SI hay algo que en medio de la emergencia concita admiración, es la creatividad de muchos hondureños que se ingenian para hacer de la crisis una oportunidad. Por supuesto que no nos referimos a los acaparadores, que retienen en almacenes existencias de artículos de apremiante necesidad, para hacer clavos de oro con el producto. Sino a los que buscan cómo sacar provecho a las limitaciones. Muchos negocios para subsistir recurrieron a la entrega domiciliaria. Rápido aparecieron en escena flotillas de motociclistas, ofreciendo sus servicios en el comercio. Dentro de los clientes permanentes de LA TRIBUNA con amplio entendimiento que la imagen institucional es algo que no hay que dejar caer, se cuenta la Fundación Terra, que solicitó prestásemos atención en esta columna de opinión a la campaña que vienen desarrollando mucho antes que golpeara la pandemia, y que ahora, en momentos de aprieto colectivo, es cuando más útil resulta fomentar esos valores.
El problema en estos pintorescos paisajes acabados es que la dependencia ha conculcado costumbres menesterosas. La dádiva que se da como caridad –que por supuesto es expresión de solidaridad de arraigado sentimiento cristiano– se entiende como la ética de compartir dadas las desigualdades sociales; como acción altruista de los que tienen, acompañada de la voluntad de extender una mano hermana a los que carecen. Ahora bien, para efecto del desarrollo nacional, ni la dependencia en la propina externa es saludable, ni tampoco lo es en lo interno, la dependencia popular en la limosna del sector oficial.
La energía creadora de los pueblos consiste en aprender a ganarse la vida con el esfuerzo propio –claro es, que exigiendo las oportunidades y el disfrute de un ambiente propicio para poder hacerlo– sin supeditación eterna a lo ajeno. Esa política de subsidios, de “bolsas dadivosas” –a veces justificable para llenar vacíos en los desequilibrios o atender necesidades en tiempos de escasez– debe ser superada con una política de incentivos a la producción, de creación de empleos, de saludable competencia. Para así estabilizar el mercado con suficiente oferta. Que brinde artículos de mejor calidad a precios más bajos al consumidor. Generar riqueza, en aras del bienestar nacional, para que no haya necesidad de repartir pobreza. Dicho lo anterior, la Fundación Terra apostando inculcar un espíritu emprendedor en la niñez, en alianza con la organización inglesa “Teach A Man To Fish”, impulsa la promoción del emprendimiento escolar en su cadena educativa.
Ese solo concepto, que mucho mejor que regalar el pescado –que solo le sirve al que lo recibe para una comida– es enseñar al hombre a pescar, habla mucho de la iniciativa. “El acuerdo contempla el Concurso ‘Escuela Emprendedora’”. “Este año ha formado a más de 1,700 estudiantes de 57 escuelas de la región en planificación y puesta en marcha de una empresa escolar acompañándoles, asistidos por un equipo de 17 especialistas en educación, así como mentorías técnicas por parte de 24 ejecutivos profesionales de Grupo Terra, expertos en diversos temas como mercadeo, ventas, finanzas, contabilidad, administración, entre otros”. “Como un incentivo a emprendedores que son pieza clave para el fortalecimiento de la economía y futuro del país, el Grupo Terra en alianza con la Cámara de Comercio de Tegucigalpa, Cámara de Comercio e Industria de Cortés, Voces Vitales, Bazar del Sábado, Federación de Cámaras de Comercio e Industrias de Honduras y el apoyo de FUNDAHRSE lanzaron: “Terra Te Impulsa”, una plataforma digital para que los emprendedores puedan exponer y ofrecer sus productos a través de un catálogo virtual”. Satisface saber que tanto iniciativas de este tipo, como una fuerte promoción de sus objetivos, sea como el relámpago que en cielo nublado, anuncia la lluvia dadora de vida de inicio de la siembra, para la fructífera cosecha.
