PROBLEMAS GLOBALES

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22 de agosto de 2021
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12:28 am
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PROBLEMAS GLOBALES

LA ignorancia, la insensibilidad y el bombardeo en las redes, han agrandado cuando menos dos problemas mundiales: El del calentamiento global y el de la pandemia del coronavirus. El primer caso se ha venido denunciando desde la época en que se integró el “Club de Roma” y éste presentó sus primeros informes hace unos cincuenta años, cuando las actividades ambientalistas eran percibidas como puro esnobismo de intelectuales, empresarios y economistas aislados. Aquellos informes hablaban de las limitaciones de los recursos naturales del planeta; del industrialismo contaminante; del acelerado crecimiento poblacional; de la pobreza de los países tercermundistas; de la escasez de agua potable y de grandes hambrunas.

Pero, por aquellos días, lo más importante en la agenda internacional era la “guerra fría”, es decir, el conflicto ideológico y político entre los países del bloque del este y los países hemisféricos del bloque del oeste. La situación era tan grave que se hablaba de la inminencia de una “tercera guerra mundial” y de la probable extinción de la especie humana. Lo demás parecía irrelevante. La verdad es que la contaminación del ambiente provenía de las industrias pesadas de las dos superpotencias que lideraban ambos bloques geopolíticos. En todo caso los muchachos (hoy ancianos) del “Club de Roma”, continuaron reiterando los problemas mencionados en el primer párrafo, con nuevos estudios e informes planetarios, hasta convertirse en lenguaje común.

Las quejas del “Club de Roma” fueron desoídas o desestimadas tanto por los dirigentes de los grandes países capitalistas como de los países socialistas. Nadie quería ceder terreno en la proliferación de armas nucleares y convencionales. Sin embargo, poco después del derrumbe del “Muro de Berlín” en noviembre de 1989, aparecieron, casi de un día para otro, regueros de supuestos ambientalistas por todos los rincones. Algunos asumieron la nueva tarea con sinceridad. Otros, al quedarse sin ideología y sin ninguna bandera que levantar, adoptaron las tácticas del “medioambientalismo” con fría insinceridad. Porque en vez de hacer señalamientos estratégicos de las causas reales del fenómeno, se limitaban, y continúan limitándose, a discutir el tema de los vegetales endémicos de un punto específico de un país; o a oponerse a la construcción de represas que ayudarían a controlar las inundaciones. Cuando hay incendios forestales deliberados a gran escala, o cortes industriales de madera sin valor agregado en enormes subregiones, los ambientalistas locales, por regla general, se llaman a silencio. Pero si un individuo corta un arbolito por extrema necesidad, entonces pegan el grito al cielo.

Hasta un exvicepresidente de la gran “Metrópoli del Norte” publicó un documental sobre “Una Verdad Incómoda”, la cual conecta con problemas como el de la destrucción de los pulmones oxigenantes globales de la cuenca del Amazonas, la contaminación atmosférica generalizada y el derretimiento de los glaciares. Estos factores confluyen en los trastornos climáticos recientes, como los dos huracanes que el año pasado impactaron contra el territorio y la población de Honduras, especialmente en el valle de Sula, cuyo problema se solucionaría, en parte, con la construcción de represas en algún punto intermedio de los dos grandes ríos que atraviesan este valle.

El segundo problema que continúa afectando seriamente a la población mundial, es la campaña montada en las redes sociales contra las vacunas y la vacunación. Millones de personas rehúsan vacunarse por causa de tal campaña, una de las más siniestras que hemos conocido en estos últimos años. Sin bien es cierto estas primeras vacunas son un paliativo que neutraliza en parte al coronavirus, la verdad es que las probabilidades de sobrevivencia son mayores en las personas que por lo menos se hayan inyectado una primera dosis. Todo esto es parte integral de los problemas globales: ecológicos y humanitarios que enfrentamos ahora mismo y que se perciben catastróficos para el futuro.

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