Oscar lanza rosales
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Esta pandemia ha puesto al descubierto todas nuestras debilidades en el gobierno, a nuestro sistema de salud y a todos como sociedad.
El gobierno se ha caracterizado en esta crisis, por un sin número de desaciertos, entre ellos el no haber reaccionado a tiempo en la alerta; sin infraestructura para atender la pandemia,
principalmente en el valle de Sula, al no disponer de la cantidad adecuada de unidades de cuidado intensivo, ventiladores mecánicos y pruebas PCR (en Honduras solo se hace la cuarta parte de las que se aplican en Costa Rica, un país con menos población); lo cual significa que aquí solo se identifican los infectados que presentan síntomas, pero no los asintomáticos; en un principio hasta se descartó el uso de las mascarillas para las personas supuestamente sanas, cuando en casi todos los países ha sido un accesorio vital contra el COVID-19; despilfarro de recursos, como la compra de cafeteras y televisores plasma, del presupuesto para hacerle frente al COVID-19; ya se invirtieron 2,900 millones de lempiras, y varios entes han identificado sobrevaloración de precios y probables actos de corrupción; parece que han surgido nuevos proveedores vinculados a los altos funcionarios del gobierno.
Voy a compartir con ustedes algunas manifestaciones de conciudadanos, de cómo se ha manejado la campaña contra el COVID-19 en Honduras.
El abogado Rodil Rivera Rodil escribe sobre la infinita corrupción que impera en Honduras. Dice que “muchos creímos que los corruptos se apiadarían del pueblo hondureño, que ya está en harapos, y que, al menos durante esta crisis, pondrían también en cuarentena el atraco que continuamente practican a los dineros públicos. Para nada”.
Y agrega: “solo en una simple compra de insumos médicos -según dio a conocer el presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés- se pudieron haber robado casi un millón y medio de dólares, o sea, ¡cerca de cuarenta millones de lempiras! ¿Por qué no hace nada el Presidente Hernández? A él, por tanto, es a quien cabe la responsabilidad total por la pésima forma en que se está manejando la mayor crisis de nuestra historia”.
Y se pregunta: “¿a dónde está, para el caso, su plan integral para enfrentar la epidemia y lo que vendrá después? No vemos por ninguna parte el “sacrificio” del gobierno ni, mucho menos, del Presidente y sus amigos. Ni rebaja de sueldos, ni de una mínima austeridad y… Y el gobierno no nos dice la verdad. Ni sobre los contagiados ni sobre los muertos”.
El doctor José Manuel Matheu Amaya, que fue viceministro de Salud, le ha enviado una carta al Presidente Hernández, en la que le manifiesta que “el manejo de la pandemia no ha sido bueno. Usted no es experto en todo, y parece que el equipo que ha tenido a su alrededor, no ha sido el más capaz, pero más allá de la capacidad, parece que tampoco ha sido el más leal ni el más honesto, por ello puntualizaré lo siguiente: No es autorizando a gastar a la “zumba marumba” cómo se afrontan y superan situaciones como esta. Estamos viviendo un robo descarado. Se ha probado que proveedores locales pueden vender las cosas al menos a una cuarta parte del valor de lo que los entes que usted designó lo están haciendo”.
Se pregunta Matheu: “¿en qué cabeza cabe gastar más de 60 millones de dólares en hospitales temporales, de material desechable y para que vinieran dentro de tantos meses más?; hace 20 años licitamos los 2 últimos hospitales que se han construido en Honduras y por US$ 29.2 millones adjudicamos ambos, el de Tela y Danlí completamente equipados con 225 camas y todavía nos sobró para ponerle equipos de endoscopia al Hospital Escuela, un programador de marcapasos al Tórax y aparatos de retina y rehabilitación al San Felipe y dejamos medio millón de dólares para repuestos y la capacitación de 4 biomédicos en España”.
Para paliar esta crisis sugiere: utilizar los 4 mil millones que se le habían asignado a las Fuerzas Armadas para el agro, disminuir el número de diputados, suprimir los diputados al PARLACEN y poner al CNA y FOSDEH, como veedores de los procesos de compra.
El licenciado Adolfo Peña Cabús, en otro escrito, puntualiza y denuncia que las mascarillas compradas a 190 lempiras, el empresario José Nolasco pudo haberlas suministrado a la tercera parte.
Esperamos una rectificación para que no sigan sucediendo estas irregularidades, y de aquí en adelante prevalezca la austeridad y la transparencia en estas compras.
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