HISTORIA DE “CÓMO LAS MAFIAS SE APROPIARON DE HONDURAS”

ZV
/
25 de marzo de 2023
/
12:22 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
HISTORIA DE “CÓMO LAS MAFIAS SE APROPIARON DE HONDURAS”

Juan Ramón Martínez

La producción editorial, durante el último semestre, ha sido muy buena. “Callejas, la vida de un líder, la historia de un partido” de César Indiano; “Un hondureño ante la modernización: Rafael López Padilla”, de Darío Euraque; la novela de Javier Suazo, “Corre la sangre, doña Inés”; “Breves Historias de Honduras” de Juan Manuel Aguilar Flores, “Un país en piyama” de Tulio Renán Martínez; “Anchura” de Geovany Rodríguez y ahora “Tierra de Narcos”, de Óscar Estrada, son ejemplos de lo que afirmamos. Este último libro, es muy importante, no solo por el tema del narcotráfico en Honduras, sino por la forma profesional que se aborda. Óscar Estrada, por un lado, hace un recuento histórico muy bien documentado de los hechos más relevantes de este ilícito, y por el otro, además, aporta una entrevista muy original, con un narcotraficante activo y finaliza, incluyendo como anexo, el interrogatorio de la DEA a Antonio Hernández, ahora preso y condenado en una cárcel de los Estados Unidos. Adicionalmente, nos aproxima, como nunca nadie antes, después que Manuel Gamero entrevistara en su casa en Colombia al relativamente desconocido Ramón Mata Ballesteros que había huido de una cárcel de máxima seguridad, a las palabras y opiniones de un narcotraficante en activo. Orgulloso y seguro, moviéndose en la clandestinidad de San Pedro Sula. Es decir, el pasado desconocido para la mayoría, el presente en la voz de un delincuente en actividad; y la insinuada tarea que obliga a los lectores, a imaginar qué pasará si no se hace nada para detener a los delincuentes. Además de la estructura del libro, hay que agregar que está muy bien editado -la portada que adjuntamos está bien diseñada- y que, por estilo y habilidad, fruto que Óscar Estrada es muy buen escritor, es de fácil y cómoda lectura. Posiblemente, ayuda mucho a la calidad del libro el hecho que su autor sea un cineasta, por lo que la obra, en vez de un rígido tratado de historia, es casi una novela, en movimiento, una película en la que el lector ve, con algún pavor y miedo acumulado, como el delito se va apoderando de las instituciones, de los espacios públicos y privados, estupefactos, el ingreso de nuevos e irregulares protagonistas a la vida nacional. Por la vía del delito. Desde los esposos Ferrari, capturados, torturados y muertos, para después sus asesinos depositar sus cadáveres en un pozo malacate en la salida de la carretera de Olancho, los lectores vemos las imágenes del coronel Torres Arias, Policarpo Paz, los sargentos Dimas Reyes y Matta, Juan Ramón Matta Ballesteros, Leva Cabrera, los Cachiros, y los carteles de los Valle, los Licenciados y otros muchos más. Y además, hay un repaso muy prolijo de importantes acontecimientos que han marcado la vida política del país. Desde el asesinato de los esposos mexicanos Ferrari, la captura y secuestro de Matta Ballesteros, el uso de la pista del Aguacate en Olancho por los encargados de suplir a la contra que usaban los aviones de regreso, con cocaína que ingresaban fácilmente a los Estados Unidos, el asalto de la multitud del Consulado de los Estados Unidos, la participación de Osvaldo Ramos Soto, Manuel Zelaya y Efraín Días Arrivillaga -estos dos publicaron una hoja suelta- rechazando la captura y entrega por un comando policial del primer gran narcotraficante hondureño ahora preso en Estados Unidos, Ramón Matta Ballesteros. Y los hechos más cercanos ocurridos en el presente siglo en el que los nuevos nombres forman parte de algunas familias influyentes, como los Lobo Sosa, los Hernández y los Valle, de occidente; Carlos Zelaya, Fredy Nájera, hasta los asesinatos del general Arístides Gonzales, Alfredo Landaverde; Ricardo Ramírez del Cid, el asesinato de Magdaleno Meza Fúnez, Yani Rosenthal Oliva, Miguel Carrión, Juan Ramón Matta Waldurraga y termina con la captura y extradición a Estados Unidos de “El Tigre” Juan Carlos Bonilla, exdirector de la Policía Nacional y del expresidente Juan Orlando Hernández Alvarado. Esta sección, está muy bien documentada. Cada detalle, afirmación o aclaración de todos los asuntos, tienen respaldo suficiente. Tanto de los periódicos nacionales, así como de entidades especializadas del exterior que han seguido este doloroso proceso en que los hondureños, casi sin darnos cuenta, hemos ido perdiendo a Honduras que ha caído en manos de los criminales, algunos detenidos; pero otros en franca y gozosa actividad.

Y esto nos lleva a la segunda parte del libro: la entrevista que Óscar Estrada logra -no por su iniciativa, sino que por el interés del narcotraficante que quiere fama, cámara y entrar en la historia, ser famoso- con un narcotraficante activo, cuyo nombre real por supuesto no forma parte del libro. Lo que es natural, porque, aunque el personaje que busca y logra ser personaje del libro, aunque quiere fama y reconocimiento, no puede quitarse la máscara; y, no permite fotografías y mucho menos, dar su nombre. Y, la entrevista esclarecedora, por las opiniones que incluye, con Steven Dudley, director de InSight Crime, en la que posiblemente, los juicios desde afuera, privilegiados porque se puede ver el conjunto, apuntan a resaltar un hecho poco visto en Honduras: La lucha de poder, entre los grupos y personas. “Juego de tronos” es la frase. Esta parte del libro es literariamente la más bella; pero no es necesariamente la más certera. Entraña mucha exageración de parte del entrevistado, juego de espejos favorables hacia el mismo e incluso, al final uno tiene la idea -como lector desde luego- que es evidente que Estrada logra una excelente descripción de la entrevista, como la respuesta del entrevistado, y que ambas cosas, tienen un enorme valor cinematográfico y una belleza literaria indudables.

Estrada, como hombre que conoce el oficio, como escritor y cineasta, siente la necesidad de explicarse. Y en algunas veces, a dar juicios generales. Porque una vez que ha concluido el libro, especialmente la entrevista que es la que tiene más movimiento y que aporta información sobre los modos operativos de los narcotraficantes y sus vinculaciones con instituciones de seguridad, entiende que hace falta darle verosimilitud a lo que ha oído, grabado y transcrito. Por ello, en la parte final, aporta detalles y hace afirmaciones en la frontera de lo cinematográfico, para confirmar que le animó la búsqueda de la verdad, el deseo de entender y compartir, su visión de un proceso que ha partido la historia nacional, en dos, por lo menos en los últimos ochenta años. La descripción de los hechos, nos permite a los lectores hacer una conclusión que el autor no aprovecha: los peores golpes en contra del narcotráfico no los ha producido el gobierno de Honduras –obligado natural por su carácter de tal- o la DEA que se justifica en la lucha en contra de los narcotraficantes, en cualquier lugar del mundo, sino que las luchas y competencias rencorosas entre ellos mismos. Y por razones que van desde la codicia del dinero, la lucha por territorios y las venganzas por disputas maritales. O la reducción de las condenas.

Finalmente, Óscar Estrada, al incluir el interrogatorio de la DEA a Antonio Hernández, aporta un elemento testimonial que permite entender muchas cosas, incluso penetrar en zonas grises, dirigir las miradas a áreas oscuras todavía, sin explicación por falta de información y, lo que posiblemente es lo más importante, entender qué es lo que se tiene que hacer para detener, frenar y destruir, un proceso delincuencial que, si no se hace algo, terminara convirtiendo a nuestro país en un potrero solitario bajo control del crimen organizado. Si Harari nos ha amenazado con la destrucción y desaparición de Honduras, por incompetencia de sus estrategas educativos para desarrollar modelos formativos para competir con la revolución digital, Óscar Estrada, posiblemente sin adolorido, nos da señales claras que, si no hacemos algo, ahora e inmediatamente, el país puede írsenos de las manos. Especialmente a las nuevas generaciones que deben ver en el espejo de este libro, una radiografía de los daños que el crimen organizado le ha inferido al cuerpo doloroso de la Patria común de los hondureños. Y encontrar en sus palabras, el compromiso de sanear la vida política, darle un contenido ético al liderazgo y obligar a los medios de comunicación, a ser más críticos. Casi todos los hechos referidos en el libro, estaban frente a los hondureños. Pero muy pocos reaccionaron. Y los que lo hicieron, fueron asesinados por miembros de la misma autoridad policial.

Más de Anales Históricos
Lo Más Visto