¿LO CARGAMOS MUCHO?

MA
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19 de marzo de 2024
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12:25 am
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¿LO CARGAMOS MUCHO?

“JA,JA,JA… –mensaje de una buena amiga– aquí estoy riéndome con la respuesta”. “Es único para contestar”. Alusivo a este cierre: (¿Vamos a abordar esos temas –pregunta el Sisimite– o nos hacemos los de a peseta? -Quizás algunos interesen –comenta Winston– pero aquí si gente boca abierta poco repara en comentarios de la problemática nacional, menos o ningún interés muestran a la internacional, a no ser que haga escándalo acá. -Pero lo de China –interrumpe el Sisimite– sí pudiese ser tema atractivo, y las elecciones en el imperio, cuando ya se vea más claro el horizonte. Lo del canal de Panamá, bastaría preguntarse ¿por qué aquí han sido tan inútiles, de no meter la pata en el acelerador de todo lo que implica el canal seco, que no solo sería fuerza de desarrollo local sino la alternativa lucrativa al tal canal ese? -Los otros temas –ironiza Winston– dejémoslo a esos pseudo intelectuales (IYI, “intelectual yet idiot”) del zopilotal, que si por prejuicios, odiosidad y sesgo, no dan pie con bola en temas de la política nacional, que prueben con la internacional).

El amigo que sugirió abordar los temas internacionales: “¡Ja,ja,ja,ja! ¿Mal aconsejado por el Sisimite, se harán los de a peseta y me dejarán en manos de los IYI? Pero en otro mensaje explica: ¿Sabe qué pasa también? Que usted y su periódico, son de los pocos medios de centro y que hacen análisis inteligente”. “La perspectiva desde el centro es más objetiva que desde los lados”. “Por eso me gusta leerlo”. “Los otros análisis que leo, están siempre sesgados”. El viejo amigo analista remite unas líneas del novelista uruguayo Eduardo Galeano: “De los topos aprendimos a hacer túneles. De los castores, aprendimos a hacer diques. De los pájaros, aprendimos a hacer casas. De las arañas, aprendimos a tejer. Del tronco que rodaba cuesta abajo, aprendimos la rueda. Del tronco que flotaba, aprendimos la nave. Del viento, aprendimos la vela. ¿Quién nos habrá enseñado las malas mañas? ¿De quién aprendimos a atormentar al prójimo y a humillar al mundo?” La amiga exmagistrada sobre el artículo, ¿A La Pregunta?: “Profundo este editorial”. “La respuesta que le dieron, me recordó la frase que, una vez, mi abuelita materna me expresara: “La vida es muy corta para no ser feliz”. “Y es que la felicidad está íntimamente ligada al autoconocimiento, al encuentro de un propósito, a no sentir soledad ni abandono; y en todo ello, la fe tiene un lugar importante”. “A propósito de la víspera del Día del Padre –aunque algunas personas no tengan la dicha nuestra de tener padres presentes y responsables en sus vidas– tener fe implica la certeza que nuestro Padre celestial siempre está ahí, cuando las cosas salen como se anhelan, apoyando, y cuando no salen de tal forma, apartando de algo que quizás no conviene”.

Alusivo a la conversación de cierre: (-Si bien la vida licenciosa –interrumpe el Sisimite– ha ido erosionando la superficie de sólidas creencias, la fe siempre perdura, imperturbable al correr de los siglos. -Eso es cierto –asiente Winston– a la pregunta sobre la existencia de Dios –que el editorialista, de niño, hizo a su padre– supe que esta fue la respuesta que le dieron: “Es más feliz la persona que tiene fe, que los que no tienen”).  Pero el mensaje de la abogada prosigue: “Una tía radicada y nacionalizada en Suecia desde su juventud, ya jubilada, vino de visita y una de las cosas que le llamó mucho la atención, fue que, según ella, aquí cargamos mucho a Dios; tanto que, según ella, ha de estar cansado, pues todo lo ponemos, “en manos de Dios”, todo es “si Dios quiere o lo permite”, o “a ver que dice Dios”. “Al escucharla expresarse así, le respondí: Tía lo que ocurre es que a la par de eso, también hay que acordarse de las fábulas de Esopo, “Los dioses ayudan a quienes se ayudan a sí mismos” y que Eurípides personaliza diciendo “pruébate primero a ti mismo, y después, invoca a Dios”. (Buena reflexión –entra el Sisimite– a vos que te cuesta quedarte callado, ¿qué decís al respecto? -Solo para seguirte la corriente –responde Winston– ojalá así sea, y que cada quién, con su individual forma de creer, pensar e interpretar las cosas que la vida quita, no concede o que regala, ¡Dios primero!, –para no dejar de cargarlo– encuentre su anhelada felicidad).

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