Egocentrismo político

ZV/12 de July de 2021/12:02 a. m.

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

Si hay algo que se debe cambiar en la arena política hondureña, es el enroscamiento de posturas. La rigidez. La falta de realismo y el desmesurado egocentrismo político. Y considerar las consecuencias positivas que tendría para Honduras superarlas. El pueblo merece esperanza política. Los políticos tienen que saber escuchar y ofrecer una visión de salida del atraso. La intolerancia no levanta el ánimo electoral y aumenta la desconfianza en lo políticos.

Los políticos en general. Se perciben inmaduros en lo personal y social. No se dan cuenta que su punto de vista es uno entre varios. Como que arrastran un infantilismo infantil que les impide tener capacidad para relativizar y empatizar con los demás. Fijan la atención polarizada en lo propio o lo que asumen como propio. Con el consecuente desvanecimiento de los demás. Se les dificulta integrar el punto de vista en ámbitos amplios en que otros se beneficien fuera de su entorno egocéntrico.

¿Acaso tenemos una democracia egocéntrica? En esta forma de democracia. A los políticos solamente les interesa la cantidad. Los representantes y la parcialidad. Lo cual les obliga a confiar en los elegidos. En las instituciones y en los candidatos. Esta forma de democracia establece quien ejerce la hegemonía o una influencia cíclica para desplegar cierto estilo de gobernanza o de decisiones previsibles. La práctica política de los políticos hondureños, se nutre más del egocentrismo individual que del colectivo con relación a asuntos propios de interés nacional. En nada va a beneficiar la amplia configuración de partidos, porque poco motivan procesos generosos centrados en el conocimiento y la formación de conciencia.

Los medios de comunicación son el espejo de la democracia egocéntrica. Reflejan el amarillismo de la democracia cuantitativa y se han convertido en canales de comunicación entre los partidos y la ciudadanía. Defienden políticas de partidos y vinculan la comunicación social y personal sobre determinados asuntos de naturaleza electoral de manera subliminal. Con intenciones básicas favorables al interés o identidad del partido de su predilección. No se orientan a la formación humana más allá de su alcance político u olfato según el olor que perciben. La mayoría de los medios han perdido la función normativa. La cual está ausente en los asuntos informativos. De entretenimiento. Económicos y propiamente políticos. La mayoría de profesionales del periodismo enraizados en programas televisivos y radiales claves. Proyectan un talante oportunista al servicio de la respuesta a la cantidad de audiencia que pueda favorecer a determinada figura política. Vivo reflejo de la democracia cuantitativa que tenemos. Tienden a la parcialidad.

En la democracia egocéntrica priva el pensamiento débil. Es decir. En el contexto político rigen la crítica inmadura. Enfatizan en la defensa a ultranza. Destaca la atribución de culpas. El cuestionamiento permanente, sistemático y a priori al otro. Se minimiza la capacidad de duda. Es difícil pensar de manera objetiva. Se evade la autocrítica y no hay capacidad de rectificación. Priva la incoherencia. La hipocresía y la ausencia de generosidad. De renuncia. Evaden la voluntad de convergencia y de servicio desinteresado, etc. Hay ausencia de pensamiento fuerte o pensamiento propio, consciente, autónomo, autocrítico, complejo evolucionista (humano), indagador, creativo (flexible), dialéctico, etc.

En una democracia egocéntrica se desarrolla una dinámica política en la que los argumentos de las posturas mentales se oponen a la razón educada. (I. Kant, F.E. González Jiménez, 2002). Los políticos opositores al nacionalismo actúan inclinados desde una apreciación subjetiva de la realidad, que les determina, y se realimentan de ella. Obviamente. Al contrario de lo que la reflexión objetiva, científica o filosófica indica.

Los políticos opositores primero deciden y después argumentan. Ven la realidad en función del color del cristal con que la miran. Sin importarles que la realidad no depende de su inclinación. Ni de motivaciones políticas básicas. Los políticos egocéntricos se orientan hacia la búsqueda de la rentabilidad, de la asociación y de alianzas estratégicas, establecidas con la intención del provecho y de los propios intereses. Para ellos la toma del poder del Estado es para continuar con el Estado botín. Actúan como músicos que interpretan una sinfonía de intereses particulares y que suena bien ante los ciudadanos espectadores.

Critican con una oratoria hipócrita la corrupción y desde esa situación percibida buscan erosionar o quebrar la imagen del adversario (los nacionalistas). Promueven la violencia política. Para ganar el favor electoral y convencer de tal manera que la opción que ellos defienden, es la más idónea y digna de confianza. Insistiendo que el futuro deseado será alcanzable apoyando al candidato opositor. Mentir es la regla elemental. Y llegar a enriquecerse el propósito central.

Las posturas políticas egocéntricas no nos aseguran la estabilidad democrática. Y más bien crean mayor desesperanza política. Mayor desconfianza ciudadana. Y el sectarismo político.