Oneroso e inseguro proceso electoral

MA
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13 de agosto de 2021
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01:01 am
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Oneroso e inseguro proceso electoral

La necesidad de neutralizar la infodemia

Coronel ® José Antonio Pereira Ortega

No cabe duda que nuestra democracia agoniza, y la mortaja la fabrican los mismos beneficiados de los últimos 4 procesos electorales, la nueva clase política que poco saben de su compromiso una vez que son electos, pero son expertos en vender sueños, traficando con las montañas de necesidades de los electores que cada 4 años repiten el error, erosionando así la calidad de vida de la mayoría de los hondureños, mientras ellos se enriquecen ostensiblemente.

Las denominadas elecciones estilo Honduras se niegan a dejar de existir, y hay que hacer constar que esa nefasta y muy antigua práctica se gesta en las luchas políticas del lejano pasado, cuando los partidos se negaban a aceptar los resultados de las elecciones y se acusaban mutuamente de fraude, hoy día esta condición se mantiene, al grado que sin pudor y orgullosos de su delito, algunos presidentes en el reciente pasado, han reconocido públicamente haber ganado con fraude, y de allí el mote que nos avergüenza elecciones estilo Honduras.

Es esta indecorosa práctica, lo que hace atractiva y convierte la actividad política en un lucrativo negocio, disfrazado en un desmedido interés por salvar a Honduras, permitiendo que algunos “salvadores, probos y patriotas” decidan incursionar en la aventura, promoviendo la creación de partidos, corrientes interpartidarias, frentes, alianzas, etc. Todos con la promesa de salvar a Honduras y a los hondureños y por muy buenas intenciones que manifiesten en su inicio terminan cayendo ante la tentación del oportunismo y tranzan sus intenciones iniciales en su interés personal y se olvidan del pueblo.

Así en este muy desorganizado y acomodado circo, nos aprestamos a repetir en el próximo mes de noviembre un nuevo proceso electoral, el cual, por las vísperas en ese fingido zipizape de las últimas semanas, da pautas negativas que oscurecen un real y limpio proceso, el pronóstico del mismo se vislumbra como negativo pero muy oneroso, en resumen, debemos esperar más de lo mismo, incertidumbre, triquiñuelas y decepción porque no podemos esperar algo diferente. Debido a que son los mismos en contienda y con las mismas mañas, interesa como repartirse el botín de más de mil millones de lempiras, cantidad adicional a la millonaria inversión inicial y todo ello solo podría mejorar si los políticos se salieran del órgano electoral designado, dando oportunidad a mejorar la situación y a utilizar esa millonaria inversión en necesidades inmediatas como la atención a la pandemia que nos afecta.

Visto así, no nos queda más que protestar y hacer sentir nuestro desacuerdo con estos funcionarios insaciables e ineficientes del Ejecutivo, en tándem con un inescrupulosos cuerpo de diputados representantes del soberano en el Congreso; que no cumplen con su tarea de legislar, solo traducen sus intenciones en beneficios particulares como la obtención de subsidios y el de reelegirse, aún y cuando han sido evaluados como ineficientes en sus gestiones pasadas, y se deslucen promoviendo o apoyando decisiones como la de asignar esos mil millones de lempiras al Consejo Nacional Electoral, que por mucho modernismo y tecnología que contraten o instalen, no van a ser exitosos en sus esfuerzos; porque el problema son los contendores, no es el árbitro.

Es pues, inexplicable e injustificable, cómo con el problema que nos abate con la pandemia de la COVID-19, se pueden gastar esos fondos en un proceso que se ha vuelto oneroso y complicado porque ellos así lo quieren, ganar del relajo creado. Estas acciones necesitan explicarse y deben rendir cuenta los administradores de la cosa pública, que le quede claro a los diputados que los fondos del Estado no son botín de guerra.

De manera tal que, nos encontramos que la promoción de los “desórdenes en el proceso electoral” son de origen político, para poner en marcha sus causas de orden partidario, grupal o personal, valerse del mismo para llegar o para perpetuarse en el poder a cualquier costo, sin importar los conceptos éticos, morales, se trastocan las leyes, manipulan personas con el fin de cumplir sus propósitos, dejando al final una estela de sinverguenzadas que también los ciudadanos y las autoridades apañan, unos por desidia o indolencia y los otros porque al dejar de aplicar la ley, se vuelven cómplices de los aludidos fraudes.

Esta vez, se espera que los ciudadanos tengan el coraje de darle el debido valor al instrumento legal de poder, el voto, que se pueda ejercer correctamente no sucumbir a las ofertas demagógicas y populistas de los aventureros que buscan continuar y mantenerse en el poder, sea como titular o como cogobierno. Es nuestro turno, quitemos las banderas a los oportunistas políticos y tomar previsiones en cuanto a la decisión a tomar, no se puede confiar en individuos que, con sus actos reñidos con la moral y buenas costumbres, es tiempo de que los ciudadanos de bien tomen el control, no más concesiones a la corrupción política.

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