“DESPUÉS DEL TRUENO”

MA
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25 de mayo de 2022
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12:25 am
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“DESPUÉS DEL TRUENO”

LA alarma dada por varias publicaciones internacionales –incluido lo dicho en este espacio editorial sobre la “próxima crisis que se avecina”– por lo visto cuajó en la parsimoniosa burocracia internacional. Ello, después que “el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación sonó las bocinas, instando a los países del G-7 que debido a la reducción de aprovisionamientos y el aumento de los precios que está provocando la guerra en Ucrania, ayuden a prevenir una futura escasez de alimentos que amenaza a los países vulnerables”. Cuando recién explotó la peste de la pandemia, los organismos creados para atender ese tipo de emergencias se quedaron congelados. Como venados que se quedan atónitos con los cachos destemplados, al ser encandilados de repente por la intensa luz de los focos. Ninguno de esos entes internacionales reaccionó con la prontitud, la creatividad, ni brindó la asistencia suficiente acorde a la severa magnitud de la crisis.

Los pintorescos paisajes acabados sufrieron aún más la falta de funcionabilidad. Honduras no recibió de la OPS los reactivos necesarios para realizar las pruebas clínicas y detectar contagios. Fue de los últimos países en iniciar la vacunación masiva por haber puesto todos los huevos en la canasta de la tal COVAX. Durante meses los héroes y heroínas que en primera línea atendían a sus compatriotas en apuros lo hicieron a la mano de Dios, a riesgo de su salud y de sus propias vidas sin contar con los insumos básicos ni para la asistencia ni de protección. No fue hasta que llegaron las importantes donaciones de Washington –sumado a las compras oficiales a los laboratorios– que inició en serio el proceso de vacunación. No hubo recursos de salvataje dirigidos a auxiliar la colapsada iniciativa privada. A falta de incentivos y de apoyo las empresas todavía no se reponen, mientras crece el ejército de desocupados ante la pérdida de sus fuentes de trabajo. Esa es la gente desesperada –ya que la necesidad obliga– que emigra para sobrevivir. Las moratorias anunciadas por el Banco Mundial –como gran hazaña– apenas cubrían un ínfimo porcentaje del bestial pago al servicio de la deuda que absorbe más de una tercera parte de los ingresos fiscales. (Tampoco hay que ser ingratos para no reconocer que hubo mayor esfuerzo por asistir la maltrecha economía de parte del BID, el BCIE y el FMI).

Pues bien, dicho lo anterior, como constancia del pobre papel desempeñado por la burocracia internacional –habiendo pasado por esa fatídica experiencia– tal vez ahora las próximas crisis los agarra despiertos. Ante la carestía a nivel mundial el Banco Mundial anunció medidas para paliar la crisis de seguridad alimentaria: “Destinarán hasta USD30,000 millones para proyectos existentes y nuevos en ámbitos tales como la agricultura, la nutrición, la protección social, el agua y el riego”. “Este financiamiento incluirá iniciativas tendientes a fomentar la producción de alimentos y fertilizantes, mejorar los sistemas alimentarios, facilitar un mayor nivel de comercio y apoyar a hogares y productores en situación de vulnerabilidad”. (¿Un poco tardado, no creen, para salir con remiendos hasta que estalla la crisis?). Sin embargo, eso no resuelve el problema de la escasez mundial de otras esencialidades. Por ejemplo aquí en Honduras los consumidores dependen en más del 50% de bienes importados. ¿Qué solución tienen a la dificultad en el despacho de materia prima importada –indispensable para la elaboración de artículos que abastecen el mercado local– que afecta a las empresas nacionales? Los empresarios, están atormentados porque además sus proveedores en el exterior les multiplicaron los precios de lo poco que les mandan. (Como bien dice el Sisimite: “Después del trueno, Jesús María”).

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