La lista de la Torres

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22 de mayo de 2021
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12:05 am
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La lista de la Torres

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Hace unos cuatro días, la congresista Norma Torres ha publicado una lista de funcionarios hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, a quienes se les acusa de cometer actos de corrupción en sus respectivos gobiernos. En Honduras, las reacciones fueron inmediatas y diversas, desde la negación de los inculpados -no podía ser de otra manera-, hasta el escepticismo y la decepción de algunos líderes de sectores organizados, que argumentan que la lista se ha quedado demasiado corta y que aún faltan varios nombres por agregar. “Aguanten un poco”, fueron las palabras de la política norteamericana en enero de este año.

Al principio de la novela, creímos que se trataba de puras bravuconadas de la Torres, pero no fue así. Esta vez la caballería se ha lanzado en serio al ataque, por lo que debemos hacer algunas consideraciones al respecto, para evitar las metidas de pata que podrían surgir si no prima la prudencia, el diálogo y la responsabilidad de las partes involucradas. Porque no siempre en política exterior los gringos han sido buenos y exitosos. La historia así lo demuestra.

En principio, la administración del presidente Biden se ha metido en “camisa de once varas”, como decía mi abuela cuando se refería a una situación que podía exceder nuestras posibilidades cuando no se manejan con pinzas los detalles, o no medimos las consecuencias de una operación como la que hoy pretenden los norteamericanos. La razón de esa intervención obedece a la creciente y descontrolada migración que se ha desatado en los últimos meses, como consecuencia de las crisis sociales y económicas que los gobiernos no están interesados en resolver, y que obliga a nuestra gente a marcharse hacia la tierra prometida. De no ponerle un stop a la situación, las cosas se complicarán más para los norteamericanos, porque resulta que, para frenar la migración es necesario remover el lastre de la corrupción de nuestras instituciones, democratizar los sistemas electorales -que no lo están-, y comenzar a generar la riqueza necesaria basada en una economía de mercado libre que sustituya al proteccionismo y a los negocios entre compadres, una práctica muy común en estos países del Triángulo Norte. Es la misma visión sistémica con la que los norteamericanos entraron en Vietnam en 1965, solo que esta vez sin ganar “mentes y corazones”, sino a través de la presión diplomática.

Lo que los norteamericanos no han considerado, es que la corrupción en nuestros países -sobre todo en Honduras-, es la institución de mayor tradición y la más organizada de todas; que basa su existencia en su ventaja más competitiva: la creencia en el poder eterno. Para contrarrestarla, la administración Biden contempla una serie de ejercicios conjuntos con instituciones y líderes honrados de nuestros países, quienes deberán penetrar en el laberinto del Minotauro estatal y matar al monstruo de la cleptocracia de una buena vez. La estrategia incluye el fortalecimiento institucional, la promoción de las inversiones -desde hace años en declive-, así como torceduras de brazos, amenazas, extradiciones, acusaciones y hasta reprimendas contra gobiernos y políticos metidos a criminales de altos vuelos.

¿Posibilidades de éxito para los chicos del Norte? Todo poder terrenal tiene su lado flaco. Uno de ellos es la tendencia hacia el crecimiento desmedido, como decía Jouvenel, es decir, nunca se contenta con lo que tiene. Y cuando las organizaciones crecen desmesuradamente, comienzan a perder el control sobre sus ejecutivos, mientras estos se exhiben impunemente, mareados por los humos del absolutismo estatal. También Hitler creyó que nada ni nadie lo frenaría.

La lista de la Torres es un buen comienzo. Desde luego que todos quisiéramos que los norteamericanos derribaran los muros de la corrupción de un solo manotazo, porque este negocio de la perversidad nadie podrá eliminarlo de la noche a la mañana; no con nuestro sistema político contaminado por la inmoralidad, no con las mismas instituciones disfuncionales que no responden a los nuevos tiempos. Al oído de la Torres & Cia.: para destruir la corrupción en nuestro país se requiere de valor, sagacidad y una buena dosis de fuerza.

[email protected]
@Hector77473552

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