Vistazo al futuro

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1 de mayo de 2020
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12:01 am
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Vistazo al futuro

Por: Luis Alonso Gómez Oyuela

Con el COVID-19 el mundo está de rodillas, ojalá que se doblaran para orar y pedir a Dios misericordia. Los ricos millonarios y dueños del poder económico se desesperan porque ven cómo sus ganancias se estancaron de la noche a la mañana, los pobres con hambre porque el único sustento del día era el trabajo diario para llevar comida a sus hijos.

Los poderosos del mundo ahora se dan cuenta que el dinero, el poder militar y el poder religioso no sirven para nada porque siempre estarán alejados de Dios. Invirtieron el dinero para hacer la guerra o mantener un estado de confrontación bélica en busca de la supremacía económica, mientras en el mundo mueren más de ocho millones de pobres, agobiados por la miseria y el hambre, en su inmensa mayoría niños que solo vinieron a ver la luz del mundo para luego languidecer y morir con la piel pegada a los huesos, pero estas cosas no pasan aquí cerca, es al otro lado del mundo, pero igual, son seres humanos víctimas de la indiferencia de aquellos que llamándose humanos no tienen el mínimo concepto del sentimiento humano. Algunos se atreven a decir que hay muchos pobres y que deben morir para establecer el equilibrio social.

Hoy día muchos se interesan en las profecías y comienzan a sacar conclusiones erradas sobre el fin del mundo. No han faltado los mesiánicos anunciando mayores desgracias sobre la humanidad. Aparentemente ese interés no ha menguado, y la gente parece ir comprendiendo más que nunca, que Dios ya ha dicho algo en su Palabra de lo que aparecerá en la primera plana de los diarios del mañana.

Sí, es un hecho que la gente se interese en las profecías y en la medida que suceden muchos hechos, y llamados de atención, la humanidad se dará cuenta que lo que hoy sucede solo es principio de dolores, tal como lo advirtió Jesús en el Evangelio de Mateo.

Muchos se preguntarán, pero, ¿cómo puede uno tener estabilidad en un mundo como el nuestro? Una ambición exterminadora invade el área de los negocios. El materialismo de nuestra época de abundancia nos oprime a todos. El aumento de las entradas de dinero ha producido más derroches y mayores presiones económicas.

Vendrán motines y rebelión en contra de las autoridades en general, haciendo que las personas teman caminar por las calles. Los padres temen por sus hijos, las razas se pelean y las naciones en competencia para a ver cuál destruye a la otra primero. En la iglesia la apostasía y la indiferencia parecen ser comunes. Un falso intelectualismo es tan prevalente que se nos dice que los incrédulos son los verdaderos creyentes y que Dios, o está muerto o demasiado lejano para sernos útil.

Vistazo al futuro

¿Acaso tiene la Iglesia un mensaje para la época que estamos viviendo? Puede entonces un cristiano tener aplomo cuando los demás parecen desequilibrados? Las contestaciones a estas preguntas se encuentran en la Biblia, y especialmente en la comprensión del plan de Dios para el futuro.

Muchos hablan del nuevo orden mundial y no están equivocados. Es precisamente ese nuevo orden que subyuga a los pueblos más pobres de la tierra con gobiernos surgidos por el poder económico, obedientes a sus designios sin importarles la enorme brecha social entre pobres y ricos.

Dice el sabio Salomón en Proverbios 29: 2, “Cuando los justos gobiernan el pueblo se alegra; más cuando dominan los injustos y corruptos el pueblo gime”. Lo que sucede en Honduras no lo registran las profecías bíblicas, pero el pasaje bíblico se ajusta a la realidad, el pueblo gime, está desesperado por el hambre, la falta de empleo, la pérdida de sus trabajos no es para menos. Los pobres que son muchos, como escribió el poeta Roberto Sosa; son muchos, no los podemos olvidar. Pues esos pobres son los que en barrios, colonias y comunidades rurales, tienen hambre, pero el gobierno en lugar de atender sus exigencias y darles comida, los gasea y toletea. No hay diálogo que valga cuando el hambre es más fuerte.

El pueblo en general no aguanta la corrupción galopante, los responsables de lapidar los fondos para combatir el COVID-19, solo los cambian de puesto, la impunidad sigue campante y eso el pueblo ya no lo aguanta. Cuando las masas se levanten, no las detendrán las tanquetas de la Policía y el Ejército, ni mucho menos un buque de guerra, porque el hambre es mala consejera.

Ya es tiempo que el gobierno con sinceridad y responsabilidad ponga fin a tanto latrocinio. Mañana puede ser demasiado tarde. Está bien cuidar el poder, pero con justicia para que el pueblo se alegre.

Concluyo con el pensamiento de Helena G. de White: “La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.

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