“ÚLTIMOS CARTUCHOS”

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5 de enero de 2021
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12:25 am
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“ÚLTIMOS CARTUCHOS”

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SE cumplen las horas finales de una trama enrevesada, en la que un presidente saliente, que pierde su apuesta a la reelección, se niega a aceptar los resultados. Arguye ser víctima de un masivo fraude electoral. Pasmoso que un espectáculo como esto –lo planteado por el bando perdedor– pudiese ocurrir en la democracia por excelencia del hemisferio occidental. Concuerda más con alegatos postelectorales de un país tercermundista. La Casa Blanca –con su equipo de abogados– ha intentado por todos lo medios revertir el resultado comicial. Con impugnaciones, exigencia de recuento de votos, recursos para impedir certificaciones estatales de resultados y litigación acompañada de demandas que no han cuajado en ninguna de las instancias judiciales. Han tratado de anular los resultados en Estados bisagra claves en la derrota, como Arizona, Wisconsin, Pensilvania y Míchigan. Sin embargo sus abogados han dado de bruces en los tribunales.

Los últimos cartuchos los quema en el Estado de Georgia que en una elección de segunda vuelta se juega el control del Senado. Precisamente allí, antes que ocurra la certificación de resultados presidenciales en el Congreso, Trump quiere que las autoridades estatales le den vuelta al resultado electoral. A raíz de un Twitter suyo insinuando una falta de colaboración del republicano secretario General de ese Estado, este respondió en su cuenta digital desmintiendo: “no es la verdad y pronto esta saldrá a la luz pública”. Presumiblemente de ese altercado parte la divulgación de una llamada telefónica, –obtenida por el Washington Post– con una hora de duración, entre el funcionario estatal de Georgia con el mandatario. En ella se escucha a un persistente –pormenorizando los más floridos argumentos sobre un supuesto complot electoral en su contra– presionando a revertir el margen de los 11 mil y tantos votos que favorecen a Biden. Advierte a Raffensperger de que puede estar cometiendo “un delito” por no atender a sus demandas. “La gente de Georgia está enfadada, la gente del país está enfadada […] Y no hay nada malo en decirlo, ¿sabes? Creo que te han fallado los cálculos”, comenta Trump al funcionario de Georgia. (Obviamente que lo dicho por Trump cala hondo entre su base republicana, y tiene duras repercusiones políticas y electorales en los funcionarios que se le oponen y a los que reprocha con reprimendas).

“Dame una oportunidad (“give me a break”) –se le escucha decir en dos ocasiones– “solo quiero encontrar 11,780 votos […]”. Sin embargo, el republicano secretario de Estado, en escuetas y medidas intervenciones reitera al presidente: “sus datos están equivocados”. Todo ello coincidiendo con la fecha en que la Cámara Baja y Alta deben certificar los resultados de la elección general. Once senadores republicanos con remotas posibilidades de éxito, se oponen a que ello ocurra. El Senado cuenta con 50 senadores del Partido Republicano y 48 demócratas. El repechaje en Georgia es crucial para definir si los demócratas obtienen el control en ambas cámaras, o continua el equilibrio actual donde el Senado cuenta con mayoría republicana y la Cámara Baja mayoría de los demócratas. Trump, como presidente estadounidense, gozó del respaldo de la mayoría del Senado dominado por los republicanos, que ostentaban 52 de los 100 escaños. Aun así, en la actualidad, muy improbable que todos los republicanos de la Cámara Alta acompañen a sus 10 compañeros de partido en su último intento por invalidar la elección general. Quedan pocas horas de pataleo y para el veredicto final.

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