Entre anturios, agapantos y aves del paraíso

MA
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5 de agosto de 2020
/
12:34 am
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Entre anturios, agapantos y aves del paraíso

Oscar Lanza Rosales
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Creo que al igual que la mayoría de ustedes, yo me desesperé al principio de la pandemia, con esa consigna de quedarse en casa todo el tiempo. Y lo peor que nos pasó al inicio, es que entramos en pánico -el temor a contagiarse con el virus- y nos saturamos de información, por los diferentes medios, especialmente por los telenoticieros y el uso del Internet en nuestros celulares, que rápido nos estresamos.

Pero poco a poco hemos ido asimilando esta situación, haciéndonos la idea que nuestra vida diaria debe cambiar en forma radical, bajo la premisa que tenemos que reducir ese estrés, para no afectar las defensas de nuestro organismo ni nuestra salud mental; hasta los adultos mayores ya nos acostumbramos a estar confinados, variando la agenda diaria, para entretenernos.

En mi caso particular, les voy a contar mi rutina diaria. De las noticias del avance de la pandemia, solo me ocupo un par de horas al día. He vuelto a escribir mi columna semanal. He desempolvado mi música preferida para escucharla por lo menos una hora al día en mis caminatas y en la bicicleta. La familia y los amigos más cercanos han formado parte de mi comunicación diaria, a través del celular, Whatsapp y Facebook, incorporándome algunas veces en las videollamadas. Y siempre he estado atento a leer los diarios más importantes del mundo y algunos libros de mi mesa de noche. Así es que, he tratado de mantenerme ocupado y entretenido, con la moral en alto.

En los dos primeros meses de la pandemia, me pasó algo simpático. El jardinero se ausentó por el problema, y yo tuve que sustituirlo en pleno verano, para que no se murieran las plantas ornamentales, que nos heredó mi esposa Rosa María (QEPD). Con el agua de lluvia que tenía almacenada del año anterior, logré mantenerlas vivas durante marzo y abril -que recordarán registraron altas temperaturas- hasta que cayó el primer aguacero. Y el premio a ese esfuerzo, es que logré cosechar -por lo menos para tener floreada la casa- anturios, agapantos, aves del paraíso, y una que otra rosa, que ha llenado mi espíritu y el de los familiares que me acompañan, en paz, alegría, esperanza, que solo Dios y su naturaleza nos pueden proveer con su esplendor.

Dentro de los pasatiempos que la gente ha utilizado para hacer más liviana la cuarentena, voy a compartirles una anécdota que le ha pasado a mi familia de Bélgica, en especial a mi nieta, que le ha pasado algo singular. En su propiedad, una pareja de pájaros hizo su nido, de ahí nació un pichoncito, que se salió del nido, y sin saber volar se paseó por el solar, mientras sus padres llegaban con regularidad a darle de comer. Para la nieta, que no ha estado en la zona rural, ver esa clase de espectáculos naturales, ha sido una experiencia inolvidable, ver en las aves, esa relación de padre e hijos.

Con todo lo anteriormente expuesto, a lo que me refiero, es que cada uno de nosotros, en familia o en comunidad, debemos actuar de manera inteligente ante esta peste, para que no nos abata ni en lo físico ni en lo espiritual, como dice un dicho “cuando la vida cambia para hacerse más dura, tu cambia para volverte más fuerte”.

Hay varios autores que han hecho recomendaciones, para cuidar de nuestra salud mental durante la pandemia. Uno de ellos es David Allan del proyecto sabiduría de CNN, que sugiere: mantener la calma, y continuar la vida con sus variantes; bailar bajo la lluvia. No esperar a que pase la tormenta, sino que aprender a convivir con ella; no te preocupes, sigue tu afán por la felicidad; el sol saldrá, tarde o temprano, pero saldrá.

En una columna de Brian X. Chen en The New York Times, comenta que en vez de estar pegados a televisores o celulares, recibiendo noticias apocalípticas, mejor desconectarse, e ir a dar un paseo por la cuadra, subir a la bicicleta o prepararse su bocadillo favorito. O conectarse a familiares y amigos y enviarles deseos positivos, sobre felicidad, paz y salud. En estos tiempos -dice- hay que regalar buenas vibras. Otros recomiendan la meditación, y nosotros los cristianos la oración para conectarse con el ser supremo.

En Honduras, a pesar del mal manejo de la crisis, la corrupción, nosotros como individuos debemos aprender a manejar la ansiedad pandémica. ¡Esa es la sugerencia de este artículo!

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