La corrupción se reinventa

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1 de mayo de 2021
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12:05 am
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La corrupción se reinventa

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Gabriel Zaid, economista y escritor mexicano, acaba de publicar la obra “El poder corrompe” cuya portada es una manzana roja mordida y una hoja verde que representan los colores de la bandera mexicana. La mordida es el simbolismo es la corrupción institucionalizada; esa red de transacciones o de “transas” que ha llegado a convertirse en una transnacional de alcances ilimitados, cuya cadena de valor ha logrado penetrar -como todos sabemos-, en las esferas más altas de los gobiernos de América Latina, principalmente en los más pobres y atrasados como el nuestro.

No es nada difícil encontrar a los países con los gobiernos más corruptos, si uno hurga en las estadísticas de los organismos certificadores que dan fe del nivel de podredumbre institucional. La taxonomía de la corrupción sirve para advertir a los inversionistas que no corran el riesgo de perder su plata, sobre todo en esos países donde los funcionarios del gobierno hacen negocios en nombre del Estado, a través de empresas de procedencia dudosa que han sido ensambladas coyunturalmente para transar entre compadres y amigotes.

La corrupción estatal nació con aquella coima habitual con la que “agradecíamos” a la policía para que nos dejara libre cuando rompíamos las reglas de tránsito, o los billetitos que deslizábamos bajo un periódico para que la señora de la ventanilla nos agilizara el trámite sin que tuviésemos que hacer fila como los demás tontos -entiéndase inocentes-, que soportaban estoicamente las humillaciones de la burocracia estatal. Los funcionarios públicos, egresados de las universidades, fueron los primeros en darse cuenta de las ventajas de decidir sobre los procesos administrativos en el Estado, y vieron que, con facilitar un trámite, se podía tener un ingreso extra dependiendo del estatus social del usuario. Así nació también un plan de arbitrios paralelo -y no escrito-, para uso exclusivo de clientes VIP.

Con el pasar del tiempo, la corrupción estatal organizada se fue sofisticando y subiendo de nivel, como toda organización que pretende ganar participación de mercado debido al aumento en la demanda de los clientes. Como las necesidades crean las ofertas, los servicios estatales se ampliaron a niveles inimaginables: ya no solo se trataba de trámites en las ventanillas institucionales, sino también de hacer negocios más rentables con el crimen organizado, estableciendo alianzas estratégicas para ofrecer, entre otras cosas: hacerse de la vista gorda, custodiar bienes y servicios, extender permisos especiales, brindar seguridad especial y hasta logística policial para salvaguardar el transporte de productos y materias primas.

De este modo, la corrupción se fue reinventando como toda organización seria y visionaria, con una capacidad envidiable para reestructurarse a la usanza de las grandes corporaciones globales. A diferencia de firmas famosas que no pudieron reinventarse -pienso en Kodak, Nokia y XEROX-, la corrupción estatal ha logrado sortear los vaivenes del mercado merced a su capacidad organizativa y su visión de largo plazo para mantenerse en el mercado. El éxito de la corrupción estatal –que merece ser citado en “Forbes” o “The Economist”-, no sería posible sin un fuerte respaldo institucional, judicial y policial, y sin una movilización a gran escala de recursos que, en lugar de destinarse a la población necesitada, se dirige hacia tareas conjuntas entre los pillos institucionalizados y el crimen organizado.

Pero no todo está perdido: El gran enemigo de la corrupción estatal será su propia contradicción operativa y la ambición desmedida que parece no tener límites. Ante la creciente amenaza de la corrupción estructurada de asaltar el poder por completo, las organizaciones privadas tendrán la última palabra a través de las demandas y las movilizaciones populares. La sociedad tendrá que aprender a crear sus propios mecanismos preventivos a partir de los desmanes cometidos; a reconocer el epicentro de la podredumbre -que normalmente sabemos dónde subyacen-, y a dirigirse organizadamente para enfrentar al monstruo de mil cabezas, mediante los mismos mecanismos que han hecho poderosa a la corrupción: alianzas y cooperaciones internacionales, y nuevas formas de movilización interna para hacer la limpieza moral en el Estado.

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@Hector77473552

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