APODOS TEGUCIGALPENSES

MA/24 de May de 2022/12:40 a. m.

En un grupo familiar surgió el tema de los “apodos” y uno de los sobrinos me sugirió que escribiera algo referente a lo que conocíamos sobre el particular y además cómo se originó esa costumbre entre los tegucigalpenses.

Esa costumbre de los apodos nos llegó de los españoles que colonizaron estas tierras del nuevo continente.- Los apodos se ponían por defectos físicos, por hábitos de las personas, por relación con objetos y animales y por expresiones típicas que se asociaban con quienes se les adjudicaban.

Lo de los apodos provenía con mayor fuerza de los hispanos con origen extremeño, granadino, sevillano y asturiano que desde tiempos inmemoriales utilizaban esta manera de identificar personas lo que se fue generalizando en las comunidades coloniales como Tegucigalpa.

Para conocer algo de los apodos en la antañona capital, encontramos en una crónica de Gonzalo Guardiola, hijo mayor del General José Santos Guardiola, que allá por 1659 nació en Tegucigalpa Juan Aceituno de la Joya Quezada y Quijano, criollo hijo de españoles y cuyo abuelo, un azoguero de las minas del poblado, fue el primero que se asentó a orillas del Río Chiquito en el Real de Minas, reparto que denunció ante el ayuntamiento y que se comenzó a conocer por su apellido, el barrio de La Joya (hoy La Hoya).

Aquel inquieto joven desde muy temprana edad se dedicó a las correrías, pero sus padres le enseñaron a leer y a escribir, por lo que logró lo que en aquel entonces de calificaba de “medianas capacidades”, pero entre el grupo de muchachos que no sabían nada y con los cuales él se relacionaba, por sus conocimientos lo llamaban “El Bachiller de La Joya”.

A ese grupo de adolescentes los señalaban como “La Palomilla”, los que rondaban por los viejos barrios del poblado y los parroquianos los identificaban por sus apodos, entre ellos Gavilán, Nanalacha, Mococoa, Macoto, Taburete, Patalora, Pelillo, Pelleja, Chile Bravo y el Moto.

En su obra “Los Brujos” , Marco Antonio Rosa nos relata que en los primeros años de ser capital, en Tegucigalpa vivió un pariente cercano del Presidente Marco Aurelio Soto llamado Manuel Ismael Rosa, militar que se enfrentó en varias ocasiones contra las fuerzas del General Medina y a quien apodaban “Pajarito”.

En el marco de esa costumbre, hoy nos vamos a referir a esos apodos con los que se conocieron a muchos personajes de la ciudad, unos originarios del pueblo y otros que hicieron de Tegucigalpa su hogar permanente.- A muchos no les gustaba que se los dijeran y otros se acostumbraron a los mismos y no les quitaba el sueño que así los llamaran.

Comenzaremos por el Dr. Manuel G. Zúñiga Medal (FOTO 1), destacado profesional de la medicina, primer Director del Hospital General, político y hombre influyente en los primeros años del Siglo XX.- Su apodo, “Macarof”, le fue endilgado porque se hacía acompañar de una arma rusa conocida con ese nombre y que terciaba al cinto cuando salía en los atardeceres en sus cotidianos paseos a caballo por las empedradas calles capitalinas.

Al Presidente Rafael López Gutiérrez (FOTO 2) que gobernó al país de 1920 a 1924, le decían “Pacán” y con ese mismo apodo se conocía en los círculos capitalinos al Abogado Alfredo Sagastume Torres.

“La Buchona”, así muchos hondureños llamaban, pero en voz baja, al Dr. y Gral. Tiburcio Carías Andino (FOTO 3).- Dicen que existió una única persona que se atrevía a llamarlo personalmente por ese apodo, el Abogado Antonio M. Madrid y que sus amigos íntimos podían decirle Tiburcio, lo más “Bucho” como sobrenombre y lo más frecuente, General, Jefe, pero jamás “La Buchona”.

Otro destacado político originario de Choluteca pero la mayor parte de su vida residente en Tegucigalpa fue el Gral. e Ing. Abraham Williams Calderón (FOTO 4) a quien apodaban “El Ñato” ilustre ciudadano que se desempeñó en la Vice Presidencia de la República, Presidente del Congreso Nacional y diputado Constituyente; en la campaña política de 1954 utilizó su apodo para identificarse ante los electores como “El Ñato de Gualiqueme”.- Con ese mismo apodo también era conocido el Coronel Alfredo Lara Lárdizabal Presidente del Concejo del Distrito Central y hombre de muchas influencias políticas en el Partido Liberal.

Hombre de gran altura, delgado y de largas piernas, el Dr. Juan Manuel Gálvez (FOTO 5) desde muy joven sus compañeros y amigos le encasquetaron el apodo de “Juan Palancas” que no le molestaba por su carácter afable y porque él también era muy dado a hacer bromas y poner apodos.

A Don José María Albir (FOTO 6), ciudadano nicaragüense que llegó muy joven a Tegucigalpa para enrolarse en la política vernácula, le decían “Pico de Oro” por ser un orador de primera que manejaba el discurso con mucha propiedad y solvencia.

En aquellas montoneras de antes, muchos de los que pelearon en diferentes batallas perdieron producto de machetazos o por impactos de balas, sus brazos y sus manos, a ellos les decían “Los Tuncos” siendo los más famosos el Profesor Vicente Cáceres (FOTO 7) y el sobrino del Presidente Carías el General Calixto Carías.

Así, muchos de esos apodos los recordamos hoy, siempre con el debido respeto, porque no podemos borrar esas graciosas nominaciones que se utilizaron aún cuando no fueran del agrado de aquellos a quienes se les adjudicaron.

Cuando se inició la radio en Tegucigalpa en 1933, los primeros personajes que desfilaron por los micrófonos también tenían sus apodos, a Don Rafael Ferrari le decían “Palomo”, a Don Fernando Ferrari “El Conde” y a Angel B. Zepeda “Cachito”.

Al Coronel Tomás Martínez le decìan “Tomas Caquita”; a Don Esteban Díaz hombre emprendedor en los deportes y quien fungió como Tesorero General de la República le apodaban “El Güiris”; al gran mentor hondureño Don Abelardo R. Fortín le decían a sus espaldas “Cara de Macho”, al también maestro y prestigiado profesional de las ciencias contables Don Juan P. Ordóñez lo identificaban como “Corbatín”.

Los estudiantes de finales de los años cuarenta y principios de la década de los cincuenta bautizaron a los instructores militares Erasmo Carías Lindo como “Tribilín” y al Coronel Lisandro Padilla como “Mango Chato”.- “El Gato” Moncada, sin referirme a mi consuegro Roberto, se le decía a un Mayor de Intendencia que actuaba como asistente del Coronel Roberto Palma Gálvez en la Secretaría de la Junta Militar de Gobierno en 1956.

“Pajarito” fue el apodo del Dr. Ramón Villeda Morales (FOTO 8), aún cuando se dice que a su hermano mayor José Manuel cuando estudiaba en Guatemala se lo pusieron sus compañeros de estudio, pero el ex Presidente lo utilizó mucho incluso en campañas políticas como el “Pajarito Pechito Rojo”.

Los apodos entre los choferes capitalinos que operaban en el Parque Central, El Parque Herrera y La Libertad, eran muy populares y entre ellos recordamos “Cutín”, “Tiefa”, “Manteca”, “Calán”, “Piturrilla”, “El Negro”, “Brequefalso”, “Pirijollo”, “Pinocho” “Mondongo” “El Muco” y “El Chino”.

En la actividad deportiva los más sonados fueron el del Abogado y gran arquero nacional Roberto Ramírez (“Lunarejo”) el del también abogado y maestro Héctor Pineda Ugarte (“El Mango”) los futbolistas Máximo Càrcamo (“Vinagre”), José María Zúñiga (“Pichete”), Arístides Planas (“Chorchita”), Angel Godoy (“Pitocha”), José María Flores (“El Viejo”), Juan Navarro (“Topas”) “Pisica” Iglesias, “Los Tijeras” Padilla, “Cascarita”, “Rueda Chata”, “Joyo Chele”, “Furia” Solís, “El Gato” Salinas; entre los beisbolistas “El Cojo” Gàmez, “Guarifoncho” Fúnez, “El Choco Giròn”, “Chofa” Díaz, “Meneito” Ramírez, “Támara” Girón “, el Colorado” Reyes “Galleta” Zelaya y entre los basquetbolistas recordamos el de la espigada jugadora “Pajilla” Reina, a la “Firu” Mendoza, al “Gringo” Héctor Macís, Gustavo “Mantequilla” Salgado, a “Terebeco” Hernández, “Cacho” Zepeda y a “Pichi” Cardona.

Otros apodos famosos en Tegucigalpa fueron los de los Coroneles Fermín Ramírez Landa (“Cachumìn”) , Alonso Flores Guerra (“El Chato”), Manuel Estrada (“Manzanita”), Oscar Ordóñez (“Moca”) Mario Laínez (“Mamadedo”) y sin escaparse los Generales Oswaldo López Arellano y Juan Alberto Melgar, al primero en la Fuerza Aérea le pusieron “Cachimba” porque le daba por fumar pipa en su juventud y al segundo desde que era clase en la Guardia Presidencial, “El Indio” Melgar.

En los círculos periodísticos no era la excepción para los apodos y los más conocidos fueron “El Ronco” (Arturo Sagastume), “Lápiz de Dios” (Carlos Rigoberto Soto), “Lomo de Teja” (Herman Allan Padget), “Chilío” (Armando Zelaya) “El Pelòn” (Gustavo Acosta Mejía) , “Pleca” (Raúl Agüero Neda) , “El Burrito” (Donaldo Castillo Romero), “Gata Mansa” (Martín Baide Urmeneta) “La Araña” (Jonathan Rousell), “Pizote” (José Trino Murillo)

Los siguientes apodos les fueron puestos a personas, algunas ya fallecidas y si ustedes saben los de aquellos que todavía viven, cuénteles que los vieron en esta sección de LA TRIBUNA, “Las Piojías”, “Bolita”, “Culebra Parada” “Con cuál me limpio”, “Zancudo Peinado”, “Tijuil”, “Carne de Olla”, “Pirijillo”, “Camándula”, “Paco Fifí”, “Paco Serrucho”, “Moncho Chicharrón”, “Culito de Perro”, “Carne Seca”, “Mentira Fresca”, “Cara de Papo”, “La Pulga”, “Lengua de trapo”, “Bomba Sorda” “Cejas”, “Pluma Seca”, “El Chorcho”, “Cara de Torta”, “El Chele”, “Cacatúa”, “Manito”, “Zopilote Cansado”, “Chiquimula”, “Cejas de Diablo”, “El Torito”,“Pipa de Húngaro”, “Palmera Borracha”, “El Buey”, “Porrón”, “Tecolote”, “Pan sin sal”, “Tacita”, “Llorisaca”, “Firulete”, “Gorrión”, “Saquito”,“El Sordo”, “Choya”, “Trucutú”, “Gallo de Lata”, “El Coqueto”, “El Sapo”, “El Churro”, “Chorombombo”, “Pecho de Lora”, “El Piche”, , “Sombra Verde”, “Gato de Oro”, “Sueñito”, “Pichirilo”, “La Guatusa”, “Cuchumeca”, “Tabarán”, “Conejo”, “Pimpollo”, “Pata de Mecha”, “Zacatón”, “Perrachinga”, “Tapetillo”, “Totoposte”, “El Chivo”, “Bolsa de Pus”, “Tiburón”, “Garrapiñada”, “Bumbulum”, “Rata Gorda”, “Pinocho”, “Burra Ñata”, “El Coyote”, “Loquillo”; “El Topo”, “Morolica” ,“Chorro de Humo”, “Cara de Pito”, “El Colocho”, “El Zarco”, “Muñeca”, “Calavera”, “Ojos de Uva”, “El Chichero”, “El Diablo”, “Confite” ,“Caballo Galán”, “La Sombra” , “El Choco” “Cucaracha” “Piquito”, “Mamasana” y para finalizar, en el ambiente familiar ,“Los Patas Blancas”.

Hasta la próxima semana.