Triada Oscura de la Personalidad

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18 de marzo de 2024
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12:04 am
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Triada Oscura de la Personalidad

Por: Rodolfo Dumas Castillo

La investigación en el ámbito de la psicología de la personalidad ha profundizado en las diversas dimensiones que delinean la variabilidad individual en el comportamiento humano, revistiendo especial interés para las unidades de análisis dedicadas a la elaboración de perfiles de individuos catalogados como de alta peligrosidad. Una de las conceptualizaciones más interesantes es conocida como la “Triada Oscura de la Personalidad”, que comprende tres rasgos específicos: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Una combinación sumamente compleja que retrata una mente calculadora, fría y despiadada en su modus operandi, delineando un perfil individual de alto riesgo para la sociedad en general.

El maquiavelismo, influenciado por las ideas de Nicolás Maquiavelo, se caracteriza por la manipulación, la astucia y la carencia de escrúpulos éticos en la consecución de objetivos personales. Quienes exhiben altos niveles de maquiavelismo suelen ser calculadores, estratégicos y hábiles en la manipulación de situaciones en su propio beneficio. Este rasgo está vinculado a una visión pragmática y utilitarista del mundo, donde el fin justifica los medios. Estas personas suelen destacarse por su destreza en la persuasión, empleando sus habilidades para obtener ventajas en contextos laborales, políticos o sociales.

El narcisismo se caracteriza por un excesivo amor propio, una necesidad constante de admiración y una falta de empatía hacia los demás. Los narcisistas tienden a sobrevalorar sus propias habilidades y logros, buscando constantemente la validación y la admiración de quienes los rodean. Este rasgo de la personalidad puede manifestarse de diversas maneras, desde la grandiosidad hasta la vulnerabilidad narcisista, y también puede ser una herramienta para encubrir inseguridades, en muchos casos originadas en la infancia.

La psicopatía, como tercer componente de la Triada Oscura, se caracteriza por comportamientos antisociales, falta de remordimiento y una completa ausencia de empatía. A diferencia de la psicosis, la psicopatía no implica una desconexión de la realidad, sino más bien una marcada indiferencia hacia las normas sociales y éticas establecidas. Los individuos psicopáticos suelen exhibir una frialdad emocional aparente, erróneamente percibida como autocontrol o disciplina, incluso durante eventos traumáticos. Esta condición está frecuentemente asociada con comportamientos delictivos y una capacidad limitada para aprender de experiencias negativas.

La Triada Oscura de la Personalidad no se presenta como entidades aisladas, sino que a menudo se entrelazan en la configuración de la personalidad de un individuo. Por ejemplo, un sujeto maquiavélico puede utilizar tácticas manipuladoras para alimentar su narcisismo, mientras que un psicópata puede exhibir maestría en la manipulación para alcanzar sus objetivos; interconexiones que complican aún más su comprensión y manejo.

Algunos estudios también identifican una asociación positiva entre los rasgos de la Triada Oscura y la ideación suicida, con un mayor riesgo para aquellos con niveles elevados de estos atributos. Además, identifican la alienación social como agravante, sugiriendo que los individuos con rasgos de la Triada Oscura pueden experimentar una mayor probabilidad de desarrollar ideación suicida debido a sentimientos de aislamiento social. Consecuentemente, este riesgo es más pronunciado en contextos de aislamiento extremo, como en reclusos o personas que viven en áreas remotas y escasamente pobladas.

En contextos donde la integridad política y la estabilidad social son vitales, la presencia de la Triada Oscura de la Personalidad entre las figuras de autoridad representa un peligro inminente. Históricamente, hemos visto líderes políticos cuyas acciones exhiben rasgos maquiavélicos, narcisistas y psicopáticos, manifestándose en decisiones impulsivas, falta de empatía hacia los ciudadanos y una búsqueda desmedida de poder. Este comportamiento mina la confianza pública en las instituciones y puede tener consecuencias devastadoras para la democracia y el estado de derecho.

Abordar estos fenómenos no es simplemente una cuestión de curiosidad académica, puede contribuir a salvaguardar la integridad de nuestras instituciones y la salud de nuestra sociedad. Al priorizar la identificación temprana y la gestión adecuada de individuos con este tipo de padecimientos, podemos fortalecer la resiliencia de nuestras instituciones y proteger el bienestar emocional y físico de nuestra comunidad. La salud mental, en última instancia, no es solo un asunto privado, sino un pilar fundamental de una sociedad próspera.

Correo: [email protected]

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