Rescate en Tepusteca

ZV/28 de April de 2024/12:01 a.m.

Por: Miguel Ángel Mencía Delcid*

A principios de 1972, por recomendación de algunos expertos internacionales asignados por la OEA, el Instituto Nacional Agrario reconoció el avance organizativo generado en Valle del Río Aguán en la promoción y organización de las primeras cooperativas agropecuarias: San Isidro, Salamá, La Confianza, Central Zamora, Central Bajo Aguán, Los Leones, determinando en forma paralela dinamizar un programa de parcelación de tierras a nivel familiar.

El mencionado programa exigía los servicios de personal de topografía, obvio no existía el equipo satelital que actualmente se utiliza.

El beneficiario de una parcela recibía un crédito agropecuario y asistencia técnica participando activamente el antes llamado Banco Nacional de Fomento, el personal del INA y el respaldo de la Secretaría de Recursos Naturales.

Por lo anterior el personal de topografía jugaba un papel de vital y alta importancia.

Un día viernes nos informamos que 2 topógrafos se encontraban encerrados en una vivienda en las proximidades de la Aldea Tepusteca, la misma se localizaba entre Saba y Olanchito, agregando los informantes que los mencionados agrimensores corrían peligro, que al salir de esa vivienda serian ajusticiados.

En esa ocasión el narrador de esta referencia histórica tenía asignado un Jeep denominado “Wipo”, doble tracción, con motor adicional con cable, este vehículo se usó en la guerra de Corea por el ejército de los Estados Unidos, ese y otros vehículos tipo Jeep se recibieron como donación del gobierno de USA.

Dada la situación comprobada en Tepusteca a mis 21 años busqué el apoyo de 2 miembros del ejército asignado a las oficinas de INA y seleccioné a un joven ingeniero civil de nombre Pablo Romero solicitándole que me acompañara a la misión de rescate de los 2 topógrafos, uno de ellos de apellido Canales.

Me expresó Pablo Romero ya es de noche, pero le acompañaré.

Me informaron que las horas de la noche facilitaba el rescate y el suscrito asumiendo que manejaba muy bien el “Wipo” y conducía con facilidad en calles de tierra, tomamos la decisión de viajar a Tepusteca saliendo de Tocoa.

En efecto una persona con residencia en Saba dedicada a la agricultura conocía el lugar preciso en donde se encontraban encerrados y con hambre los compañeros topógrafos, antes de salir le solicité a doña Nina Turcios, madre de Ofelia y Auristela Padilla que nos preparara algunas “burritas” con huevo, frijoles chorizo, aguacate y un termo con café para atender a los encerrados, por no decir secuestrados.

Tomamos 2 horas para llegar al punto de Tepusteca, no llovió, era marzo.

Aun lado del camino troncal visualizamos la casa donde permanecían los 2 topógrafos, ellos por temor no salieron de esa casa por 7 días.

Ingresar a esa casa era complicado, la única forma de aproximarnos era caminando eliminando con machete el monte y zarza.

Dada esa lamentable situación y comprobando una pendiente superior a 15 grados, sin existir acceso y ninguna forma de comunicarnos con los encerrados por supuestos terratenientes que no deseaban la presencia del INA, tomé la decisión de usar la capacidad del Jeep “Wipo”.

Instruyendo a los efectivos militares que amarraran el cable de acero en un árbol de guanacaste y que su servidor, usando el motor complementario y las 2 baterías de 12 voltios cada una, todos dentro del vehículo bajaríamos rompiendo arbustos y bejucos y con el dedo puesto en los gatillos de los M1.

Confiando en la capacidad del legendario Jeep, en su motor que movía el cable de acero y sin apagar el motor principal del carro que antes sirvió en la guerra de Corea logramos bajar.

Al llegar a la casa de los encerrados después de 40 minutos bajamos y gritamos.

Salgan amigos, somos del INA, despierten y métanse rápido al carro.

Débiles y con temor salieron los compañeros topógrafos les ayudamos para que se ubicaran atrás del Jeep “Wipo”.

Encendí la luz del carro, luz de salvación generada por 24 voltios, subimos la palanca y empezó a enrollarse el cable todavía excelente en el árbol de guanacaste que es y será parte de esta referencia histórica del Valle Río Aguán.

El pequeño motor del cable no falló, el viejo Jeep” Wipo” respondió y salimos ese viernes de Tepusteca a las 11:45 p.m.

Rescatamos a los topógrafos, rescatamos los teodolitos, cintas y equipo menor.

Todos saboreamos esa noche milagrosa la comida de doña Nina Turcios e iniciamos un nuevo día con la satisfacción del deber cumplido.

Gracias amigos.

Siempre fuimos un puñado de hombres y mujeres que con valor y audacia participamos en la construcción de una historia más en el proceso de Reforma Agraria, como lo decía nuestro amigo Mario Argeñal, experto en delineación predial y topografía.

*Ex coordinador de promoción, crédito y capacitación Proyecto Bajo Aguán (PBA).