Honduras nació secuestrada

ZV
/
11 de julio de 2020
/
12:02 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Honduras nació secuestrada

Por: Luis Alonso Gómez Oyuela
Periodista

¿Será posible nacer de nuevo? Cómo es posible esto, preguntó Nicodemo a Jesús. Yo creo que Honduras debe nacer de nuevo. Esta Honduras de hoy nunca nació como nación libre, desde el descubrimiento, la conquista, la colonia y la sucesión de gobiernos de diversas tendencias ideológicas la mantuvieron secuestrada.

Hoy ocupamos un espacio geográfico sin saber a ciencia cierta si existimos como nación. Hemos caído en la vorágine de la corrupción. Las clases dominantes a la usanza colonialista continúan abusando de los pobres privándoles el derecho a la educación, la salud y hasta la vida; y ahora como una maldición, esta pandemia está cegando vidas todos los días, mientras la oligarquía se apodera de los recursos del pueblo.

Es interesante y significativo que la criatura humana grita al nacer, pero a Honduras, ya no le quedan fuerzas para gritar porque los corruptos le quitaron el oxígeno. El eco de ese grito ya ni siquiera es audible, como el de tantos hondureños que acuden a las carpas improvisadas, con remedo de hospitales en busca de salud.

Estamos muy lejos de ese nuevo nacimiento como nación, como pueblo, con derechos y gritar como el recién nacido, cuyo grito debe ser de esperanza y no de dolor. Ya es tiempo que ese grito del recién nacido resuene a través de los años venideros, cuando hayamos superado estas dos pandemias malditas: la corrupción y COVID-19.

El grito del niño al nacer dejó de ser esperanza al irrumpir en el escenario de la vida; ahora es de angustia, de los que mueren lentamente en las carpas convertidas en hospitales, en los centros de salud, sin recursos e insumos para hacer frente a la crisis sanitaria. Ese grito dejó de ser preludio de música y alegría y se transformó en dolor, incertidumbre y muerte, mientras, los que gobiernan a sabiendas que existe una corrupción galopante solo cambian a los funcionarios corruptos de puestos sin que la justicia los alcance.

El grito del pueblo es de angustia, mientras el gobernante dice “quién dijo miedo”, Honduras hoy sufre dolores de parto, ya no sabemos si la criatura nacerá con vida para que irrumpa en un nuevo escenario trayendo una luz de esperanza para todos.

El grito de angustia se escucha en los cuatro puntos cardinales del país. En los hospitales de la capital, en San Pedro Sula, Choluteca, Danlí, Santa Rosa de Copan, Juticalpa y otros puntos geográficos del país, donde diariamente sucumben vidas a causa del dengue y COVID-19. El pueblo siente miedo, no porque sea cobarde, sino porque le robaron el derecho a la salud y la vida.

Será que este país continuará gritando hasta que su voz se pierda en la oscuridad de las tinieblas del poder, preguntando dónde están los hospitales móviles, dónde y quién se quedó con el dinero para que ahora el Presidente salga a pedirle al pueblo colaboración para suplir las necesidades porque el Estado se quedó sin recursos.

Danlí dio un bonito ejemplo de solidaridad el pasado fin de semana, tras el SOS lanzado por la filial del Colegio Médico para recaudar fondos y comprar los insumos requeridos para el hospital Gabriela Alvarado. La población atendió el llamado de solidaridad. Un pueblo generoso abrió su corazón y bolsillo; lo hizo, no porque a estas alturas sobra el dinero, sino como un acto humanitario.

Por esto y muchas razones, Honduras necesita nacer de nuevo. Cortar de raíz con la plaga de la política nefasta que la consume y la continuará consumiendo si no despertamos de este largo sueño de 500 años de frustraciones y humillaciones.

Ya es tiempo que el pueblo deje de doblar la cerviz, que se vaya olvidando de la sumisión, porque le hicieron creer que así lo quiere Dios. Dios a través de su Hijo Jesucristo, habló de libertad, nunca de sumisión. Los pueblos tienen derecho a ser libres y si al nacer no dimos el grito de libertad, hagámoslo ahora aunque sea bajo este coronavirus, que más temprano que tarde tendrá que desaparecer.

Que una nueva generación de hondureños con valores y principios pague el rescate de esta Honduras y que surja por todos los confines de la patria el grito de libertad al nacer otra vez a la vida.

Más de Columnistas
Lo Más Visto