Arde Honduras

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25 de marzo de 2024
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12:05 am
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Arde Honduras

Por: Rodolfo Dumas Castillo

El reciente incendio en la zona de El Hatillo ha vuelto a poner de relieve los devastadores efectos del cambio climático en Honduras y la falta de consciencia ciudadanía sobre la magnitud de semejante ecocidio. Este último incendio, que arrasó varias hectáreas de bosque, es solo uno de los muchos que ocurren cada año en el país y que tienen consecuencias desastrosas para el ambiente y la sociedad. Lo más alarmante es que estos se repiten todos los años, sin que se encuentren responsables ni se tomen medidas efectivas para prevenirlos.

Además de la pérdida de biodiversidad y la degradación del paisaje, los incendios forestales también están contribuyendo a aumentar la escasez de agua en la capital, agravando así la situación de una población que ya se enfrenta a desafíos significativos en esa materia. Estos no solo causan daños materiales, sino que también tienen un impacto significativo en el ambiente y la calidad de vida de las personas.

La contaminación causada por los incendios contribuye a empeorar la calidad del aire, lo que puede tener graves consecuencias para la salud pública. Ya en otras ciudades, como San Pedro Sula, es visible ese deterioro pues una densa capa de humo cubre la ciudad. Respiramos un aire tóxico y las temperaturas suben a niveles sumamente peligrosos. Al momento de escribir este artículo la temperatura era de 38 grados, con una sensación térmica de 43 grados. Y apenas comienza nuestro verano… ¿Qué nos espera más adelante?

Posiblemente no todos los incendios son provocados por mano criminal. Muchos estarán estrechamente relacionados con el cambio climático y sus efectos en el ambiente. Las altas temperaturas y la sequedad del aire hacen que los bosques sean más propensos a arder, mientras que la deforestación y la degradación del paisaje aumentan el riesgo de incendios. Irónicamente, cuando llega la temporada lluviosa el país sufre por las inundaciones y la destrucción que estas ocasionan, lo que es particularmente notorio en el norte del país donde seguimos soñando con las represas que podrían amortiguar gran parte de esas aguas para posteriormente utilizarlas para riego durante las épocas secas.

Este tema, por supuesto, está íntimamente relacionado con otro enorme reto que enfrenta Honduras y en el que urgen medidas coordinadas para evitar una catástrofe humanitaria, y es la seguridad alimentaria. Esta hace mucho se perdió en nuestro país, que pasó de ser “el granero de Centro América” a importador de todo tipo de alimentos, llegando al colmo de tener que importar bananos. Los impactos del cambio climático solo han venido a acelerar un proceso que inició hace muchos años.

Es oportuno comprender que cuando hablamos de seguridad alimentaria en el contexto del Estado, nos referimos a la responsabilidad gubernamental de garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a alimentos suficientes y seguros. Esto implica que el Estado debe desarrollar e implementar políticas y programas que aborden las diferentes dimensiones de la seguridad alimentaria, incluida la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad de los alimentos. Es, en resumen, aquello que permita que el país sea autosuficiente en su capacidad de alimentar a su población.

Muchas decisiones erróneas en el pasado nos han conducido a la situación actual, incluyendo negociaciones negligentes de tratados como el CAFTA que condenaron a la agricultura por enfocarse únicamente en defender los intereses de una industria. Ahora el mercado nacional está inundado de alimentos que ingresan sin pagar aranceles de importación, pero que provienen de mercados que subsidian fuertemente la producción agrícola, colocando al productor nacional en total desventaja.

Ambos temas, los efectos del cambio climático y la seguridad alimentaria, tienen soluciones. No son fáciles ni expeditas, pero mientras más rápido se inicie el proceso, mayores serán las esperanzas de sobreponerse a esos retos. Ambos requieren de abordajes integrales pues el gobierno no los podrá resolver solo. Las soluciones se deben construir mediante un diálogo entre el gobierno y los sectores productivos, la academia y la cooperación internacional. No iniciar ese proceso condena al país a un futuro sombrío.

Correo: [email protected]

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