La diáspora bonapartista en las Américas

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2 de abril de 2023
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12:17 am
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La diáspora bonapartista en las Américas

Juan Carlos Arosemena*

Después de aquel 18 de junio de 1815 en Waterloo, las fuerzas napoleónicas conscientes de que la aventura imperial francesa había llegado a su fin se dispersaron hacia Oriente y Occidente para forjarse su propio destino lejos de su defenestrado emperador. Aunque Napoleón deseaba vivir su destierro en los Estados Unidos, esto no se le permitió. En su lugar fue enviado a la isla de Santa Elena, en medio del Atlántico. No obstante, su hermano José, sí pudo trasladarse a los Estados Unidos donde murió en 1844.

La atención por el continente americano no era nueva. De hecho, “antes de vender el territorio de Luisiana a los EEUU, en 1803, Napoleón alguna vez soñó con construir un gran imperio continental, con Nueva Orleans como su centro metropolitano” (Tharoor, 2015). Los bonapartistas eran conscientes en gran medida de que en América podrían encajar muy bien dentro de las luchas revolucionarias que acontecían a lo largo del continente. “La Francia napoleónica era uno de los pocos amigos europeos de los revolucionarios latinoamericanos, y su audaz comandante había inspirado, durante un tiempo, a los opositores de las viejas monarquías europeas a ambos lados del Atlántico” (Tharoor, 2015).

El historiador francés Thierry Lentz en una entrevista para el medio Radio France Internationale (RFI) en 2021 señaló que después de Waterloo “hubo una especie de diáspora napoleónica, incluso se llegó a decir que hubo una batalla de los veteranos de la Guardia Imperial en Texas, contra los indios. Estuvieron en todas partes (…)”. Esta afirmación no es una exageración, pues se estima que “alrededor de dos mil militares o agentes napoleónicos presentes en América Latina, desde México en el norte hacia Chile y Argentina en el sur entre 1810 y 1835” (Puigmal, 2019).

Incluso el Brasil, país cuyo proceso de independencia se estudia como un hecho aislado de los procesos de independencia de sus vecinos, no fue la excepción. “(D) es de la participación militar activa de los soldados y oficiales napoleónicos hasta su involucramiento político, pasando por su influencia intelectual, en particular gracias a su papel en la formación de las nuevas generaciones de oficiales y su participación en múltiples empresas de prensa y de edición de libros. (…) No es menor hacer esta constatación, porque permite incluir a Brasil en un contexto geopolítico mucho más amplio y, así, no restringir o limitar su historia reciente (…) a su pertenencia pasada al Imperio portugués o al liderazgo particular de su emancipación” (Puigmal, 2013).

La imagen de Napoleón cuestionó el rol secundario que venían protagonizando los oficiales del ejército a lo largo de todos los virreinatos españoles. En el caso peruano, “no era raro, pues, que soldados ambiciosos de Cuzco, Arequipa, Cumaná o Yapeyú consideraran que, si un hombre de Córcega hubiera podido ascender al rango de emperador de los franceses, ellos también podrían soñar con gobernar las nuevas repúblicas españolas” (Dym y Ricketts, 2009). Así, en 1811, el obispo de Arequipa destacaba que la influencia de Napoleón era tal que “había tomado la iniciativa de mostrar a varios españoles nacidos en América las ventajas que tendrían al independizarse” (Dym y Ricketts, 2009). Después de todo, Napoleón era el vencedor de los Borbones. “Se convirtió entonces en la referencia y el modelo de soldados triunfantes, como Agustín Gamarra, Andrés de Santa Cruz y Felipe de Salaverry. Este último había pronunciado esta sentencia en 1836: “Hazme coronel y yo me encargo del resto” (Dym y Ricketts, 2009).

Para el caso centroamericano, “numerosos militares con pasado napoleónico pasaron a ofrecer sus servicios a Centroamérica (Taracena, 2007; Puigmail, 2015). Es el caso de Nicolas Raoul (entre otros) y (…) de Pierre Gommer (Cochelet, 1830) que se establece en Honduras” (Raffo, 2022). Raoul, militar de gran valía, jugó un importantísimo rol en la historia de esta región, ya que fue la mano derecha del paladín centroamericano, Francisco Morazán. Incluso intentó reconciliar las posturas liberales y conservadoras dentro de la Confederación Centroamericana. “En este proyecto de constitución liberal, Raoul muestra una evolución de las ideas de 1789 hacia las que permitieron el triunfo en Francia durante la monarquía de julio; es decir el liberalismo de la burguesía influenciado por las teorías económicas inglesas. En este sentido Raoul es también un precursor de los liberales de la reforma de 1870” (Puigmal, 2019).

* Diplomático, filósofo, Lic. en Relaciones Internacionales y jefe de la Sección Consular de la Embajada del Perú en Honduras

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