HOY QUE MÁS SE OCUPAN

ZV
/
28 de agosto de 2021
/
12:51 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
HOY QUE MÁS SE OCUPAN

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

CUANDO más ocupan los países de gobiernos estables con respaldo popular, más débiles llegan al poder los que ganan elecciones. Mayor la fragilidad cuando los ciudadanos no votan a favor de ellos sino en contra de su oponente. En muchos casos, son más los ciudadanos que, hastiados de la política, se abstienen de ir a las urnas que los que concurren a votar cualquiera de las malas opciones que tienen. No es nada sencillo lidiar con los inveterados problemas que sufren estos pintorescos paisajes acabados. Menos ahora que estos crecen, agravados por la devastación de la pandemia. Que no termina, ya que de repente, cuando creen tenerla controlada, agarra impulso; disparando las muertes y los contagios. Gente zarandeada por razones de precaria salud, pérdida de sus trabajos, disminución de sus ingresos, poca paciencia tiene de tolerar gobiernos cuestionados o ineficaces.

Ese pareciera ser el caso, digamos, del guatemalteco. Con una pírrica votación, donde fue mayor la abstención que el total de votos depositados, llegó pegado con saliva. A las primeras de cambio, la destitución de un fiscal especial –sin permiso de la “preocupada comunidad internacional”– le gana una reprimenda de Washington, le calienta la calle y lo tiene en alas de cucaracha. Una vez que encienden el ventilador de los escándalos, –lo más reciente una divulgación del NYT sobre declaraciones de un supuesto testigo dizque “fue a la casa del presidente a entregarle una alfombra enrollada llena de dinero”– dudoso que el gobierno vaya a repuntar. Obviamente el presidente rechaza categóricamente la afirmación de haber recibido dinero a cambio de una concesión. Pero ahora –como las imputaciones escandalosas las dilucida la vindicta pública– ese principio de la presunción de inocencia es quimérico espejismo. En sociedades como las nuestras, donde se duda de todo y en nadie se confía, casi tiene igual peso que la sospecha. El otro ejemplo es el peruano. Hoy que por fin tienen el gobierno que se merecen. El profesor rural de sombrero de paja de ala ancha, sin que haya transcurrido el mes completo de gestión, ya figura como el mandatario más impopular de los últimos cinco que han tenido. Tres de ellos han pasado por prisión y uno se suicidó antes de dejarse capturar y pasar por ese vergonzoso vía crucis de requerimientos judiciales. Su accidentado inicio de gobierno se ha visto opacado por la sombra de su padrino –un retobado izquierdista fosilizado– sin que se sepa quién de los dos en realidad toma las decisiones.

Dos de sus ministros más poderosos –el primer ministro, bajo investigación de la fiscalía y el canciller– salieron de la línea dura de los camaradas. Sus nombramientos intranquilizaron aún más a los desconfiados entes financieros internacionales, en momentos de crisis económica, cuando el país más requiere de ellos. La inestabilidad política alimenta la incertidumbre de los mercados. La bolsa ha caído y la moneda se ha depreciado fuertemente, encareciendo los productos de consumo básico que afectan el bolsillo del ciudadano común y corriente. Su canciller –un exguerrillero que enervó a los sectores moderados– tuvo que renunciar tras la polémica suscitada por unas imprudentes declaraciones justificativas de la naturaleza terrorista de Sendero Luminoso. El desgaste del gobierno a tan pocos días de haber iniciado no augura que vaya a haber solución a los grandes problemas que enfrenta. Como decíamos al inicio. Hoy que el manejo de las crisis ocupa de gobiernos estables, populares, capaces y efectivos, es cuando menos posibilidades hay que uno llegue.

Más de Editorial
Lo Más Visto