¿EL PODER DE LA PALABRA?

ZV
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15 de marzo de 2024
/
12:31 am
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¿EL PODER DE LA PALABRA?

DEFINITIVAMENTE Winston se llevó de encuentro a todos los pensadores con ese cierre: (Acá te dejo mi hipótesis –a no ser que aparezca un cisne negro que la revuelque– obviamente sujeta a observación, a comprobación y a no sufrir reemplazo por un nuevo hallazgo: La buena suerte –que tampoco hay que descartar que la haya–dura hasta que llega la mala suerte, y la mala acaba cuando llega la buena). “¡Elemental mi querido Winston! (ja, ja, ja)”. Viene siendo como “el amor es eterno mientras dure”. “A mí también me atropelló una bicicleta en La Ceiba, hace ¡uuuhuuuhuu!”. “Y eso duele; fue justo a un costado de la catedral, pero no hubo cura que me gritara: ¡cuidado! Mala suerte la mía, buena suerte del ciclista”. Alusivo al relato de Gabriel García Márquez: (“A los 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta”. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: “¡Cuidado!”. “El ciclista cayó a tierra”. El señor cura, sin detenerse, me dijo: “¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?”. “Ese día lo supe”).

“Séneca –escribe otra buena amiga– creía que “la suerte es cuando la oportunidad se encuentra con la preparación”. Aquí le aporto otro de Eliyahu Goldratt (el catedrático israelí creador de la teoría de las restricciones): “La mala suerte es donde la falta de preparación se encuentra con la realidad”. Un amigo empresario, de los que leen: “Mi suerte es poder leer sus editoriales por la mañana”. El buen amigo del think-tank: “He reflexionado y me he instruido mucho con los dos editoriales (el de ayer y el de hoy)”. “Cada mañana leo a Salomón y luego a Marco Aurelio. Acto seguido, sus editoriales”. Otro amigo lector: “¿Cuándo llega?, es como cuando le toca”. “De la mala suerte decimos estar pasando por un momento de mala racha”. “Pero eso puede interpretarse como un período en que se enfrenta desafíos internos o externos, momentos difíciles que pueden ser oportunidades para aprender lecciones importantes, cultivar la paciencia, la compasión y la resistencia, y para fortalecer la conexión con lo divino o con el propósito de vida de uno mismo”. Mensaje de otro buen amigo: “La peor suerte, es la mejor suerte que tendrás”. “Pudo haber sido peor”. “Así como lo descubrió Ricardo Corazón de León cuando quiso derrocar a su padre y no lo logró, o aquellos persas que se enfrentaron a un reducido número de espartanos en la batalla de las Termópilas”. Una amiga abogada: “Alea iacta est”, así nos pasó en el CAH. Alusivo al siguiente pasaje: “Alea iacta est” (la suerte está echada). (Julio César cuando se rebela contra el senado romano, cruza el Rubicón con su caballo, y desde la otra orilla del río –el límite impasable que no debía cruzarse con un ejército armado, por ser la frontera prohibida entre los territorios de Roma y las Galias, ya que ello constituía una amenaza a la República– arenga a las tropas: “Alea iacta est”).

(Como diría –entra el Sisimite– el autor de El Alquimista: “Tenemos que aprovechar cuando la suerte está de nuestro lado y hacer todo lo posible por ayudarla, de la misma manera que ella nos está ayudando”. -O esta otra –interrumpe Winston de Ralph Waldo Emerson– “La literatura es un esfuerzo del hombre para indemnizarse de las injusticias de la suerte”. -O estos versos –vuelve el Sisimite– de Gustavo Adolfo Bécquer: “Saeta que voladora/ cruza, arrojada al azar,/ sin adivinarse dónde/ temblando se clavará;/ hoja del árbol seca/ arrebata el vendaval,/ sin que nadie acierte el surco/ donde a caer volverá;/ gigante ola que el viento/ riza y empuja en el mar,/ y rueda y pasa, y no sabe/ qué playa buscando va;/ luz que en los cercos temblorosos/ brilla, próxima a expirar,/ ignorándose cuál de ellos/ el último brillará;/ eso soy yo, que al acaso/ cruzo el mundo, sin pensar/ de dónde vengo, ni adónde/ mis pasos me llevarán”. -Yo prefiero esta estrofa lapidaria –suspira Winston–, de Jorge Luis Borges: “El alivio que tú y yo sentiremos en el instante que precede a la muerte, cuando la suerte nos desate de la triste costumbre de ser alguien y del peso del universo”).

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