Educación: ¡de brazos cruzados!

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19 de agosto de 2020
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01:02 am
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Educación: ¡de brazos cruzados!

Oscar Lanza Rosales
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Con esta pandemia, otra de las grandes crisis es la educativa, por la interrupción de los procesos de aprendizaje presencial a todos los niveles, pero que afecta principalmente a los niños de kínder y primaria, y jóvenes de secundaria.

En un estudio reciente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, sobre la importancia de reabrir las escuelas, concluye que el cierre prolongado de escuelas es perjudicial para los niños, en términos de salud emocional y social -la interacción social, el desarrollo de competencias lingüísticas y de comunicación- bienestar económico y éxito académico, tanto en el corto como en el largo plazo.
Las desigualdades es otra preocupación para los niños de familias de bajos ingresos o de minorías, y para los que sufren discapacidades. Muchas de estas familias no tienen acceso a computadoras o internet, y dependen de los servicios que prestan las escuelas para el éxito académico de sus hijos.

Sobre el COVID-19, el estudio menciona, que representa un riesgo relativamente bajo para niños en edad escolar, comparado con los adultos. Que sus niveles de transmisión son bajos si la transmisión en la comunidad es baja. También se han notificado pocos casos de niños como fuente inicial de transmisión de COVID-19 entre sus familiares, lo que sugiere que los niños no son los principales vectores en la propagación del COVID-19 en escuelas ni en la comunidad. Lo que sí es evidente -según el estudio- es que la escuela presencial protege los intereses de los estudiantes.

La prestigiosa Universidad de Stanford, a través de un comunicado ha manifestado que “los cierres prolongados de las escuelas pueden exacerbar las disparidades socioeconómicas, provocar unos resultados educativos y de salud negativos, y amplificar las inequidades educativas existentes”. Además, sugiere que, para reabrir de forma segura, hay que implementar medidas de precaución. El punto inicial es que los distritos escolares cuenten con un grupo de trabajo enfocado en COVID-19, que incluya a las autoridades de educación y salud, maestros y padres de familia, para que planifiquen la reapertura, pero que garanticen la salud de los escolares.

El pasado 4 de agosto, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo un llamado a todos los países a dar prioridad a la reapertura de sus escuelas en cuanto tengan controlada la transmisión del coronavirus, advirtiendo que los cierres prolongados plantean el riesgo de una “catástrofe generacional” que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas, lo mismo que aumentar las desigualdades educativas”.

Lo que más preocupa a la ONU es el tiempo perdido por millones de niños de educación preescolar, una etapa considerada clave y que es “el gran igualador”, según la directora general adjunta para Educación de la UNESCO.
Para Guterres, “una vez que la transmisión del COVID-19 esté controlada, devolver a los alumnos a la escuela y las instituciones de enseñanza de la manera más segura posible, debe ser una de las prioridades fundamentales”, agregando “que será esencial encontrar un equilibrio entre los riesgos para la salud y los riesgos para la educación y la protección de los niños”.

Con esta preocupación, Noruega y Dinamarca, con rigurosos sistemas de bioseguridad, abrieron sus escuelas en abril, un mes después de cerrarlas. Al inicio solo con los niños más pequeños, y los de secundarias, posteriormente. Después se han sumado otros países como Bélgica, Suiza, Grecia y Alemania. En América Latina, también, Uruguay y Paraguay.

Otros países han aprovechado esta pandemia para digitalizar su educación, pero en Honduras, lo que hemos visto, es una escuela pública, a nivel de primaria y secundaria, paralizada. Pero no hemos visto ninguna iniciativa del Ministerio de Educación, para que el proceso de aprendizaje no se interrumpa, que como ya lo destacamos, es nocivo para los niños y jóvenes. Ese ministerio ya debería haber hecho varias propuestas al respecto. Si no se pueden abrir las escuelas porque todavía no hemos controlado la pandemia, por lo menos debería aprovechar los medios radiales y televisivos -y el Internet donde se pueda- para darle seguimiento a los procesos de aprendizaje, principalmente de las escuelas públicas, donde están los pobres, de lo contrario corremos el riesgo de perder dos años escolares -2020-2021- porque aparentemente la vacuna va a llegar a Honduras hasta el segundo semestre de 2021. Con un ministro de educación, que prefiere andar repartiendo bolsas solidarias, ¡que Dios socorra a nuestros niños y jóvenes en su educación!

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