Noble sobrino pide auxilio para sostener a tías discapacitadas

ZV
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10 de febrero de 2020
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05:10 am
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Noble sobrino pide auxilio para sostener a tías discapacitadas

Carlos Alberto Hernández pasa pendiente de proporcinarle medicamentos a su tía Leticia Isabel Acosta Castillo.

Carlos Alberto Hernández Solórzano (38) está desempleado y por eso no se ha casado, no tiene hijos, ni novia, sin embargo, tiene bajo su responsabilidad a dos mujeres con discapacidad mental: sus tías Leticia Isabel Acosta Castillo (47) y Arely Acosta Castillo (39).

Desde hace cinco años y durante las 24 horas del día, se encarga de cuidar a sus dos parientes a quienes las lleva al hospital, les lava la ropa, les prepara la comida, las auxilia para bañarse, e incluso, a Leticia, la mayor, le cambia pañales.

Desesperado al ver que desde hace cuatro días no había comida en su casa, se comunicó con LA TRIBUNA para pedir auxilio, asegurando que: “¡Ya no sé qué hacer!, mis tías se están muriendo de hambre y yo no tengo dinero para comprarles algo”.

La familia vive en la colonia Los Pinos, en Tegucigalpa, donde Carlos relató, entre sollozos, que si no fuera por el buen corazón de algunos vecinos y de otras personas, ya se hubieran muerto de hambre.

HUÉRFANAS Y SOLTERAS

Agregó que a pesar de la buena voluntad de las personas, desde hace varios días no han probado alimentos, “porque esta gente también es pobre y en los últimos años mis tías han ido quedando desnutridas porque no podemos comer todos los días”.

“Cuando mi abuela estaba viva, ella recogía envases vacíos y los vendía para comprar al menos un poco de comida, pero ahora la situación es más difícil porque me toca cuidar a mis tías… las quiero como mis hermanas”, manifestó Carlos.

Desde julio del 2018, las mujeres con discapacidad quedaron huérfanas al fallecer su madre, la pepenadora María Marta Hernández Solórzano, a la edad de 77 años, quien no soportó más todos los sacrificios que tenía que hacer para mantener a sus hijas.

¿Ha pensado en abandonar a sus tías alguna vez? El noble hondureño asegura que no, ya que “al momento que agonizaba mi abuela, me pidió que las cuidara”.

Recordó que a su abuela “le habían prometido una casa del Programa Vida Mejor, pero no se la dieron porque se murió”.

El joven hizo un llamado al gobierno, “para que por favor nos ayuden con una pequeña casa, para que mis tías vivan como personas, a pesar de su enfermedad”.

La familia vive en una casa que un vecino les presta, ubicada en la colonia Los Pinos, en Tegucigalpa.

UNA ES PEPENADORA

Para poder sobrevivir, Arely Acosta Castillo sale a las calles a recoger latas y desechos plásticos, para al menos comprar un tiempo de comida para la familia.

“La situación que estamos pasando es algo que no puedo describir, ya que yo también tengo un pequeño problema, y aunque quisiera trabajar, no puedo porque tengo que cuidar permanentemente a mi tía Leticia, ella depende de mí en un 100 por ciento, de lo contrario se va para la calle a exponerse a muchas cosas negativas”, lamentó su sobrino.

Contó que sus tías deben asistir a consulta al Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza y que para poder llevarlas, debe pagar un taxi directo, pues una de sus tías llora, grita y ya ha intentado tirarse de los autobuses.

“Esto es una pasadilla… no me voy de la casa porque me comprometí con mi abuela a cuidarlas hasta el día final”, dijo Carlos, con lágrimas.

La casa donde vive la familia, en Los Pinos, se las presta el vecino Darío Ávila, quien se ha privado de sacarle provecho al inmueble, al alquilarlo, a pesar de la crisis económica.

Don Darío manifiesta que si el gobierno le compra la “casita” para donársela a esta familia, él con gusto se las ofrecería a un precio especial, “porque cuando uno se muere no se lleva nada”.

Si alguna persona noble o institución desea contribuir para que a esta familia no le falte el “pan de cada día” ni siga viviendo en una casa prestada, pueden aportar su “granito” de arena y comunicarse con Carlos al número telefónico 9656-8250. (EB)

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