LEGADOS

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14 de julio de 2021
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12:25 am
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LEGADOS

GANADORES Y PERDEDORES

EN Ecuador, para continuar la ronda que hacíamos a vuelo de pájaro, el nuevo presidente, desafiando la condena de un pésimo gobierno de su antecesor, contra todo pronóstico, logró derrotar al candidato de dedo del correísmo. No es cacha suceder el infeliz período de Lenín Moreno quien nada compuso de la mala situación heredada del anterior. Correa, cuando sintió que la economía iba cuesta abajo –los precios del crudo y del gas en picada– descartó reelegirse, como lo había hecho en anteriores ocasiones. Anunció que se retiraba al exilio dorado –a disfrutar la vida cómoda– al lugar de origen de su señora en un país europeo. Dispuso, entonces, dejar en su lugar a alguien obediente.

De modo que apadrinó a su vicepresidente, su buen amigo. Nunca se imaginó que, una vez que aquel llegase al poder, ya no como segundo a bordo sino como primero, se empeñaría en desmontar todo el andamiaje estatizado, autoritario y regalón que tanto le había costado armar en sus varios períodos de mangoneo de la cosa pública. Debió haber sabido y si no lo supo debió haberlo intuido, que una cosa es derrochar el dinero ajeno –son dineros del pueblo– a manos llenas, cuando hay bonanza y el precio del gas, el crudo y minerales se cotiza a valores de extorsión, y otra cuando los precios se estabilizan o bajan en el mercado internacional. Eso era precisamente lo que sucedía en los últimos años de su mandato.

La baja de los precios de recursos naturales exportables encogía los ingresos nacionales, agotaba las reservas del tesoro, apocaba el monto de efectivo disponible para repartir, lanzando la economía a la recesión. Así que Lenín, ni corto ni perezoso, lo primero que hizo al llegar fue desmantelar todo lo que Correa había hecho, procurando así detener la caída en tobogán. Aparte de ello dispuso desarticular la estructura de podr dócil a su antecesor, con la que aquel pensaba seguir mandando. Pero desde la sombra, ya sin la responsabilidad de lidiar con los problemas. Solo que sofrenar el despilfarro de gobiernos que cuentan con abundancia de recursos, en temporada de vacas gordas, resulta tarea ingrata. No entiende la gente que en tiempos de vacas flacas hay que socarse la faja. Y si se aplican recetas fondomonetaristas que estrangulan al paciente, lo menos que puede esperarse es que la víctima se revuelva. Así que Lenín no obró como el obediente encargado del poder que Rafael Correa esperaba dejar. A partir de esos y otros desencuentros acabaron siendo enemigos. Sin embargo, no todo el fracaso de Lenín es imputable al legado de Correa. Mucho también fue obra suya. Tuvo un manejo desastroso de la economía.

Tuvo que recular un paquete de ajustes impopulares cocinado con el FMI cuando –con injerencia de “las brisas bolivarianas”– se le calentaron las calles y casi lo botan. Malas decisiones y posturas ambivalentes poco a poco fueron minando la confianza de los ecuatorianos. En cierta oportunidad, el líder de CREO y actual presidente Guillermo Lasso, le reclamaba: “La confianza se gana cumpliendo la palabra”. “Lenín Moreno debe velar por los intereses diplomáticos del Ecuador, por mantener nuestro prestigio, y no por la conveniencia de una persona”. Se refería al compromiso que el gobierno ecuatoriano tenía con Honduras en el ámbito diplomático, y faltando a la palabra empeñada optó por favorecer la aspiración de su ambiciosa canciller. La señora, aparte de su gris gestión durante el año que ejerció el cargo internacional, lanzó su candidatura a la Secretaría General de la OEA. En aquella ocasión ya no contó con el apoyo de su propio gobierno, mientras Correa mandaba twitters a sus compañeros de viaje exhortándolos no apoyar “a la traidora”. El legado que recibe Lasso –quien acaba de tomar posesión– es el de un país postrado. Tanto por las medidas ruinosas de su antecesor como por los efectos de la pandemia. Conociendo como de igual, similar o peor están muchos pintorescos paisajes acabados, quién sabe cuál sea la cordura de muchos de aspirar a lo que aspiran. Pero bueno, así son las cosas de la política.

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