MÁXIMA ALERTA, AGUA Y MAQUILAS

OM
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17 de marzo de 2020
/
12:28 am
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MÁXIMA ALERTA, AGUA Y MAQUILAS

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ALERTA máxima. Ordenaron cuarentena para aislar el país, cerrando fronteras, puertos y aeropuertos al ingreso y salida de personas, pero no mercaderías. Mientras, los capitalinos padecen la resequedad del verano crudo sin lluvias y el espejismo de represas que nunca hicieron; los pozos de agua que no perforaron.

Resignados a groseros racionamientos que, ahora con la emergencia, quizás deberían revisar. La pandemia del coronavirus requiere de medidas de salubridad y limpieza. Ahora que el pánico se apodera de la afición, el agua, para lavarse de manera exhaustiva las manos es tan necesaria como el jabón y el gel. El agua –como decíamos ayer– es vital para la vida. Ahora que el gobierno declara alerta roja toma también medidas de aislamiento. Para evitar aglomeraciones en lugares concurridos.

Cerraron escuelas, colegios y universidades. El sector empresarial, en comercios y negocios –que ya sufre pérdidas por la parálisis económica– ha colaborado tomando sus propias providencias para no poner en riesgo a sus clientes y trabajadores.

Sorprendió el espectáculo que se escenificó en varias empresas maquiladoras. Tumultuosos apiñamientos en los portones de entrada. Circularon videos de los obreros en sus puestos de trabajo, reclamando por la falta de medidas para evitar el contagio. Cuando los administradores de estos complejos industriales se sintieron arrinconados por las quejas, dispusieron despachar a los empleados a sus casas. Sin buses en que regresarse, ya que el transporte urbano e interurbano desde temprano dejó de circular. Los directivos del sector dijeron que “se reunirán con representantes de los trabajadores para tomar medidas en conjunto”. Justificaron que «hay fábricas que no pueden parar porque están haciendo mascarillas y otros insumos médicos». Ya días, con la mayor buena fe, hemos insistido que este sector industrial debe integrarse al ámbito nacional. Si bien gozan de un sistema especial de franquicias que le permite abastecerse de la materia prima y sacar toda su producción afuera, se trata de empresas que funcionan dentro del territorio nacional. Puede ser que el mercado interno no sea de su incumbencia, pero tampoco luce bien actuar con mentalidad de enclave. Hemos sido los primeros en acreditarle al sector los beneficios al país derivados de generar divisas y emplear mano de obra masiva. Quizás por ello merezcan atención diferenciada del resto del sector privado instalado en el país. Sin embargo, por mucho que se les aconseja, no hacen mayor esfuerzo por ganar imagen de integración al entorno local. Ni de proyección en el ámbito doméstico. Y cuando algo los expone, no tienen mucha imagen ganada. Canales de la televisión cubrieron las aglomeraciones en varias naves de la industria en desacato de las disposiciones oficiales.

La indignación y la presión laboral obligó a los gerentes de los hangares despachar a los trabajadores. Hace poco cuando el gobierno en una ley le concedió canonjías adicionales a la industria maquiladora, sugerimos que a cambio debían exigirle el patrocinio de campañas de interés social. Porque si depende de la mentalidad de azadón de algunos empresarios, difícil que quieran aportar. Pues bien, ahora es cuando más se apreciaría esa presencia. ¿Dónde están las campañas informativas auspiciadas por ese sector, cuando es urgente masificar la comunicación para enfrentar esta calamidad? Es decir, para educar, orientar y contribuir a cambiar los malos hábitos; a crear consciencia entre la población. En consideración a que esos centros de trabajo, donde se congregan miles de trabajadores, son los más expuestos al flagelo del coronavirus. Alguna responsabilidad –de mitigar el contagio– tendrán con ellos, sus familias y la comunidad. Dicho sea de paso, la promoción les ganaría un plus subliminal. Un sentido de pertenecer y de encajar en el contexto nacional.

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