BARLOVENTO: Fusión de contrarios antagónicos

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9 de noviembre de 2023
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12:20 am
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BARLOVENTO: Fusión de contrarios antagónicos

Por: Segisfredo Infante

He leído y estudiado casi toda mi vida la obra de Guillermo Hegel, con énfasis en sus libros centrales. Como en un segundo plano inmediato he tenido a la vista la obra del filósofo ilustrado Immanuel Kant, por tratarse de dos pensadores claves de la modernidad europea con alcances universales, aun cuando esto le podría causar malestares ideológicos al inteligente Karl Popper, cuyo mayor aporte, desde mi tinglado de observación, fue el desarrollo de la teoría del “ensayo y error”, a pesar de que en su libro la “Sociedad abierta y sus enemigos”, sus esfuerzos mentales los desgastó, en el primer tomo, en desacreditar la obra filosófica del genial Platón, extraviando el contexto histórico de la antigüedad griega y de los creadores clásicos de la gran “Filosofía” (con “F” mayúscula).

En el curso de los años he llegado a coincidir, con un par de autores, que en el fondo y trasfondo el pensamiento de Hegel es “una filosofía de la historia”, con altos niveles de abstracción teorética, como raras veces ha ocurrido en el discurrir del pensamiento de la humanidad civilizada. De suyo la “Historia” se ha estremecido a base de contradicciones de diversa índole, tanto internas como externas, principales, secundarias y extranaturales, creadas por los hombres y mujeres. Tales movimientos se han impulsado hacia adelante. Otras veces con estancamientos e involuciones.

Digamos que la “Fenomenología del espíritu” (1806-1807) es la obra fundacional del sistema hegeliano, que sirvió de inspiración cuando menos a tres facciones filosóficas durante el siglo diecinueve, y a nuevas tendencias en el veinte. Más de algún autor siguió la teoría de las contradicciones tal vez sin haber estudiado a Hegel, mediante escrituras de tercera mano, lo cual es frecuente cuando se interponen en el ambiente la escasez bibliográfica, los límites de horizontes, los estereotipos o la pereza mental.

Guillermo Hegel ahonda en el proceso de las conciencias, los espíritus inmediatos y las autoconciencias que se encaminan hacia la búsqueda racional de una síntesis futurísticamente universal. En tal proceso surgen, se derrumban, se extinguen y emergen nuevas civilizaciones. Cuando observo con inefable tristeza las ruinas arqueológicas de viejas civilizaciones soterradas, pienso en el gran Hegel, con un sentimiento antinómico kantiano de alivio, bajo el presentimiento que devendrán tiempos superiores, porque además en las entrañas de los fenómenos nuevos subsistirán las mejores facetas de las cosas viejas, según lo postuló el mismo Hegel.

Este recio filósofo alemán observó concienzudamente, según los alcances y las limitaciones de su propia época, los diferentes tipos de dicotomías y desgarramientos humanos, abordando inclusive el tema de las “contradicciones antagónicas”. Es más, Hegel percibió que a veces en la fusión y lucha de contrarios nadie triunfa sino que, como resultado de las intensas fricciones internas y de las mediaciones racionales, aparece un tercer fenómeno inesperado, que podría ser en el orden económico, social o espiritual.

Hegel era un pensador negacionista y paradójicamente optimista que confiaba en la racionalidad del sujeto histórico. Insistimos en el concepto de “Historia” (con “H” mayúscula) porque se trata de una evolución y revolución en las cuales intervienen en forma directa los seres civilizados. Sin hombres y sin mujeres pensantes, en sentido estricto, la “Historia” sería inexistente. Lo demás es evolución natural (más la presencia del creacionismo divino) con sus leyes universales y accidentes fenoménicos. De ahí que para Hegel “todo lo racional es real; y todo lo real es racional”. Con esta ecuación filosófica extraordinaria (aparentemente empedrada) el pensador entrelazó y sintetizó muchas experiencias concretas y pensamientos abstractos. Desde otro punto de vista análogo, nada que se divorcie de lo racional puede ser real, y viceversa. Así que la irracionalidad queda fuera de la realidad o, por lo menos, del sistema filosófico hegeliano. Quedaría por fuera de lo racional la autodestrucción humana mediante una posible guerra termonuclear, pues convertiría a los hombres en fantasmas difuminados, y dinamitaría el optimismo relativo del siglo diecinueve de Guillermo Hegel y de otros.

Reitero. En el fondo y trasfondo la obra de Hegel busca la mediación racional a fin de que incluso los bandos destructivos puedan reconciliarse. El “Hombre”, como “Espíritu” individual y colectivo que en la cumbre de los tiempos se autorreconoce a sí mismo, es capaz de encontrar la conciliación universal con la naturaleza y con todas las sociedades interhumanas. Es como la pacificación entre el reino de la necesidad y el reino de la libertad y su respectiva tolerancia. En consecuencia, aquella teoría que postulaba que los contrarios antagónicos eran irreconciliables, quedó invalidada por Guillermo Hegel con muchísima anticipación. Los hechos históricos anteriores y posteriores han venido confirmando tal postulado hegeliano de manera gradual pero inexorable.

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