Por Denis Castro Bobadilla
Doctor, abogado y médico forense
II Vicepresidente del Congreso Nacional
¿Sabe usted cuántas personas trabajan en el Servicio Exterior de Honduras? ¿Sabe usted cuántos embajadores, cónsules y demás personal hay en las embajadas y consulados de nuestro país por el mundo? Y, ¿sabe usted cuánto invierte el Estado en pagar a estos empleados?
Creo que cualquiera se asombraría con la cantidad de gente que representa a Honduras fuera de sus fronteras. Pero, hay una pregunta más importante que las anteriores: ¿De qué le sirve toda esta gente al país?
Se supone que una de las funciones específicas de este personal debe ser promover relaciones amistosas, comerciales, científicas y culturales con el estado donde nos representan, sin embargo, ¿qué hay de todo eso? ¿En realidad realizan ese trabajo tal y como lo define la Ley del Servicio Exterior?
Cuántos de nuestros embajadores, cónsules, ministros consejeros y demás tienen una connotada vida curricular en algún giro de acuerdo al puesto que ocupan? Veamos:
En Austria, por ejemplo, ¿se vende café hondureño? En Budapest, por ejemplo, ¿se vende café hondureño?
En estos países una taza de café cuesta cinco euros, y no es de la mejor calidad; o, al menos, no es de la calidad, probada y recomprobada, que tiene el café de nuestra tierra, y el chocolate caliente ni digamos.
Entonces, ¿nuestros embajadores en Europa promueven nuestros productos agrícolas? Han colocado ventas?
En Hungría, Alemania, Polonia, etc., para dar otro ejemplo, escasean las verduras en invierno. Y, nosotros producimos verduras todo el año. ¿Por qué no promover la venta de nuestras verduras en Hungría, República Checa, en Eslovaquia, en Austria, etcétera, etcétera?
Si las embajadas y consulados son la ventana de Honduras ante el mundo, ¿qué hacen nuestros funcionarios en beneficio del país?
He visto, por desgracia, que muchos de los nombramientos en nuestras sedes diplomáticas son premios para personas especiales, glamorosas y de ciertas élites que no van a otros países más que a hacer turismo fino. Tanto así, que hay en un país de Europa una persona que ya casi se siente descendiente de los antiguos emperadores, que habla más de la historia de ese país que de la de su propia tierra, y que ya se conoce hasta el último rincón de ese estado. Pero, aparte de hacer turismo especial, no ha logrado que ese país le compre a Honduras café, cacao, madera, verduras, y algo de todo lo bueno que producimos.
Entonces, ¿qué es lo que hacen nuestros diplomáticos? ¿De qué le sirven realmente a Honduras? ¿Existe alguna forma de medir la productividad de su trabajo? ¿Tienen metas en beneficio del país durante su gestión?
Creo que hay que revisar a profundidad la Ley de Servicio Exterior, porque dejar que la querida, el hijo, el sobrino, etc., sea quien goce del dinero del pueblo sin ningún propósito más que de una “chamba” para pasar un rato, no es una verdadera política exterior de procura de imagen nacional. Creo que hay que escoger a los funcionarios diplomáticos y consulares con lupa, porque Honduras debe ser promovida como un país de muchas posibilidades para el turismo, la inversión, y muchas cosas más. Pero, con diplomáticos que solo van a turistear… Y nosotros queremos diplomáticos promotores de la ciencia, arte, cultura, comercio de nuestro país y, no turistas bien pagados con el dinero del pueblo.
