Historia de la evolución de las salas de cines en Tegucigalpa
Augusto Bressani y sus primeros trabajos como albañil en California a finales del XIX
Por: Arq. Ricardo Calderón Deras
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El nacimiento del cine se toma como referencia la fecha del 28 de diciembre de 1895, en la que se proyectaron al público las primeras películas realizadas por los hermanos Auguste y Louis Lumière, en el Salón Indio del Gran Café de París.
El primer cine en Honduras llega a San Juancito a 40 kilómetros al noroeste de la capital del país a finales del s. XIX y se llamó Teatro América y fue la primera en construirse en Centro y Suramérica.
En diciembre de 1899, llega el Primer Cinematógrafo a Tegucigalpa, la cual se instaló en la casa de las Señoritas Dávila frente a la casa del general Streber en el Barrio Los Dolores del Centro Histórico. Para esa época la ciudad no contaba con luz eléctrica, lo cual obligó a instalar un generador. Sus primeras funciones comenzaron el sábado 16 y domingo 17 de diciembre de ese mismo año. Las vistas para cada función eran variadas y comenzaban a las siete y media de la noche. La venta de boletos o localidades era en la Cantina Americana y se clasificaban en Primera Clase tenía un costo de $ 1.00 y segunda $ 0.50. Las familias que asistían en primera clase se les suplicaba que enviaran sus sillas desde las tres de la tarde mientras que en segunda clase había suficientes bancas de madera. La primera película en exhibirse fue; ¡Guerra! La Serpentina.
El 26 de agosto de 1905 ya se contaba con iluminación eléctrica en la ciudad y el empresario don Julio Villars, proyectó en el Salón de la Universidad en un moderno cinematógrafo Stereopticon varias películas entre ellas; El desastre de la Martinica, erupción del Mont-Pelé, Revista de 15,000 soldados americanos, Circo Barnum, Andrée en globo explorando el Polo Norte, Decapitaciones en Turquía, Funerales de McKinley y Gran batalla entre ingleses y boers.
En 1928 se abre el primer cinema o primera sala de cine ubicado en el Teatro Nacional Manuel Bonilla. El dueño fue un empresario de Comayagua llamado don Eduardo Berlíoz y las películas eran mudas no tenían sonido. En la década de los años treinta del s. XX, se diseñan y se construyen edificaciones especializadas para la exhibición de películas. Contaban con dos o tres espacios generales como ser luneta a nivel de piso, el palco era un segundo piso y la galería era el sitio más alejado y de menor costo. Su estilo arquitectónico que utilizaron en estos teatros era el neoclásico y el Art Deco.
Entre los dueños de los diferentes teatros estaban; don Alberto Lázarus dueño del Teatro Variedades y es considerada la primera sala de cine construida en 1930. Al fallecer él, su viuda doña Enriqueta de Lázarus se asoció con las familias Clamer y Esteves, contaban con la representación de las productoras americanas, siendo el administrador el señor de origen italiano Frattina. Entre las salas de teatro que eran dueños estaban el Teatro Clamer diseñado en la década de los años treinta por el primer arquitecto hondureño don Fernando Pineda Ugarte y de un claro estilo Art Deco, posteriormente construyen los cines Apolo y Moderno en Comayagüela. El empresario don Eduardo Berlíoz era el dueño del Teatro Palace de un exquisito estilo neoclásico en el centro histórico de Tegucigalpa y Teatro Hispano en Comayagüela.
El diseño de estos teatros o cinemas fue evolucionando con los años y para la década de los años sesenta, dos empresarios visionarios don Osmond Maduro y Jerza Younger dueños de los cines Presidente en el barrio Guanacaste y el Cine Centenario en Comayagüela, tuvieron la idea de que esas salas de cine contaran con espacios bajo tierra para ubicar orquestas y bandas de música, y el escenario era el lugar donde realizaban sus conciertos famosos cantantes internacionales de esa época.
En la actualidad las grandes cadenas internacionales de cine se ubican en las grandes superficies comerciales, cuentan con efectos digitales y tecnología avanzada, la cual fue opacando poco a poco las diferentes salas de cine en los centros históricos del Distrito Central, algunas están abandonadas y otras se han convertido en supermercados y locales comerciales.
