Lic. Gustavo Adolfo Milla Bermúdez
No se crean como nos dicen en la prensa y lo repiten en otros medios de comunicación que el Partido Liberal con su candidato, abogado Yani Benjamín Rosenthal, no se pueda realizar la revolución proletaria en Honduras, que tenga que ser un partido burgués como los conservadores que engañan a las masas, desprecia sus dolores y es sordo a sus angustias.
El liberalismo es y tiene que ser un partido de los proletarios y de los trabajadores que labran la tierra de sol a sol, en el amplio sentido que estas palabras contienen. Para ello no será obstáculo que permanezcan en nuestras filas responsables unidades que aún comulgan mandadas a recoger el libro Ciudadano de América del pensamiento liberal. El verdadero Partido Liberal está en la masa campesinada, es el obrero, es el estudiante, ávidos todos y hambrientos de libertad económica, de justicia social; no de la igualdad retórica ante la ley sino de la igualdad palpitante ante la vida.
Respetables adversarios conservadores de la estrella solitaria, nosotros no tenemos el estatus de trogloditas demagogos y vende patria. El Partido Liberal, este partido robusto porque ha llegado un líder con estatura democrática, ha venido con toda las fuerzas para llegar al poder. Queremos el gobierno como un medio, no como un fin. Ni piensen que tienen las esperanzas de volver el día 28 de noviembre próximo a regir los destinos de Honduras. Desechen esa vana ilusión; el país está en pie para impedir y se halla dispuesto a todos los sacrificios antes que tal suceso vuelva a consumarse. El pueblo sabe que el Partido Liberal quiere una revolución benéfica y profunda en todas las instituciones nacionales. Y oigan bien: revolución no significa demagogia y desorden (como el que ustedes practican como trogloditas que son). Sino método, ponderación, equilibrio y avance. Nuestras masas liberales siempre heroicas han iniciado las marchas de la victoria y nada ni nadie será capaz de detenerlas.
Desde el fondo de los hogares que anhelan una educación fecunda científica de que hasta ahora han carecido; desde la universidad donde cada estudiante aspira a cambiar de raíz los viejos sistemas rutinarios ; desde el surco agrario donde el labrador todo lo entrega a la patria y nada le reclama desde el taller y el hogar donde trabajadores y mujeres piden leyes nuevas que los liberten de la esclavitud en que los colocaron las instituciones conservadoras, hasta la organización de las finanzas, de la carrera administrativa y la carrera judicial, toda clama a gritos en este país porque se lleve a cabo una revolución fundamental, una transformación rotunda.
Es el nuestro un pueblo anheloso de hacerse y modelarse nuevamente, que no quiere volver atrás, y que, por lo mismo, no permitirá vuestra victoria porque vosotros saben que el conservatismo es solo traición y abuso de poder, vendiendo la patria a pedazos con alta corrupción galopante sin parangón en la historia de nuestra amada patria. Este gobierno solo representa el pasado, nunca el presente y jamás el porvenir.
Escuchen bien los de “Papi” al desorden el tropel de corceles que cruzan todo el amplio territorio de la República impulsados por su afán de conquistar la vida nueva, con hambre de nuevo ambiente, con tenaz apetito de otros horizontes y de modernos principios. Obtuvimos la primera victoria con Yani Benjamín Rosenthal esa es la iniciación de nuestro itinerario de triunfos. Hemos comenzado la marcha, los pasos de nuestra milicia retumbante sobre la tierra, que ni ustedes, conservadores cachurecos, ni nadie y nada será capaz de detener esa marcha triunfal de Yani Rosenthal a la Casa Presidencial. Ni un paso atrás, sumar, unir y vencer. ¡No hay otro camino!
Señores: Bienaventurada la revolución liberal, porque de ella será el reino de la grandeza en Honduras.
El que no desee morir de sed entre los hombres, debe saber beber en todos los vasos, y el que quiera permanecer puro entre los hombres debe aprender a lavarse con agua sucia.
Hay les dejo a los trogloditas y demagogos de la estrella solitaria que tienen léxico para engañarse en su propia ignorancia y navegar en los grandes pantanos de la corrupción en que viven.