Código Verde necesitado de pagoHospitales móviles inmóviles
¿Y los hospitales móviles?, Armando Cerrato
Licenciado en Periodismo
Transcurre velozmente el mes de junio y más velozmente la pandemia de COVID-19, en una curva ascendente que no se aplana como las autoridades y los que la combaten esperaban, y el sistema de salud recibe todos los días a los cientos de pacientes que en virtud de pruebas rápidas y de PCR en tiempo real resultan positivas.
El virus ataca a las personas de diferentes maneras, algunas son asintomáticas otras presentan síntomas leves, otras entran en un estado de gravedad, y otras mueren asfixiadas en las abarrotadas salas de cuidados intensivos de los hospitales.
Pese a que la pandemia ya lleva tres meses y medio de desarrollo en Honduras, es poco lo que los virólogos nacionales dicen saber sobre el COVID-19, pero aun así la pandemia es atacada con un protocolo de medicamentos, cuyo acróstico es MAIZ y CATRACHO, más mucho oxígeno y cuidados especiales las 24 horas del día si el estado del paciente no es todavía de muerte.
El nivel de contaminación alcanza ya proporciones alarmantes por su desarrollo exponencial y además por la apertura contra la opinión de los médicos de sectores económicos, comerciales, industriales y productivos en varios rubros y que el gobierno denominó inteligente y que tiende a expandirse en los próximos días si se aplican rigurosamente las medidas de bioseguridad dictadas y que los que presionaron para ese cambio de actitud aceptaron aplicar rigurosamente, pero la población no las acata al cien por ciento y también muestra una actitud negativa y hasta despreciativa hacia los ordenamientos gubernamentales.
Por su parte muchos sectores populares continúan a la espera que el Sistema de Gestión de Riesgos (SINAGER) en sus cadenas de radio y televisión –dos por noche– no se limite a dar estadísticas de las pruebas realizadas, de los casos positivos y negativos, las personas recuperadas y los muertos del día.
Todos estamos esperando que SINAGER además de los números antes mencionados nos diga que todos los pacientes asintomáticos y sintomáticos aislados en sus viviendas están recibiendo el tratamiento MAIZ para evitar ser hospitalizados, y los que ya se encuentran abarrotando las salas hospitalarias reciben con gran intensidad el CATRACHO, para evitar pasar a la sala de cuidados intensivos de donde muy pocos salen caminando de vuelta donde sus familiares, y la mayoría lo hace en bolsas plásticas directo al cementerio.
También esperamos que SINAGER nos informe cómo van las gestiones realizadas por Inversión Estratégica de Honduras (INVESTH), en la compra de siete hospitales móviles que aparentemente se fabrican y equipan en Turquía y que para cuya instalación anexa a centros hospitalarios nacionales ya se encuentren listos los predios respectivos.
Todos esperamos que estos hospitales móviles en realidad lleguen completos y no solo sean una vil carpa como la que se dice está tirada en Villa Nueva, y que no sea como la compra de respiradores que se realizó apresuradamente y que llegaron incompletos y algunos sin los cables necesarios para su conexión, y sin piezas vitales para su funcionamiento.
También esperamos que la pomposa y desprendida afirmación presidencial de que las dos lujosas torres construidas a costos millonarios para albergar los ministerios y otros organismos gubernamentales en un centro cívico, podrían ser habilitadas en su momento para albergar miles de pacientes con COVID-19.
Otra esperanza que no se nos muere, es que el barco que transporte los hospitales móviles no zozobre y se hunda en las profundidades del océano y que su capitán sea un viejo lobo de mar, con los conocimientos necesarios para navegar la ruta trazada sin perderse, como sucedió inexplicablemente con el que nos traería toneladas de frijoles comprados en Etiopia, durante una escasez en la producción nacional; y que esta pandemia de COVID-19 no deje nuevos millonarios, aunque los aprovechados en todos los niveles abundan hoy en día.
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