Los ‘Sueños Postergados’ del viaje de niños migrantes que llegan a EEUU

MA/10 de January de 2020/10:12 a.m.

Portland – Detrás de muchos de los niños o adolescentes indocumentados que llegan a EE.UU. hay la persecución de un sueño, un anhelo que queda atrás en el duro camino y que la exposición “Sueños Postergados” (Dreams Deferred) reúne desde este viernes en la Sociedad Histórica de Portland (Oregón).

Seis adultos que llegaron a EE.UU. en su infancia, tuvieron en su día que elegir entre sus cosas para decidir “qué se llevaban y qué dejaban en casa”.

Algunos de estos objetos protagonizan una exhibición que quiere aumentar la empatía y crear una comunidad más inclusiva, que contrarreste el clima de retórica y violencia antiinmigrante del país.

Sankar Raman, fundadora de la organización sin fines de lucro “The Inmigrant Story”, que presenta la muestra, dice a Efe que “la combinación de la historia, el retrato y el objeto atesorado de cada individuo, permite a los espectadores mirar a los ojos de esa persona, leer detalles íntimos sobre su vida y ver un artefacto profundamente significativo de su historia”.

La exposición está diseñada para amplificar a través de narraciones breves, historias de objetos y fotografías las voces de los indocumentados que llegaron a EE.UU. y crecieron navegando por la escuela, el trabajo y la vida social sin documentos oficiales.

El pasaporte de una niña de 9 años llamada Xiomara Torres, que huyó de la guerra de Guatemala y que llegó a ser una ilustre juez en Oregón; la camiseta con la Virgen de Guadalupe estampada que Iván Hernández llevó puesta en su trayecto desde México en busca de su padre y el juego de canicas con las que Bernal Cruz se entretenía en su viaje son algunos de los objetos que dan emoción a cada historia.

“Todos son un poderoso recordatorio de que somos seres sentimentales y que queremos llevar nuestro pasado y recordarlo de una forma u otra”, dice Raman.

Los objetos se presentan junto a una fotografía de aquellos niños, ya adultos, en una interpretación del reconocido fotógrafo local Jim Lommasson, que extiende en esta exposición su proyecto “What We Carried”.

Lommasson explica a Efe que “los objetos transportados se convierten en algo más que recuerdos de hogares y vidas que quedan atrás. A medida que estos elementos ordinarios se llevan a través de la frontera, se transforman en algo sagrado”.

Los protagonistas, denominados “soñadores” (dreamers), comparten en su propio idioma relatos breves de su puño y letra acerca de la historia de sus objetos en las propias fotografías, dándole un aspecto personal a cada situación.

“Mi esperanza es que con esta exposición comprendamos mejor lo que es ser un refugiado y lo que significa venir a un nuevo país e intentar encontrar un hogar”, dice Lommasson.

“Estamos viviendo en un tiempo racista polarizado y la supremacía blanca y el nacionalismo se están imponiendo en todo el mundo. Al conocer a nuestros vecinos, nos damos cuenta de nuestra humanidad común y sabemos que todos somos uno”, añade.

El artista asegura que su objetivo es que el espectador piense en lo que podría llevarse si tuviera que huir de su hogar y su tierra natal: “Creo que este es un proceso fundamentalmente empático”.

La jueza Xiomara Torres, una de las protagonistas de la exposición, recuerda en declaraciones a Efe que cuando se llega a EE.UU. siendo un niño se aprende lo difícil que es ser indocumentado y cuesta mucho “superar ese miedo a contar tu historia y reconocer que llegaste sin papeles”.

Yesica Perez Barrios, aún indocumentada, cruzó la frontera con 16 años junto con una sobrina de 7 y sufrió “el miedo y la desesperación de ser separada de su sobrina y experimentó los centros de detención de menores”.

Su historia conmovió a Lommasson, quien asegura que todos los que escuchen o lean el registro de su viaje intentarán imaginarse en su posición y preguntarse si podrían sobrevivir.

La mexicana Liliana Luna, quien llegó a los 15 años a EE.UU., recuerda que “de joven estaba segura que no quería venir a los Estados Unidos por la cultura del país y el racismo”.

“Para mí, Estados Unidos fue probablemente el peor castigo”, afirma.

Si Miguel Rodríguez llegó con 4 años con su familia en busca de tratamiento para su hermana, que sufrió fuertes quemaduras con agua hirviendo, el guatemalteco Bernal Cruz huyó de su país cuando a su padre, militar de profesión, le propusieron ser parte de un equipo de tortura.

“Nos gustaría que todo el mundo se diera cuenta de que detrás de los términos ‘inmigrantes indocumentados’ o ‘extranjeros’ se encuentra un individuo con una historia”, afirma Raman sobre uno de los objetivos principales de esta muestra que estará abierta hasta el próximo 12 de abril. (EFE)

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