¿MONTUNO?

ZV
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23 de marzo de 2024
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12:18 am
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¿MONTUNO?

EL Sisimite no es tan montuno –mensaje de un fundador del colectivo–aunque vive en cerros; la mayoría que vive en las ciudades nunca ha leído a García Lorca”. Se equivoca la poetisa de los versos de Winston al decir “que los humanos no entendemos”. “Es peor que eso, lo entendemos y lloramos los árboles caídos”. “Y nos estremecen esos incendios, por eso estamos hoy aquí, en esta diaria lectura mañanera sobre este grave problema”. “Lo que pasa, es que es más fácil no hacer nada; somos indolentes, acomodados e incapaces de dar la pelea, acostumbrados a que esto va a pasar todos los años”. “La culpa no es mía sino de alguien más; por eso lloramos los incendios, pero no hacemos nada año a año, aunque entendamos que estamos por morir como especie humana”. “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”.

“Todos los años –mensaje de la diputada amiga– lloramos para las mismas fechas como que Jesús quisiera que recordáramos su calvario”. “Y seguiremos llorando por la bruma y el humo mientras no llueva”. Otra buena amiga: “Es doloroso lo que han hecho con la zona de amortiguamiento de La Tigra, el daño en Corralitos y Carpintero”. “Me vine a mi pueblo escapando del humo”. “Esto pasa todos los años y cada vez es peor, ahora se queman casas no solo potreros”. “No hay prevención, no hay educación ambiental”. “Hay tecnología –usando drones– para monitorear las áreas boscosas, pero les puede la inacción y la indiferencia”. “Nos van a dejar sin agua”. Otra buena amiga: “Mi familia es de El Piligüín, adelante de El Hatillo”. “Una tía lo recordaba a usted de niño, comiendo ciruelas; y me decía, “canillas largas”, aquí se subía al palo a comer y los veíamos caminando por toda esa campiña con la neblina espesa y el frío –que ya no se siente como antes– que lo hacía a uno titiritar y sonar los dientes”. “Son los momentos felices que nos dieron esos bosques –me dice ahora– y me duele y me hace llorar verlos quemados; estoy triste”.

(Pues ¿no sé si sabías –entra el Sisimite– lo que cuentan del “canillas largas” (y vos de patitas cortas) de aquellos lejanos tiempos cuando iba a pasar largas temporadas a una su casita de campo en El Hatillo, antes que hubieran invadido la zona (para palidecer el vivo verdor de la nutrida arboleda con sus mansiones y urbanizaciones) los ricos y famosos? -¿Y todavía –interrumpe Winston– con ese crecimiento desordenado de la ciudad, botando árboles para echar concreto, cemento armado y pavimento encima, del daño perpetrado al ecosistema, tanto por maldad como por indolencia, se quejan aquí en Tegucigalpa, de la inclemente falta de agua y de cómo era el clima fresco de antes y los calores insoportables de ahora).

(Pero como hemos dejado que la poesía hable por nosotros –insiste el Sisimite– para seguir mostrando que no soy del todo montuno, ¿qué te parece la pluma de Octavio Paz?: “Arriba el agua/ abajo el bosque/ el viento por los caminos/ quietud del pozo/ el cubo es negro el agua firme/ el agua baja hasta los árboles/ el cielo sube hasta los labios”… -Sin duda, un poema –responde Winston– pero me toca corresponder, en musa ambiental, así ¿qué te parece este otro de la misma poetisa de ayer?: “Era un remanso tranquilo/ de aguas puras, cristalinas,/ dulce arroyo que incansable/ bajaba de la colina…/ para atravesar el valle/ cantando por el sendero/ arpegios con voz de plata/ y en cada vuelta dejaba/ rumores de serenata./ Miro hoy su lecho vacío/ solo arena, piedras, sol,/ la yerba a su alrededor/ está seca, adormilada,/ solo el polvo de la orilla/ lleva su huella marcada/ de aquel espejo plateado/ que corría bajo el puente/ soñador de mi poblado./ ¿Qué pasó con aquel río,/ con sus aguas, su caudal?/ Tantas criaturas inermes/ que hasta hace poco vivían/ en su vientre de humedad…/ ¿Por qué desparecieron?/ ¿Qué les hizo tanto mal?/ ¡también ellos lo dirían/ si es que pudieran hablar!/ Lo agotó la inconsecuencia/ la ignorancia, el desamor,/ del hombre que se ha creído/ el dueño de la Creación…/ lo ahogaron las basuras,/ los desechos, la inmundicia,/ sus aguas contaminadas/ la horrenda tala de bosques/ y del río… ¡no quedó nada!/ ¡Con qué derecho acabamos/ un patrimonio ambiental!/ Si somos parte de un todo/ y algún día nos va a faltar…/ Además a nuestros hijos/ ¿qué les vamos a dejar?/ ¡Un mundo contaminado,/ sus recursos malogrados,/ un suelo acabado ya!”).

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