Belén Gualcho: patrimonio cultural, esplendor y belleza

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11 de octubre de 2020
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12:32 am
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Belén Gualcho: patrimonio cultural, esplendor y belleza

Todas las descripciones sobre el territorio hondureño, apuntan a que tenemos un relieve irregular, complejo pero vistoso, de ahí que muchos de nuestros pueblos hayan crecido en inclinadas laderas, tan evidentes en cascos urbanos como: Yuscarán, (El Paraíso) Santa Lucía, Cedros, Curarén, San Miguelito (Francisco Morazán), La Libertad, Las Lajas, La Trinidad, Opoteca, (Comayagua), Opatoro, Guajiquiro, Tutule, (La Paz), Camasca, San Antonio, Santa Lucía, (Intibucá), Lepaera, Piraera, San Rafael, Gualcince, Candelaría, (Lempira), San Nicolás, San Agustín y Santa Rita (Copán), solo como una muestra significativa. En Ocotepeque los municipios donde el terreno es irregular destacan La Encarnación, San Jorge, San Fernando y evidentemente Belén Gualcho con una altitud arriba de los 1900 msnm, sus habitantes gozan de estados de tiempo, agradables gran parte del año. En sus alrededores destacan frondosos y espesos bosques de liquidámbar, encinos, robles y pinos. Las lluvias copiosas favorecen la significativa producción de hortalizas y frutas, son abundantes las fincas de café, localizadas en sitios arriba de los 2000 msnm, donde se alcanzan mejores granos y por su calidad pueden competir con solvencia en mercados internacionales.

Varios productores aprovechando las condiciones y riquezas de sus suelos han incorporado sembradíos de manzanas y peras con buenos resultados para el consumo familiar, sin embargo de Belén Gualcho se exportan cantidades de duraznos y ciruelas, productos que se llevan a los mercados de San Pedro Sula y pueblos colindantes.

Belén Gualcho y sus aldeas productivas

El municipio está conformado por las aldeas Cerro Grande, Cipresal, Palos Blancos, Ciprés, Llano Largo, Piedra Larga, Copantillo, El Jutal, Magueyal, La Mohaga, Joalaca, La Gocia, Yaruchel y Malcincales, estos últimos siete nombres solo sabemos que se trata de toponimias indígenas, pero no sus significados, sin embargo gran parte de sus pobladores se autodefinen como lencas, igual conviven un número significativos que dicen ser mestizos. No tenemos estudios antropológicos que nos aproximen, para tener un panorama amplio, pero no cabe duda que los pobladores de Belén Gualcho, sean parte de un reducto cultural valioso, evidente desde sus prácticas cotidianas, su cosmovisión, su amplia gastronomía y sobre todo por el conocimiento que poseen sobre plantas medicinales y comestibles.

El casco urbano con un trazo desigual

Sobre una leve explanada se distingue el lugar donde se encuentra “la placita” o “el centro”, a un costado el edificio de la Ermita, pequeña construcción a dos aguas, que a la fecha se siguen llevando a cabo oficios religiosos, conserva en su interior una serie de imágenes antiguas, todas de alta calidad artística, pero más distinguibles las esculturas de San Juan, Jesús Nazareno, San Antonio Abad y el Cristo del Santo Entierro en su respectiva urna, más un altar principal decorado y conservado con destreza. Aunque de esta ermita no se encuentra mayor información, sí podemos asegurar que se trata de un recinto colonial que no se repite en Honduras, y es una prioridad protegerlo.

En la esquina del parque en construcción, se localiza el esquinero Palacio Municipal, básico edificio y remodelado en varias ocasiones. La mayoría de las calles del casco urbano lucen asfaltadas, algunas son estrechas y otras relativamente dilatadas, pero todas son inclinadas. Los días domingos desde horas de la madrugada, hasta a mediodía, los alrededores del “parque” o “placita” recobran vida, colores, olores, rostros, sonidos. Es aquí donde acuden sus habitantes, numerosos comerciantes venidos desde sus aldeas especialmente de Mohaga, considerada por los vecinos, como la aldea-granero. Igual llegan buhoneros de oficio, de municipios y ciudades aledañas.

En el casco urbano se distinguen los barrios: El Calvario, Belén, San Antonio, Suyapa, El Paraíso y Suyande. Desde los alrededores del pueblo se distinguen la montaña de Copantillo, los cerros de El Cedro, Maranchila, La Golondrina, Mecate Blanco, Piedra Redonda, Las Ventanas y por supuesto el Cerro Grande que forma parte de la zona de amortiguamiento de la montaña de Celaque, esta última oficialmente declarada biosfera en el marco de la vigesimoséptima sesión del Consejo Internacional de Coordinación del Programa sobre el Hombre y la Biosfera de la UNESCO, con sede en París, Francia.

En dicha sesión se inscribió el Parque Nacional Montaña de Celaque como Reserva del Hombre y la Biosfera Cacique Lempira, Señor de las Montañas, nominación presentada por Honduras desde 2014. En esta reserva su altitud oscila un poco más de los 2,849 metros sobre el nivel del mar, se ubicada en 11 municipios de tres departamentos del occidente: Lempira, Copán y Ocotepeque y abarca una superficie total de 168,634.01 hectáreas, forma parte de una región natural de bosques de pinos y robles, así como de jungla tropical húmeda.

Es urgente que todas las alcaldías adyacentes a la Biosfera, asuman un rol protagonista en torno a su aprovechamiento, sus potencialidades y por su puesto al manejo racional de los recursos. No debemos olvidar la trascendencia de lo que significa una Biosfera y es necesario persuadir a sus habitantes.

Versiones sobre el surgimiento de Belén Gualcho

En varias referencias bibliográficas, la mayoría elaboradas como informes técnicos o documentos a la ligera, se ha venido difundiendo información incorrecta, pues no debemos confundir Belén (Lempira), con el actual Belén Gualcho (Ocotepeque), esté último aparece como uno de los “pueblos de indios” para 1804, en la Tenencia de Sensentí y se le describe cercano a las parroquias de Chucuyuco, Cucuyagua, Sensentí y Corquín, llama la atención el hecho que la parroquia de “Gualcha”, se le adjudican 680 habitantes, superando incluso a las todas las parroquias vecinas de ese entonces.

En 1873 se hizo la solicitud para la obtención del título de ejidos de Gualcha, al señor presidente de la República Céleo Arias López y fue así como el pueblo de Gualcha, quedó en posesión del terreno que consta del título que antecede de la fecha 27 de mayo de 1873 y fue entregado al pueblo de Belén, antes Gualcha, extendido el 30 de diciembre del año de 1889. Es difícil precisar en qué momento el topónimo indígena “Gualcha” se convirtió quizás por uso en Gualcho, el término Belén únicamente nos remite a la advocación religiosa. Llama la atención que las autoridades de Copán y de Gracias no notificaron al investigador Antonio R. Vallejo sobre la existencia del pueblo de Gualcha, pues extrañamente no hace mención en su famoso Anuario Estadístico, correspondiente al año de 1889. Belén Gualcho, obtiene su categoría de municipio el 2 de septiembre del año 1907, mientras fungía como presidente de Honduras, Miguel R. Dávila, extrañamente al cumplirse los primeros 100 años del municipio no hubo festejos, lo mismo ha sucedido con otros pueblos, lamentablemente se pierden ocasiones para fortificar el bagaje cultural y sobre todo para avivar ese sentido de pertenencia que tanta falta nos hace.

La iglesia de Belén Gualcho

Se localiza sobre una breve planicie al extremo oeste del casco urbano, literalmente la iglesia se encuentra de espaldas al poblado. Se trata de una construcción rectangular, donde se utilizó piedras, ladrillos y cal. Su nave principal está protegida por varios contrafuertes y en su lateral izquierdo de fondo se distingue una elegante sacristía. En su fachada destacan dos torres campanarios, con una altura aproximada de 16 metros, la del lado derecho tiene tres campanas, sostenidas por un trozo de madera de guachipilín, que desde su instalación no ha habido necesidad de cambiarlo. La torre izquierda, solo cumple funciones estéticas, pues no tiene campanas y tampoco se puede acceder.

Una bóveda inusual

Es de importancia capital el hecho de que esta iglesia tiene de cubierta una bóveda donde se distinguen tres cúpulas que van en disminución. También es para considerar que este tipo de bóveda no se repite al menos en Centroamérica, no responde a un estilo artístico, sino más bien a la imaginación del talentoso maestro de obra, buscando muchas veces soluciones de adaptación a la carga de los cuerpos, en parte por la irregularidad del terreno e incluso previniendo efectos de los frecuentes movimientos telúricos. De mucha importancia es el hecho que sus habitantes consideran que esas tres cúpulas representan a las tres “divinas personas”, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La fachada principal de esta iglesia, pareciera que ha sufrido algunos cambios, sin embargo en su interior sus altares advierten una pulcritud artística propia del barroco provinciano. Insistimos en la necesidad de hacer estudios y profundizar sobre las valoraciones de nuestras iglesias.

Se observan en su fachada principal tres cuerpos, en el primero destacan ocho columnas, que se encuentran en los laterales de dos nichos ocupados por las imágenes de San Pablo y San Pedro.

En el segundo cuerpo, se ven cuatro columnas, cercanas a los nichos donde se encuentra las imágenes de la Sagrada Familia y cercano a la base el ósculo que permite entrada de luz al templo. En la parte más alta, destaca un solo nicho “Dios como ser supremo”, con dos pares de columnas adosadas, decoradas con abundantes elementos geométricos de yeso en relieve. En la fachada principal son notorias tres cruces en hierro forjado, según el connotado investigador Martínez Castillo, datan del siglo XVIII.

En el interior de la iglesia de Belén Gualcho, sobresale por su alta calidad decorativa su altar principal, aquí se distingue la imagen el Cristo Negro, una talla elegante, en madera policromada con su respectivo resplandor en plata, propio del siglo XVIII. En este impresionante retablo también se encuentran San José, la Virgen María. En la parte media las pinturas de los arcángeles, San Gabriel y San Miguel, y en la parte superior Las tres Divinas Personas. Lamentablemente por falta de restauración se corre el riesgo que dos pinturas laterales del mencionado retablo se pierdan en su totalidad, pues el tiempo ha borrado parte de las imágenes.

En el resto del templo, se encuentran otras valiosas esculturas, pinturas y elementos propios de los oficios religiosos. No vamos a cansarnos de convocar a los feligreses al interior de nuestros pueblos, al fin son ellos junto a las autoridades locales de valorar y resguardar su patrimonio cultural. Resulta alentador que la feligresía de Belén Gualcho está organizada y que a la fecha la iglesia incluso, cuenta con cierta cantidad de “cabezas de ganado”, y así nos lo recuerda Nelson Valeriano “que anteriormente las personas que querían ser enteradas en el “solar” del templo, regalaban una vaca a la iglesia”.

Papeles viejos pero importantes

En documentos coloniales consultados en el archivo de la iglesia de Belén Gualcho, se pueden verificar que datan de 1755 y en ellos se describen actividades religiosas bajo las órdenes del cura Nicolás de Espinoza. Esos mismos libros informan de los recuentos de casamientos, bautismos, confesiones y misas oficiales. Algunos conflictos internos, más la inestabilidad política desde el Estado, prolongaron la consolidación del municipio, de ahí que en esos lapsos convulsos, sus habitantes tenían que hacer trámites legales en pueblos aledaños, como Sensentí e incluso en Corquin, este último perteneciente a Copán, así que sí queremos ampliar sobre la historia de Belén Gualcho, será necesario ir a los archivos de los mencionados municipios.

Cuentan los abuelos

Que a inicios del siglo XX, el pueblo estuvo abandonado, cubierto por montes y bejucos “el templo colonial de Belén Gualcho estuvo cerrado debido al enojo de los habitantes por el dolor y el sentimiento de sus ancestros y en desacuerdo entre los pobladores de apellidos De Dios, Bajurto y Vásquez”. Los primeros dos apellidos, escasamente se encuentran en Honduras, y esas diferencias entre pobladores ya fueron superadas.

Una feria patronal con cambios repentinos

Según relato del Sr. Tobías Valeriano la feria original es en honor a la Sagrada Familia, la cual se celebraba entre el 25 y 31 de diciembre, pero por razones desconocidas esa fiesta se perdió.

Luego se ha celebrado la feria en honor a San Antonio de Abad entre el 12 y 20 de enero, (siendo el 17 de enero) el día principal, la iglesia católica realizaba muchas actividades, entre las que destacaba el “Guancasco” que se realizaba entre Belén Gualcho y el vecino San Sebastián, Lempira, que dista a apenas 20 kilómetros. Desde hace unos cincuenta años, las festividades del Guancasco, no se realizan entre estos pueblos, consideramos que aún es tiempo de retomarlas e incitamos a las autoridades religiosas a dar vida a este tipo de rescates, que tanto beneficio de convivencia nos puede traer.

Actualmente se hace una fiesta, pero no la llaman “feria patronal” sino “fiesta de Belén”. Debido a la pérdida de feria de San Antonio de Abad, el padre Marco Tulio Aguirre en su estadía en Belén Gualcho (2010-2014), inicio una nueva feria que se lleva a cabo el 13 de junio, día de San Antonio.

Potencial turístico

Desde sus entornos y hasta sus aldeas productivas Belén Gualcho, tiene numerosas condiciones naturales, que bien podrían insertarse en un gran proyecto turístico regional. Recordemos que parte del territorio de Belén Gualcho, se extiende en las estribaciones de Montaña de Celaque.

Ha escasos cinco kilómetros del casco urbano, se localiza La “Catarata Santa María de Gualcho” informada por el Señor Salvador Tenorio Valeriano, tiene una altura aproximada de 90 metros y un caudal significativo, más intenso en la temporada lluviosa. A inmediaciones del perímetro urbano, también se encuentran los cerros llamado La Golondrina y El Volante, lugares que por sus condiciones podrían realizarse prácticas de senderismo e incluso el avistamiento de pájaros. En las áreas de mayor altitud de Belén Gualcho, el paisaje se torna verde, en bosques primarios, además de números raudales, una serie de aldeas, dedicadas al cultivo de verduras, hortalizas e incluso a la producción de una variedad de “vinos”.

La puerta del cerro capitán

Al Este del municipio se encuentra el famoso cerro Capitán, cuenta la leyenda “que el dueño de este cerro venía montado en una mula color negro, todas las noches al pueblo a jugar con la plebe.

En cierta ocasión, la plebe le hizo una mala broma al señor del cerro, le amarraron en la cola de la mula un manojo de tusa de maíz y le prendieron fuego, eso provocó el enojo del dueño del cerro y al otro día la puerta del cerro ya no estaba en dirección de este municipio sino en dirección del pueblo de San Sebastián Lempira. Desde entonces la gente del pueblo de Belén ha vivido en precariedad”

Salvador Tenorio Valeriano: ciudadano ejemplar

Don Salvador como se le conocía en Belén, fue un alcalde emprendedor y solidario con su gente, de ahí que sus pobladores le recuerden con mucho aprecio, al igual que a su ejemplar esposa, Carmela Mata, que desde su rol de enfermera apoyó a numerosas familias. Don Salvador entre 1975-1978, entusiasmó a un grupo de sus paisanos y decidieron realizar una carretera que de Belén conduce a Corquín, a punta de pico, piocha, azadón y pala. Casi ya para finalizar el proyecto de los 15 kilómetros de “brecha”, se sumó tarde para variar una institución del Estado. No cabe duda, que debemos valorar al interior de nuestros municipios, a ciudadanos ejemplares.

Mi especial reconocimiento al joven Nelson Tobías Valeriano, entusiasta colaborador y ejemplar hijo de Belén Gualcho.

Cancincamon, Talgua, Lempira. Octubre, 2020

*Rubén Darío Paz. Director de Gestión Cultural en el Centro Universitario Regional de Occidente- Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Docente investigador en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán en Santa Rosa de Copán. Historiador, egresado del doctorado de Antropología Cultural en la Universidad de Salamanca, España. Ensayista y fotógrafo. Es miembro de Número de la Academia de Geografía e Historia. Correo [email protected] Teléfono (504) 89 02 70 49

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