EL SEBO CON LA MANTECA

ZV
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25 de marzo de 2021
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12:27 am
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EL SEBO CON LA MANTECA

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

, posiblemente estas primarias han presentado una repetición de muchas irregularidades que se dieron en comicios anteriores. Aunque es preciso distinguir, para no confundir, el sebo con la manteca, a quienes son imputables estas fallas. Estas fueron primarias de los partidos políticos, con representantes en las mesas de votación colocados por cada uno de los movimientos internos. No hay que olvidar que la primera intención del CNE fue otorgar credenciales con nombres y apellidos. O sea que las corrientes presentaran un listado de sus delegados en las mesas para recibir la acreditación. Sin embargo, los mismos movimientos internos de los partidos –con la excepción de uno de Libre– se opusieron. Exigieron credenciales en blanco para ser llenadas por cada movimiento. Para no dejar a las corrientes sin representantes en las MER, la autoridad electoral flexibilizó, tratándose de una elección interna de los partidos. No habría habido elección sin representantes de los movimientos en las mesas.

El CNE entregó credenciales a cada uno de los movimientos, acompañada de una declaración jurada –todos la firmaron– comprometiéndolos a entregarlas de manera correcta a sus representantes. Cada movimiento tendrá que acreditar a nombre de quien hicieron las credenciales. (¿Ya se les olvidó lo anterior?). Así que, cualquier inconsistencia en las actas, de ninguna manera es imputable al CNE, sino a los representantes que los movimientos mandaron a las mesas. ¿Cuál sería la queja? ¿Qué alguna de las corrientes no tenía representantes en la mesa para hacerse valer durante la votación? Ello es culpa del movimiento, si no alcanzó colocar sus representantes en todas las mesas electorales y de nadie más. Todo eso que arguyen –sobre actas infladas– no hubiese sido posible hacerlo, si cada movimiento interno hubiese tenido un testigo acreditado en cada mesa electoral. Los representes MER son quienes escrutan los votos y firman las actas. (Pudo ser que en algunas mesas haya habido manipulaciones indebidas, tanto de unos como de otros movimientos, dependiendo de a donde unos tuvieron representantes y los otros no los tuvieron. Pero tampoco eso es culpa del CNE, sino de la falta de organización de la corriente. De incapacidad de acreditar su representante en cada mesa). El CNE hizo hasta lo humanamente posible porque los ciudadanos pudiesen votar. Aprobaron los listados adicionales –a solicitud de las Comisiones Electorales– para resolver el traslape domiciliario, sin los cuales muchos votantes no hubieran podido sufragar. Entregaron a los partidos recursos, para que los distribuyesen equitativamente a cada uno de los movimientos, para capacitación y para transporte de delegados.

Desafiando todos los obstáculos, montaron una elección concurrida, sin incidencias. Están haciendo el recuento de los votos, en base al escaneo, digitalización y suma de resultados de las actas. Como avisaron que se iba a hacer. Si hay reclamo es porque muchos oyen pero no escuchan, o no quieren escuchar. Dijeron que no habrían resultados inmediatos sino en el curso de los días. Estos quedaron librados a empresas encuestadoras independientes para dar resultados a boca de urna. Las encuestas fueron transmitidas por las cadenas de televisión, las radios y reproducidas en la prensa escrita. Las tendencias que se observan de los datos oficiales no difieren mucho –más bien coinciden– de lo que cada cadena de televisión divulgó en base a sus propias encuestadoras contratadas. No es cierto que los movimientos no tengan observadores. Todos los tienen acreditados en los salones de destuse de maletas. Tienen también técnicos con acceso a todos los datos, actas y resultados que van siendo procesadas, que se transmiten al público. Hay salones habilitados para el monitoreo y la observancia de sectores. Por supuesto que habrá actas pirujas. ¿Pero hacen variar los resultados globales? Y claro que los reclamos deben canalizase por la vía jurídica y merecer una respuesta seria y transparente. Así que –con sus imperfecciones, que siempre las va a haber– esa campaña de descrédito al proceso electoral y a la autoridad electoral, orquestada por perdedores y sus bocinas, pareciera obedecer a una motivación contraria al superior interés nacional. Casi como copia al carbón de lo sucedido en la elección de los Estados Unidos –las acusaciones de fraude– por el candidato perdedor que acabó en la violenta toma del Capitolio. ¿A qué obedece la batería de desprestigio contra la institucionalidad y el sistema democrático? ¿Qué es lo que pretenden desarmar y para qué fines ulteriores? ¿A qué responde la artillería montada contra las autoridades electorales –ignorando la explicación dada e información transmitida por el CNE y desdibujando la realidad– que no consigue otra cosa que elevar la desconfianza ciudadana? ¿Qué fin patriótico podría perseguir alimentar más tósigo a un ambiente ya tóxico? Una vez ensuciado el pichingo, ni regándolo de lágrimas de arrepentimiento, podrá limpiarse lo percudido. ¿A no ser que lo quieran de torofuego?

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