POR EL HILO

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30 de agosto de 2021
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12:20 am
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POR EL HILO

SONÓ el disparo de arranque. Inició la maratón. Durante el transcurso de las próximas semanas los contendientes aprietan el paso y arrecian sus campañas proselitistas. De agitación política y de motivación. Para que el amable público sopese quiénes son los más preparados para tomar las riendas administrativas del próximo período gubernamental. Que no es tarea de principiantes. Ni debiese dejarse a la mediocridad. Más bien es desafío para estadistas. La crisis –exacerbada por la plaga– es terriblemente aguda. La magnitud de los retos es de proporciones gigantescas. Y hoy, que más se ocupa de gobiernos estables, populares, capaces, efectivos, unificadores, ¿qué probabilidad darían ustedes que el próximo lo sea? Si “por el hilo se saca el ovillo”, la campaña es buen indicio de lo que viene. ¿Habrá debate propositivo, digamos, sobre lo que realmente importa a las inmensas mayorías afligidas? Es decir, sobre la discusión de los insufribles males que golpean.

¿Habrá alguna propuesta seria y ruta de cómo llegar a ella? Para empezar, ¿una revisión de este sistema obsoleto –del aparato público y privado– que tiene al pueblo desahuciado dando vueltas de trompo al círculo vicioso del atraso y la pobreza? ¿Qué hacer con los mercados colapsados, la infraestructura productiva fracturada, la pérdida de trabajos y de ingresos –agravados por la pandemia– que inducen, ya que la necesidad obliga, los masivos flujos migratorios a la “tierra prometida”? ¿Cómo hacer competitivo el país y destrabarlo de la maraña burocrática; aflojarle las pesadas cargas que lo abaten para que los intercambios comerciales no sean deficitarios y la oferta nacional tan deficiente? ¿Van a hablar de temas relevantes que tienen influencia sobre el ambiente y la calidad de vida? Por ejemplo, de los racionamientos ingratos del agua en la capital, las sequías recurrentes que arruinan lo sembrado, los incendios forestales que arrasan con el bosque, los calores insoportables, los derrumbes, las trágicas inundaciones, y de otros fenómenos relacionados con el cambio climático, cada año más inclemente, ya que la maltratada naturaleza se desquita airada el abuso humano. ¿Qué piensan del obligado espíritu de adaptación para poder encajar en la volátil nueva realidad? La peste puso todo patas arriba. La política debiese visualizar este incierto futuro. Si dentro de pocos años, dado el vertiginoso avance de la inteligencia artificial, de la vida controlada por algoritmos, la exploración en los misteriosos campos de la genética, quién sabe a qué más remota distancia de letargo quedarán de la civilización estos pintorescos paisajes acabados.

¿Si habrá cabida –en un mundo alborotado como nunca antes– a pueblos y países que apenas hayan logrado desarrollar capacidades primarias y habilidades básicas de subsistencia? ¿Qué reforma radical se plantea al herrumbroso sistema educativo que educa para un mundo que ya no existe –de inútiles soluciones domésticas ya que la mitad de los estudiantes no tienen acceso a clases virtuales por falta de conectividad– y de un desfallecido sistema sanitario que no anticipa, no previene, no atiende y no cura? A los jóvenes debería preocupar si cuando salgan del colegio o de la universidad sus títulos valdrán de algo o colgarán como cartones inservibles de adorno en la pared. Si lo que estudiaron sea útil para los trabajos disponibles. O si el aprendizaje o el adiestramiento obtenido durante toda una vida ya no se ocupa. ¿Qué capacidad y potencial hay, en el gobierno y en la iniciativa privada, para una reingeniería de los sistemas desfasados y para reentrenar en la medida que los trabajos que se tengan caigan en desuso? ¿Sobre esto versará la campaña? ¿O recurrirán a dar frívola función que divierte espectadores ávidos de entretenimiento? ¿Será un ensayo para crecer en el aprecio del imaginario popular, resaltando virtudes y capacidades propias o demeritando al enemigo? ¿Explotando los odios, los miedos, las aversiones, las repulsiones, en fin, todo ese montón de fobias arracimadas al cenagal de los bajos instintos? Entramos a la hora de las verdades. De renovación de esperanzas. Esperemos que la campaña tome altura. Si no a lo alto de la encumbrada empinada desde donde el Sisimite (que relacionan con el dios maya Chaac) ausculta el firmamento, que sea a niveles elevados de aspiraciones realizables.

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