No hay un español mejor ni peor

ZV/27 de September de 2020/12:14 a.m.

Por: Dilia Celeste Martínez
Máster en Español como Lengua Extranjera

Soy originaria de San Pedro Sula, y muchas veces en mi vida me han molestado por la /s/ aspirada que caracteriza el habla de los sampedranos. También he escuchado que, algunas personas, creen que en El Caribe no se habla un tan buen español, o que, debido a los doblajes y programas de televisión más reconocidos en Latinoamérica, el español estándar es el que se habla en México y Colombia. Aunque no lo aceptemos y algunos todavía no lo hayan reflexionado, en el mundo hispanohablante, existen micro identidades que generan opiniones de esta índole.

En referencia a estas afinidades y creencias, Moreno Fernández (2000) explica que este fenómeno lingüístico es percibido de diferente manera en cada región y las actitudes pueden ser dispares. Más allá de justificarlas con ideas como «para gustos, los colores», también influyen los estereotipos que estas variedades han creado a través del tiempo, es decir, las características bien marcadas que hacen que un hablante de América identifique a uno de España por el uso del pronombre vosotros, y la noción que pronuncian la zeta. En viceversa, nosotros, los hablantes de América solemos ser estereotipados por vosear en varias zonas y ser seseantes.

Muy conscientes de estas características y de sus diferencias muy fáciles de identificar, entran dudas como: ¿Cuál es y en dónde se habla el mejor español? Ahora bien, considerar el criterio de usos prestigiosos como la característica de una lengua estándar única, también da lugar a más dilemas, porque en todos los países existe un conjunto de personas altamente instruidas y con la capacidad de hacer uso de la norma culta, sin importar qué tantos o tan pocos sean frente al resto de su población. Cada sociolecto tiene su variación, y el discurso espontáneo en una comunidad, puede llegar a ser esmerado en otra.

Que el español se hable como lengua oficial y segunda lengua en tantos países, tiene como resultado, sus diversas variedades cuyas manifestaciones se deben a factores externos de la lengua. Cuando se enseña y aprende el español, no es posible hacerlo, sino es, a través de una -de tantas- variedades. Hay comunidades hispanohablantes que gozan de más prestigio y valoración positiva que las demás, pero no por esto sería racional intentar imponer o considerar mejores a unas por encima de otras. Una alternativa para valorar la diversidad de esta grandiosa lengua, es informarse acerca de la norma panhispánica actual.