Cuando el destino nos alcance

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18 de marzo de 2020
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12:11 am
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Cuando el destino nos alcance

Déjame que te cuente…

Por: José María Leiva Leiva

De los ríos de tinta que han corrido sobre el terrible virus que nos azota, permítaseme compartir dos reflexiones difundidas en la red que se antojan como imperdibles lecciones de una esperanza reposada en medio de este crítico momento que en principio arrastra pánico, dolor, incertidumbre y muerte. En primer lugar, me refiero al escrito de la psicóloga italiana Francesca Morelli, publicado originalmente en la revista Vita.it el pasado 10 de marzo. Leemos:

“Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibro a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas. Los tiempos que estamos viviendo, llenos de paradojas, dan qué pensar… En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable”.

“La calidad del aire que respiramos mejora, usamos máscaras pero sin embargo continuamos respirando. En un momento histórico en el cual ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquellos a los cuales no se les permite atravesar la frontera, aquellos que transmiten dolencias”.

“Aunque sin tener ninguna culpa, todavía siendo de raza blanca, occidentales, y con todo tipo de lujos económicos a nuestro alcance. En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día. A contar las horas de un tiempo al que le hemos perdido el valor, porque solo lo medimos en retribución de algún tipo o en dinero. ¿Todavía sabemos cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico?”.

“En una época en la cual la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y a mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia. En una dimensión en la cual las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no) espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se tiene que hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto. ¿Cuánto hemos dado por descontado estos gestos y su significado? En una fase social en la cual pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña”.

Esto es, “hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que significa ser responsables y que ello a su vez se responsabilice hacia nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos. Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y empecemos a pensar qué podemos aprender de todo esto. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Parece que con el universo y sus leyes la humanidad ya está bastante en deuda, aunque nos lo tenga que venir a explicar esta epidemia, a un alto precio”.

Y en esa línea de pensamiento, la comunicadora social boliviana Janette Méndez (residente en Udine, Italia), se expresa en su escrito. “Covid-19, lecciones de vida de un virus mortal”, publicado en https://www.lostiempos.com/. Juzgue usted: “En esta pausa viral italiana descubrí algunas narrativas filosóficas contemporáneas y una nueva corriente, la Ecosofía con el filósofo galo Félix Guattari que, en su ensayo “Las tres ecologías” resume: “El problema es saber de qué forma se va a vivir de aquí en adelante sobre este planeta, en el contexto de la aceleración de las mutaciones técnico-científicas y del considerable crecimiento demográfico”.

“Vivimos -dice-, en una sociedad fundada sobre la productividad, las industrias culturales y el consumo. De un momento a otro llega un “stop”. Y aquí estamos, encerrados en casa, horas, días, semanas. El virus nos desafía a reinventarnos como comunidad, como sistema. Desde la Ecosofía se plantea mutar la relación antagónica sociedad-naturaleza, impuesta por el pensamiento centrista, en una relación de simbiosis. Ello, activando la reciprocidad, el sentido de pertenencia en nuestras diferencias, el sentirse parte de algo más grande que nuestras mezquinas realidades inmediatas en tiempo y espacio”.

La autora concluye, en que “Toda metamorfosis encarna una crisis, un cambio, extrae lo mejor y lo peor de los seres vivos. Depende de nosotros cómo afrontarla y superarla de manera creativa y sensata, en lugar de asumir posturas pesimistas-apocalípticas. La solidaridad, la generosidad, la compasión y el altruismo son algunos de los rasgos a fomentar. Es el tiempo de una humanidad resiliente que, esperamos, nos enfoque hacia una transformación de hábitos y estilos de vida menos consumista y menos antropocéntrica”. ¿Aprenderemos la lección? Solo el tiempo lo dirá.

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