas de la propuesta, expresamos lo que sigue:

“Por lo general -aunque especialmente en los últimos doce años de barbarie y degradación-, principios fundamentales como la ética, el civismo, la identidad nacional, han sido vulnerados más por acción que por omisión. Al respecto, no ha habido a la fecha una política directriz ni una consciente voluntad resolutoria, razón por lo cual con el advenimiento del gobierno de la ciudadana Xiomara Castro se presenta la ocasión de llenar este vacío.

Es criterio nuestro que esa política de Estado debe irradiarse a partir de un personaje de irreprochables méritos republicanos, como es la figura de Francisco Morazán, alrededor de quien giran otros hombres y mujeres de prestancia, entre los cuales sobresale su esposa y compañera de ideales e infortunios, María Josefa Lastiri Lozano.

Igual que en Cuba consagra a José Martí, Venezuela a Simón Bolívar, Argentina a José de San Martín, México a Benito Juárez, Chile a Bernardo Higgins, etc., Honduras consagra nominalmente a Morazán, con lo que el gobierno tiene en sus manos el compromiso de ser la “posteridad” del gran repúblico y se le haga real justicia, como él adujo cuando era conducido -en 1842- al pelotón de fusilamiento”.

De la toma de posesión a la fecha han transcurrido unos cuatro meses, lapso dentro del cual la gobernante tuvo a bien nombrar en la Secretaría de Cultura a la compatriota Anarella Vélez, docente universitaria, historiadora de profesión, afecta al ejercicio literario y feminista y, cual si fuese poco, admirable mujer que ha sabido sobrellevar con seglar estoicismo acumuladas desdichas cruciales.

La conocimos y tratamos en la Librería y Café Paradiso, hará un cúmulo de años. En ese cálido lugar -de libros y animados divertimentos, con poetas como Rafael Rivera- trabamos de igual modo amistad con su esposo Rigoberto Paredes, de barbada presencia y amena conversación, cuya ironía y mordacidad -envueltas en “cólera, ciertamente justa”, según citaba de Yannis Ritsos-, le hacían discursear de esta guisa poética “para nunca ingresare a la Academia”: Distinguidos, ilustres sabios hondos, prominentes eminencias (ancianos malhablados, malpensados): os enseño mi lengua, poco limpia, nada fija y menos esplendorosa porque es más real que la vuestra. Bajo ese alero bullicioso percibimos a Anarella y, más tarde, en la Ciudad Universitaria. Con la próxima entrega le haremos llegar las medidas insertas en la “propuesta vinculatoria” a que hemos hecho mención.

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