La muy lamentable emigración de cerebros hondureños

ZV
/
4 de junio de 2023
/
12:01 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La muy lamentable emigración de cerebros hondureños

Por: Arq. Óscar Cárcamo Vindel

Con evidente certeza podemos asumir que, los verdaderos y legítimos activos financieros de una nación, no son sus cuantiosos recursos naturales, una refinada infraestructura o cierta ubicación geográfica de envidiable extensión estratégica, a ciencia cierta, los verdaderos activos de flujos contables de un país, vienen a ser sus muy esforzados y diligentes ciudadanos. Cuanto más alto nivel de educación y especialidad, cuanto más elevada cultura colectiva por el fiel respeto a la ley, cuanto mayor conciencia social por el cuidado del medio ambiente, resuelta laboriosidad, sentido de patriotismo por una visible unidad nacional y apego por los valores nacionales; mayormente será el origen de una auténtica generación de riqueza, estabilidad y quietud social a largo plazo de una nación.

Dispensando la despiadada emigración irregular, de nuestros estimados compatriotas faltos de papeles de tránsito internacional, que arriesgan incesantemente sus preciadas vidas intentando cruzar el aventurado Río Bravo, tema que dejaremos para ser abordado posteriormente en otro análisis. Descubrimos otro patrón enteramente desigual en el éxodo de nuestra nación, del que no se habla y aún menos se examinan puntualmente sus causas, y que, de alguna manera, es igualmente de voluminosas proporciones geográficas. La silenciosa peregrinación de los ciudadanos que cuentan con mesuradas o altísimas capacidades y competencias laborales o académicas, que logran alcanzar colocarse en empresas extranjeras o parten para culminar estudios de grado, postgrado o doctorado, con la sutil esperanza de no volver a su tierra natal; se manifiesta como un tema, que nos cuestiona sencillamente el estremecedor futuro que le aguarda a nuestra amada patría.

Si de las nuevas generaciones, a cargo de la obligación de tomar las riendas de la dirección de esta nación, malogramos de manera miserable que la mayoría de aquellos ciudadanos, que ostentan el más elevado talento humano, en las distintas disciplinas de la escolaridad y destrezas técnicas, y desatendemos la exportación hacia el exterior de lo más sobresaliente de los individuos con los que cuenta esta nación, extraviando de manera invaluable para la posteridad, la decisiva reserva estratégica de nuestra riqueza de ingenio humano de sobresaliente erudición, es un asunto imperdonable.

Este singular acontecimiento, que viene acentuándose a lo largo de los años, como una pavorosa espiral en las nuevas generaciones hondureñas, que crecen, se desarrollan y maduran, cobijadas bajo un espíritu de desesperanza y desaliento, de frente a una nación que en apariencia pierde terreno cada día, en la batalla en resistencia a la corrupción, la violencia, el desgobierno y la mediocridad. En tal sentido, el inherente análisis y sentimiento con el que crecen los aventajados ciudadanos que son favorecidos con un amplio intelecto, es el de la convincente percepción de una duradera encrucijada que enfrenta el país, en donde el tiempo apremia, cerrando las oportunidades de encontrar avenidas, con la posibilidad de llegar a un callejón sin previsible salida.

También, la desestimulante lectura que se puede interpretar de una sociedad, en donde con entera certidumbre se deduce, que no se premia la honrosa meritocracia de la fiel idoneidad y las propicias capacidades personales y por el contrario viene hacer inútil en muchos casos, el poseer altísimas cartas de presentación de abultadas y prominentes hojas de vida, cuando en contraposición, es de mayor valía el padrinazgo de poder alardear onerosas cartas de recomendación, es en verdad desalentador para el que se esforzó arduamente en educarse con acierto, y es en gran manera perjudicial para el efectivo progreso económico de un país.

También es importante destacar el hecho, que en el momento que las personas jóvenes o en edad de plena capacidad productiva, atesoran por años la consciente aprehensión de habitar en una nación, que se encamina dando tumbos sin un norte definido, carente de una clara planificación de un plan de nación, este nocivo hecho es desbastador en los ciudadanos que gozan de toda el ímpetu y energías para trabajar en forjarse un futuro prometedor y previsible, porque genera una dañina incertidumbre e inseguridad; la idea de invertir el valioso tiempo y esfuerzo personal, en una tierra que de a poco, se le va perdiendo la confianza y la fe, en que pueda alcanzar un presumible cambio de rumbo.

¿Que podemos hacer entonces?, para retener y hacer atractiva la nación, a estos millares de compatriotas que, con franqueza en su interior no dejaron de amar a su patria, empero perdieron la esperanza en el futuro de su tierra y de su gente. En verdad es un reto es de enormes proporciones, poder rescatar la certidumbre de fe en nuestra población, y puede parecer en este momento una utopía pretender soñar, que algún día llegaremos a ser un país; exitoso, prospero, seguro para vivir, en donde se respete y cumpla la ley a cabalidad, y que exista plena justicia e igualdad, para todos los buenos hijos que nacieron bajo este mismo cielo azulado de las cinco estrellas.

[email protected]

Más de Columnistas
Lo Más Visto