LECCIONES

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30 de marzo de 2021
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12:44 am
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LECCIONES

SERVICIOS DIGITALES TRANSFRONTERIZOS

LAS evidentes lecciones que dejan estos comicios primarios de los partidos poco difieren con lo que acaba de ocurrir en las recientes elecciones generales en los Estados Unidos. La primera: Tanto el voto popular como los votos en el colegio electoral los ganó el candidato que optó por transmitir un discurso de armonía, de entendimiento, de unidad de la sociedad. No el más tosco sino el más popular. Quien propuso un trato de respeto y dignidad tanto hacia sus simpatizantes como a sus rivales. Perdió quien escogió como tema de campaña criminalizar la inmigración, azuzar diferencias raciales y capitalizar en los rencores. Fue derrotado quien recurrió a las malquerencias, diferencias y antagonismos. Quien dispuso transmitir, no un mensaje de tolerancia y concordia apelando a los sueños, sino explotar la pasión de los bajos instintos. Ahora los propagadores de la especie del fraude, con demandas que les cayeron encima, se retractan y no hallan cómo justificar las mentiras. La narrativa de fraude puede servir para empañar el proceso, pero no lava la lacra del fracaso.

Que es otra cosa que la derrota, ya que un revés puede servir muchísimo cuando se aprende de los errores. Lo que pesa en contra es la carga de una y otra mala conducción, cuando se reincide en ellos. La segunda: Ese mundito de adictos a las trituradoras de las redes sociales tiene influencia en algunos. Sí, el mundanal ruido es proclive de aturdir alguna gente en los centros urbanos. Pero para infortunio de los que apuestan a ello, no a los más. La gente en los sectores rurales y apartados de las ocupadas metrópolis, ni pasan pendientes de la infernal bulla, ni se entusiasman por sus estridentes chirridos. Prefieren dedicar atención a sus problemas del día a día, que ninguna demagogia o vitriólico discurso le resuelven. Sumen cómo votaron en los municipios y en las aldeas, desmontando cualquier ventaja obtenida entre las élites citadinas. Error calcular que entre más se ofende, entre más se golpea al contrario, entre más se aborrece al contendiente, entre más se envilece al adversario tratándolo como enemigo, más puntos gana entre el auditorio. Es que ganar notoriedad no es lo mismo que ganarse el aprecio de la opinión pública. Ese griterío en las redes –de insultos, de groserías, de ataques– que a algunos fanatiza, más bien ofende a la generalidad. (Papi a la orden –como ejemplo– posiblemente no sepa de la existencia de las redes sociales. Si colgó un twitter en la campaña fue demasiado. Puso a que los puentes hablaran por él y, como ancho y campechano porta avión, encima –con todo y “burros”– se le encaramaron las estructuras del oficialismo).

La tercera: Los electores no son fáciles de arriar. Si no encuentran figura carismática de donde escoger, votan en contra. En las primarias, cuentan las estructuras y también cuenta la impresión que todos se necesitan dentro del partido. El liderazgo es más de talento y de talante, de carácter y de personalidad. Viene intrínseco. Es algo natural que se transmite en forma fluida, no algo que talla apretado. No es el cargo que hace la persona, es la persona la que hace el cargo. Como no son malas las instituciones, sino que malas las personas. Quien gana mayor simpatía no es quien enerva los temores sino el que inspira la esperanza. La derrota, debe asimilarse con resignación cristiana sin perder la fe que hoy son unas las coyunturas y mañana pueden ser otras. Lo que no mata fortalece, cuando hay fuerza interna y espiritual para aceptarlo. Si se es demócrata, se respeta el veredicto popular. Como algunos aspirantes han hecho con encomiable prudencia. Lucidez de los sentidos, es saber leer la genialidad más sabia de la pluralidad. Es un error interpretar la colectividad por la burbuja en que se está atrapado. No ver el bosque por el palo que se tiene enfrente. Las apariencias confunden y se desintegran cuando chocan con la realidad.

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